martes, 29 de outubro de 2013

Audacia ante el peligro

Estamos ante la última semana para visitar la muestra que bajo el título de ‘Eso sigue su curso’ se exhibe en el Sexto Edificio del Museo de Pontevedra y en la que se recoge el trabajo de los participantes en el ‘Máster en Arte Contemporánea. Creación e investigación’ que se ha desarrollado en la Facultade de Belas Artes de Pontevedra. Un paso más en esa interacción entre el centro académico y la ciudad a través de alumnos y profesores, un latido artístico vital para continuar un proceso de revitalización creativa y mental en Pontevedra.


Comienza uno de los textos incluidos en el catálogo del coordinador del profesorado del Máster, Alberto Ruíz Samaniego, con una de esas frases que no se pueden borrar de la cabeza durante muchos días y que, tras recorrer la muestra, se integra perfectamente en los planteamientos de los diferentes participantes en esta exposición. La frase es la siguiente: “Una obra de arte es aquella capaz de afrontar un peligro”, y que según el autor del texto fue dicha por Rilke sobre Rodin. Magistral, ¿verdad? Porque el arte definitivamente es eso, un audaz peligro, que si me permiten se convierte en un doble peligro, primero por el desafío del creador al intentar generar una obra que explique su propio proceso interior, y segundo, por cómo ese peligro se transmite en esa distancia que se plantea entre la obra ya creada y el espectador.

A buen seguro a lo largo de ese ‘Máster en Arte Contemporánea. Creación e investigación’ se indaga sobre dichos peligros, en cómo enfrentarse a ellos y en el planteamiento necesario para llegar a buen puerto. No siempre se consigue, pero afrontarlos y luchar contra esos demonios es parte del misterio, y por lo tanto del encanto del acto creativo. Recorrer las obras de los participantes en esta exposición es, en muchos casos, darse de bruces contra esos temores. Piezas que se escapan de un planteamiento tradicional y que buscan suscitar al visitante nuevas percepciones, nuevas visiones y sensaciones de aquello que el artista pretende transmitir.

Y lo cierto es que no van a salir defraudados, la muestra tiene los suficientes ingredientes y diversos planteamientos como para pensar en el correcto aprovechamiento de un año de enseñanzas, y eso, tal y como se cotiza la educación en nuestros días, no es poco para empezar y para salir satisfechos. Pero es que además muchas de las obras que se exhiben poseen una indudable calidad, tanto en su concepción formal como en la interiorización que de la realidad realizan cada uno de los creadores. Piezas como las de Ruth Miguel Díaz, Santi Novás, Eva López o Mª José Prada, junto con las recogidas en las imágenes inferiores de esta página, no deben pasar desapercibidas por su valiente apuesta por discutir el arte y la realidad a través de unos sistemas de representación que el arte actual mantiene siempre en discusión. Una osada propuesta que claramente articula toda la muestra como contundente respuesta a eses peligros que diseccionábamos líneas atrás. La audacia de sus creadores los mantiene a raya y sirve de acicate e inspiración para el desarrollo de cada una de las piezas. Resta una semana para que esta exposición se cierre, no dejen pasar la oportunidad de recorrerla y quédense con muchos de los nombres de los participantes. Creo que en los próximos tiempos los comenzarán a oír de manera insistentemente feliz. Mientras tanto, la Facultade de Belas Artes sigue erigiendo su bandera para ayudar a los artistas a sortear esos peligros que, a la vista están, entre todos, son quien de sortear.



Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 27/10/2013
Fotografías Rafa Fariña

luns, 28 de outubro de 2013

Os amenceres da realidade


Recén saídos da Facultade pensaron que o mundo era unha utopía da que eles estaban destiñados a participar na procura da súa interpretación para logo narrala aos seus lectores. O paso da vida deixoulles claro que as utopías esvaecen entre os amenceres da realidade, entre as raiolas dun sol que nos agarima pero que a veces serve para descubrir que o real, o latexo do día a día, non entende de soños ou esperanzas, como tampouco duns ideais que esas raiolas foron quenes de murchar.
Plantexar ese estado de frustración dunha xeración é o que sustenta a esta novela que, cun claro ton autobiográfico, serve, de xeito inteligente, para amosar a atmosfera na que moitos se criaron naqueles tempos da chamada Transición. Paisaxe xeracional que os marcou ao entenderse como un sumidoiro polo que botar a podremia das décadas do franquismo ao tempo que se abría a fiestra á claridade dun novo tempo que fixo agromar neles un espírito de renovación que chegaron a converter en bandeira.
Manuel Veiga, xornalista e escritor, valla a redundancia, amosa aquí, baixo unha engaiolante estrutura, o seu maxín para achegarse aos feitos que marcaron o seu devir no mundo da prensa, no que xa amosa unha sobranceira bagaxe. Non lle vai á zaga no eido da escrita con diferentes novelas, moitas delas merecedoras de diferentes recoñecementos, pero quizais sexa con ‘Os xornalistas utópicos’ coa que Manuel Veiga acada a que din é a súa mellor obra, por vencellar de xeito brilante ambos territorios, tantas veces comúns, da prensa e a literatura, e sobre todo por como o fai, o que supón sempre a parte máis interesante na aposta de calquera autor. Ademais, o propio pano que se levanta parece simbolizar o peche dunha especie de etapa na súa carreira, un axuste de contas coa profesión, pero sobre todo cun tempo no que para ben ou para mal desenvolveu a súa vida.
Arrinca o libro cos plantexamentos do xornalista sobre o medio, as experiencias e a desconfianza no xornalismo, máis aínda con aquelo que o rodea para ir desfiando a madeixa na que buscar nos tempos universitarios a cerna da profesión, a ilusión que agromaba nun xoven nun tempo efervescente e cheo de esperanzas. Amizades, proxectos, lecturas ou medos vanse sucedendo neste percorrido vital a cabalo de dúas paixóns que, ben se nota, son as que moven ao autor.
As súas numerosas lecturas flanquean todo este itinerario e o fan seducindo a un lector que ante ese torrente de datos e sensacións non pode deixar de coller un caderno para apuntar nomes e títulos dos que poder ter o proveito que sacou o propio Manuel Veiga cando se achegou a eles.
Está claro que non son bos tempos para o xornalismo e moito do interese dese debate que se pode suscitar arredor del está aquí presente. Esa é tamén a forza do libro ao ser quen de contextualizar dentro dunha novela moito do que se move tras esa discusión. Ao pasar moitas horas nunha redacción un non pode desprenderse das sensacións que latexan nesa primeira parte do libro: horas de traballo, cafés, peches, despidos, éticas, liortas, o que é noticia e o que non, xubilacións a destempo, desacougos… acadan unha inmediatez que se transmiten alonxándose dos clichés do xénero e o achegan á experiencia persoal que tan ben lle fai ao conxunto do libro.

‘Os xornalistas utópicos’ é un libro sobre o xornalismo, pero no que emerxe en cada páxina a forza da vida, a comprensión, de que todo suma ao cabo dos anos, o bo e o malo. Do mesmo xeito que nós tamén sumaremos coa súa lectura a partir da vida doutro, admitindo tamén que non hai xa lugar para a utopía.

Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 27/10/2013

domingo, 27 de outubro de 2013

Elogio del oficio



Pasea Antonio Muñoz Molina por las piedras de la Vetusta de Clarín del mismo modo que si lo hiciera por Brooklyn o entre los olivos de su Jaén natal, transmitiendo ese admirable sosiego que abruma por la sencillez de su apariencia, conociendo todo lo que se esconde en su interior. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras convierte esos paseos en la recuperación de aquella figura del flâneur, del caminante siempre atento a lo que se mueve a su alrededor, en la búsqueda del alimento para sus escritos. Todo ello con una normalidad que no encaja demasiado bien con esa etiqueta adherida a la palabra intelectual que entroniza a quien la porta hasta el punto de alejarlo del ciudadano. Antonio Muñoz Molina se descuelga de esa etiqueta para aproximarse a la realidad como pocos autores lo logran hoy en día, encerrados en sus torres de marfil. Ahí, en la calle, como el paseante de Baudelaire, comprende, construye e interpreta la ciudad como metáfora del ser humano para participar de su disección, tanto a través de novelas, artículos, apuntes en las redes sociales o ensayos, como los recientes ‘El atrevimiento de mirar’, centrado en su pasión artística o en ‘Todo lo que era sólido’, que ha conmocionado los cimientos de nuestra sociedad por dejar constancia de sus males, alejándose de demagogias interesadas y por ser quien de calibrar todo aquello que hemos dejado escapar entre nuestros dedos. La solidez convertida en algo etéreo, el despertar de un sueño en el que nos creíamos, o nos hicieron creer, más de lo que en realidad éramos, y ahora es un manual que debería convertirse en obligatorio para estudiantes y brújula para la grey política.

La distancia que el autor presenta con respecto a ese mal endémico como es la demagogia, es el otro gran rastro de su trabajo, así lo vimos en el ensayo mencionado, pero también en su ficción, no hay más que aproximarse a la que es una de las grandes novelas sobre la Guerra Civil española y sus consecuencias, ‘La noche de los tiempos’, para reconocer cómo los atavismos que han condenado y condenan todavía a este país quedan sepultados por un relato en el que finalmente lo que prima es ese humanismo que tan presente está en el conjunto de su obra.
A ese ser humano se acerca a diario, desde el compromiso y la lucidez en un permanente elogio de su oficio de escritor que con tanta dignidad defendió en su discurso de ayer y como hace a diario con un pie en cada orilla atlántica, lo que le sitúa en una posición de privilegio que huye de localismos y miopías egocéntricas para ensanchar su mirada desde los rascacielos de la Costa Este. Todo eso revierte en los lectores, en los de sus libros, pero también en los de sus artículos, porque pocos autores han sabido generar un corpus de pensamiento y atracción a través de esa forma de expresión como él. Artículos de esos que uno arranca del periódico y guarda entre las páginas de un libro o en el interior de un cajón resguardándolos de la caducidad de la hoja de prensa, para emerger meses después con la misma frescura que en el día de su publicación. Un itinerario imprescindible que nos lleva por sus pasiones, de las que Antonio Muñoz Molina es capaz de hacerte formar parte hasta el punto de necesitar recorrer 600 kilómetros para ir a Madrid a ver una exposición de Gauguin, para conocer el Museo Lázaro-Galdeano o para ir a una librería a buscar un libro de Alice Munro, un relato de Onetti o de Henry James, o un ensayo sobre la República de Weimar
Esa capacidad para comunicar y transmitir conocimientos, valores o sensaciones, Antonio Muñoz Molina la entiende desde una ética que se puede dar tanto circulando en bicicleta por las calles de un Madrid otoñal como tomando notas en una biblioteca pública de Nueva York. Todo ello suma en su vida y también en la de los que lo seguimos como un faro que sabes que nunca va a permitir que te estrelles contra la agreste costa de este tiempo, en la representación del papel de la cultura como refugio y bálsamo ante las dudas que otros generan y ante las que siempre nos quedará un museo del que cuelgue un cuadro de Caravaggio o una biblioteca en la que leer un libro de Flaubert.


Publicado en Diario de Pontevedra 26/10/2013
Imagen: Seix Barral

venres, 25 de outubro de 2013

Un grito en verde

LOS ELOGIOS DE Wert y Cospedal a Manolo Escobar identificándolo como eje cultural uno, y referencia de la marca España la otra, se entremezclaban a lo largo de la jornada de ayer con ese grito en verde que la comunidad escolar lanzó al aire como repulsa a la reforma de una educación en la que todos estamos de acuerdo las cosas no están nada bien, pero en la que una Contrarreforma educativa al estilo de Trento, con el ordeno y mando como cilicio, llena de recortes en sus medios y sin contar con un respaldo de partidos políticos y los propios educadores, no hace más que abocarla al fracaso.
Hasta que los dirigentes de este país se conciencien de que hay intereses que deberían estar muy por encima de sus siglas, esas de las que cada vez la ciudadanía se está distanciando, no germinará en nuestros alumnos la esperanza de un futuro en el que la educación sea la base de su vida.


Entre Dous. Diario de Pontevedra 25/10/2013

xoves, 24 de outubro de 2013

240 euros



NO DÍA MUNDIAL das Bibliotecas un  dato estremecedor confirmouse pola propia Xunta de Galicia ao afirmar que a súa inversión para a compra de libros destinado ás bibliotecas de Galicia ascenderá a 2.000 euros, co que para a Biblioteca de Pontevedra a cantidade para aumentar os seus fondos será de 240 euros. Se vostedes teñen o feliz hábito de mercar libros poden botar as contas moi rápido, tendo en conta que de media o prezo dun libro recén saído do prelo ronda os vinte euros temos que a Xunta comprará doce libros no 2014 para que a Biblioteca de Pontevedra atenda a unha poboación que excede os 80.000 habitantes. As medias fálannos xusto dun libro novo cada mes e dun número de novedades vergoñento para esa cantidade de lectores. Claro que hai moitos libros aínda sen ler pero é lamentable escoitar uns datos que volven a falar do que importa a lectura nestes tempos.

Entre Dous. Diario de Pontevedra 24/10/2013

mércores, 23 de outubro de 2013

Tejiendo la pintura

Hasta el 9 de noviembre en About-Art Galery de Pontevedra podremos enfrentarnos a los lienzos del pintor José Joaquín García Gesto. Una suerte de tejidos pictóricos que buscan enredarnos y meternos en su interior. Hilos que dejan el rastro de una forma de pintar en la que, pese a parecer que hay mucho de azar no es así, ya que esas salpicaduras obedecen a una ordenación y estructuración que alejan a las piezas de las que se entienden pueden ser sus referencias, como es el caso del informalismo norteamericano. Es su turno para que se dejen enredar.


La obra de José Joaquín García Gesto (Lugo, 1948) llena las paredes de la galería About-Art a partir de una exaltación de la pintura. Un vigoroso canto a la materia y a la configuración de un espacio a partir de tramas de color. Y es que la pintura se dispone de esa manera, como una tupida trama que como una tela de araña sujeta al espectador ante cada cuadro. Hace unos días, en este mismo medio, el propio autor manifestaba su deseo de lograr unas superficies que llamen la atención del visitante, que lo obliguen a explorar las sutilezas de unas superficies inagotables en sus matices, en la hilazón de colores y texturas que, como si de una madeja de lana se tratase, se van desprendiendo para componer estos territorios.
Los lizos son los hilos verticales que disponen las máquinas de tejer y que atraviesa posteriormente la lanzadera, y ‘Lizos’ es como el autor denomina a su exposición y a esta manera de pintar tras relacionar ambos efectos. Ante ellos el espectador puede reaccionar de numerosas maneras, los que se mueven tanto a diario como desde la memoria sentimental con su Lugo natal ven las geografías de aquel espacio: verdes, pizarras, tierras... una exploración sentimental de un territorio; otros verán una exaltación personal de la pintura, un frenético acto para configurar una obra a partir de la materia en la que el óleo reclama su protagonismo y su perdurabilidad sin modificaciones.
Estas piezas crecen y se nutren de su propio proceso de elaboración, sin un planteamiento previo las llena de una espontaneidad que se transmite al exterior y diversifica su resultado de una manera muy efectiva. Prueben a colocarse ante ellas, a descubrir en su interior un sinfín de misterios y evocaciones que parten de esa voluntad por conversar con el espectador, por implicarlo en su interior y que este sea quien de descifrar las diferentes posibilidades que se ocultan bajo ese entramado pictórico.
La exposición significa el debut en nuestra ciudad de José Joaquín García-Gesto, pintor de una larga trayectoria, y lo hace de una manera rotunda, apostando por una manera de pintar muy personal desde esa exaltación del hecho pictórico. Hay quien relaciona su técnica con la Action Painting de los Pollock y compañía, pero allí la gestualidad más acusada impregnaba de una cierta violencia a las obras que aquí se trabajan desde una cuidada precisión que busca más crear superficies de contemplación para agradar al espectador que aquella rebeldía de los pintores americanos.
Déjense liar por este pintor de Lugo, vayan a About-Art y enfréntense a una manera de crear en la que se teje la pintura para admiración del espectador y gozo de su creador.


Publicado en Revista de Diario de Pontevedra, 20/10/2013
Fotografía David Freire

martes, 22 de outubro de 2013

Cerrar ventanas


  No son pocas las ventanas que vamos dejando abiertas a lo largo de nuestra existencia. Muchas de ellas nunca se cerrarán, pero ante otras la vida parece empeñarse en obligarte a que las cierres. Hablar de una Tesis Doctoral a estas alturas de la película es hablar de una de esas ventanas que se han quedado abiertas, y que diversas ocupaciones, y también algo de desidia, han dejado... abierta de par en par. Hoy me he propuesto comenzar a cerrarla, o por lo menos intentaré que no entre ese frío que cuando uno se acuerda de ella le invade durante unos instantes, muchos más de los que uno quisiera. He recuperado escritos, notas, lecturas y pensamientos. También dvds y cintas de vhs y la verdad es que el aire que me ha dado en la cara me ha gustado. Junto a muchos recuerdos y sueños también ha asomado la admiración a esa figura de nuestro cine cuyo olvido ha sido mi inspiración. Hoy he vuelto a ver fragmentos de 'La vida en un hilo', 'Domingo de carnaval', 'Nada' o 'Mi calle' y he reconocido a ese personaje singular e incomparable llamado Edgar Neville (1899-1967) al que intentaré extraer todo lo que pueda sobre su relación con su momento histórico y evidenciar así cómo su cine estaba íntimamente ligado con el pensamiento del momento, el latido de la vanguardia, diferentes cinematografías y otras disciplinas artísticas como la pintura, el teatro o la música...en definitiva, esa ventana cerrará parte de una vida, pero también servirá para conocer otra, demasiado desconocida y tristemente olvidada.

Continente Vargas Llosa

Y, una vez más, como tantas en su vida, Felícito recordó las palabras de su padre antes de morir: “Nunca te dejes pisotear por nadie, hijo. Este consejo es la única herencia que vas a tener”. Le había hecho caso, nunca se había dejado pisotear.


Por cuestiones de edad ya no son muchos los libros que le restan por escribir al Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Cierto es que con lo ya publicado, o incluso con su primera decena de libros, ya habría sido más que suficiente para respaldar los numerosos galardones obtenidos por el escritor peruano y para hacerse un hueco en la eternidad literaria. Y me refiero específicamente a sus primeras obras por su implicación con su lugar de nacimiento, con un Perú que aquí se convierte de nuevo en fértil protagonista y en andamiaje de una narrativa que nos retrotrae a esos primeros libros de Mario Vargas Llosa en los que personajes, ambientes y estilo configuraron lo que el tiempo reafirmaría como todo un continente literario. El continente Vargas Llosa.
 ‘El héroe discreto’ narra la historia paralela de dos personajes: Felícito Yanaque, un pequeño empresario de Piura, que es extorsionado; y de Ismael Carrera, un exitoso hombre de negocios, dueño de una aseguradora en Lima, quien urde una sorpresiva venganza contra sus dos hijos holgazanes que quisieron verlo muerto. Una doble trama que nos asomará a un Perú diferente al que conocíamos por parte de su autor, pero en el que todavía se reconocen muchos de los rasgos de aquella comunidad. Pero sobre todo, lo que destaca, y en lo que uno se siente cómodo es en el tratamiento de las situaciones, en el ejercicio literario que durante todo el libro (este sí, sin fisuras, no como sucedía en ‘El sueño del Celta’, con un arranque glorioso pero que posteriormente se iba diluyendo) permanece constante y te lleva a aquel escritor que te enamoró con aquella decena de libros.
Por todo el relato sobrevuela esa sensación de cotidianeidad en todo lo que sucede, un universo en el que nada es forzado y todo parece surgir de manera natural. Un hábitat de normalidad en el que dos personajes se vuelven héroes ante lo que la vida les ha deparado, ante una especie de prueba que deberán sortear sin grandes aspavientos, rigiéndose por una cotidianeidad que a buen seguro es la que define a tantas y tantas vidas en la patria del escritor nacido en Arequipa.
Como en pocas obras de Mario Vargas Llosa el humor reclama aquí un protagonismo singular. Un elemento que relativiza muchas de las tensas situaciones que en el relato se presentan tiñendo algunas de ellas de una brillantez concedida por el humor inteligente que sabiamente maneja el autor. Ese humor también se rastrea en la inclusión en el libro de espacios o personajes que ya formaron parte de algunos de sus anteriores libros. La casa verde o personajes como el sargento Lituma, don Rigoberto, doña Lucrecia o Fonchito se integran en este libro como miradas a un pasado al que rinde homenaje el autor como en una especie de canto de cisne. Es el reconocimiento de que no serán ya muchos los libros a escribir y, por lo tanto, el recuerdo y cariño hacia su tierra, tan inspiradora de ese continente literario, toma aquí un profundo sentimiento de emotividad.
Tanto Felícito como Ismael buscan tomar las riendas de su propio destino, hacer de la justicia, su justicia, un pasaporte que se imponga a las miserias que les acechan y donde, sobre todo, la libertad del individuo y sus deseos deben imperar a la hora de un planteamiento de vida. Y es que en esos dos personajes se esconden muchos de los ideales del propio autor, siempre comprometido con la libertad como bandera máxima del ser humano, como irrenunciable estandarte del que hacer pender cada una de nuestras vidas. Desde esa libertad ambos protagonistas desafían al destino y afianzan su compromiso con su país, con ellos mismos y con ese continente llamado Vargas Llosa.

Publicado en Revista Diario de Pontevedra y El Progreso

luns, 21 de outubro de 2013

Tebras na espiral


 “Eu son o emperador dun ermo vivo,/dun helmo escangallado/e dunha espada rota”. Emperador da palabra afundida na terra, na nosa terra, na súa. Así é como agroma o poemario de Xavier Seoane ‘Espiral de sombras’ publicado pola Factoría K de Libros dentro da colección de poesía Tambo que tan atinadamente dirixe o tamén escritor Luis Rei. Atinada pola labor de difusión de nomes senlleiros da nosa poesía, tantas veces diezmados polas modas e as correntes literarias sometidas a un público que afasta a poesía dos primeiros postos nas librarías deixando a súa axitación para uns cantos tolos. E o certo é que canto un máis ve como nos afundimos na miseria reducionista deste sistema económico máis gañas se teñen de buscar acougo na poesía, nun poemario, como é neste caso, que abre as entrañas mesmas da nosa terra para mergullarnos nela, como se regresásemos a aquel útero matriarcal no que nos criamos.
Xavier Seoane vai a compoñer nesta ‘Espiral de sombras’ un libro cheo de intensidade, de fecunda complexidade pola liberdade das súas estrofas, duns versos que se lle escapan das mans como a auga dun cesto para escorregar ata ese chan do que debe brotar un novo xeito de vida, unha raiola de esperanza de cara a un novo tempo.
Non somos optimistas, nin o autor nin o lector. Porqué o imos a ser se nada invita a esa quimera? mais debemos aferrarnos a aquelo que é irrenunciable, á valentía por escribir e por petar nas nosas cacholas para que espertemos: “Levántate, país de tódolos abraios, de tódalas desfeitas”. Na procura desa esperanza que sempre ten que haber ao final da escuridade albisca o autor certas raiolas ás que achegarnos, pequenos fíos que semellan incapaces de suxeitarnos mentres esa raíz que nos suxeita á terra é a nosa forza vital.
Da árbore á mámoa, do firmamento ao sargo, do escarabello ao lobo ou da herba ao mar… ese é a nosa cerna, o corazón do que somos e do que seremos. Unha natureza convertida en relixión dende a que rebrotar como novos seres, un panteísmo rexenerador que esnaquice as servidumes deste hoxe fedorento e nos converta en semente de futuro. “Benvida sexa a morte se nos revela a luz/que escureceu o noso soño”, canta o poeta para reclamar esa rexeneración coa que case ninguén conta e que so dende a natureza e o noso vencello con ela pode ser realidade.
‘Corazón de maiola’, ‘Pan de raposo’ e ‘Pedra da serpe’ é o tríptico polo que atravesa o poeta. De xeito similar ao de Dante xunto a Virxilio cruzando os círculos do inferno, Xavier Seoane fálanos de derrotas, de horizontes, sombras, guerras e frustracións que amosan no que se volveu este tempo noso, sepulcral e gris, unha terra baldía, como no referencial poema de T. S. Eliot, que o único que acada é o feito de alporizarnos. O dereito á carraxe dos que sentimos esa aldraxe como a venganza dos que viron como os máis pequenos subían un chanzo na súa vida. “Somos os descendentes da crueldade e da usura/de rufiáns e felóns. Da cegueira dos neutros/e a cobiza do cetro, do báculo e da toga”. Unha intolerable conquista que tiña que explotar, e vaia se explotou, para facernos baixar, non un chanzo, senón dous ou tres. Foi a súa victoria.
Feridas que procuran o bálsamo das letras, aquí convertidas nun poemario na pescuda desa espiral sombría, un labirinto escrito na pedra dos nosos montes, altar telúrico ao que pregar. O cavorco ao que saltar como un acto cego de fe, de fe en nós, na natureza e nunha terra que xa é o único que é noso. Esa defensa territorial é a que achega o poemario a nós mesmos, o que fai mergullarnos de xeito directo nesa conexión case telúrica co que nos rodea e ao que Xavier Seoane rende culto esperanzador.

Publicado en Diario de Pontevedra e El Progreso de Lugo

Desde el Savoy


ME TOMO uno de esos cafés inolvidables en la planta superior del Savoy y a través de ese mirador acristalado, en el que se pegan las gotas de lluvia y al que hacía años que no subía, recupero ese corazón que lleva latiendo de manera discreta durante décadas como uno de esos sostenes imprescindibles para entender lo que somos.
Piedras como espejos en los que se refleja toda la Ferrería, camelias que luchan contra sí mismas por convertirse en flor, sacos de castañas apilados alrededor de esa máquina de tren deseosas de calentar almas, toldos agitados por el viento caprichoso de la ría, farolas de otro siglo que en éste son luz, palomas ausentes de una plaza repleta de serenidad y belleza, gentes que la cruzan en su rutinario ir y venir, memoria imperecedera de aquellos que antes poblaron la cripta del Savoy, espuma de un café con sabor a orgullo, a disfrute y a otoño.

Entre Dous. Diario de Pontevedra 21/10/2013

domingo, 20 de outubro de 2013

El mito De la Sota



Hijo del mejor presidente que haya tenido la Diputación de Pontevedra, y que posiblemente tendrá, Alejandro De la Sota alarga la sombra de su arquitectura cien años después de su nacimiento. Mañana se cumplirá esa efeméride en el mejor arquitecto que ha nacido en esta ciudad y al que solo César Portela parece discutirle un honor que posiblemente el tiempo hará que compartan. Y compartir es precisamente lo que sitúa a la arquitectura de Alejandro De la Sota en la cima de esa disciplina en nuestro país, su visión de una arquitectura en la que se comparte la visión íntima del arquitecto con la habitabilidad y funcionalidad del uso de dicha construcción evidenciándose, en un tiempo sombrío y gris en la mayoría de la arquitectura de nuestro país, como un referente que ha ido configurando a un mito. 
Todavía hoy si uno observa imágenes del Gobierno Civil de Tarragona lo hace con la boca abierta, con la emoción de asistir a una obra que se adelanta varias décadas a su tiempo, una arquitectura que en su composición, armonía y desparpajo firmarían en cuanto a su volumen exterior alguno de nuestros mejores escultores, y todo ello sin menosprecio de su función. Y eso es algo que siempre tuvo presente nuestro protagonista, la función de la arquitectura. Aún hoy, cuando asistimos a tantas arquitecturas que desprecian el fin para el que han sido concebidas (y me morderé la lengua), siendo esta situación muchas veces culpa de quienes aprueban esos proyectos y no del propio arquitecto. Si algo maravilla al acercarse a la obra de Alejandro De la Sota es cómo el edificio, su concepción espacial, revierte en su utilidad para el mejor aprovechamiento de la comunidad, es decir, de quienes habitan ese espacio. Si se imaginan nuestro Pabellón Municipal de los Deportes sin ese caparazón que algún iluminado que todavía se llamará arquitecto colocó encima de la estructura parida por Alejandro De la Sota descubrirían un cofre lleno de luz, una luz cenital que supondría un ahorro de energía incalculable y que serviría para pagar el regreso a esa arquitectura inicial y brillante, que tuvo su arranque en otra de esas obras emblemáticas de De la Sota y de la arquitectura española, como fue el Gimnasio Maravillas de Madrid. Seguimos esperando, dicen, a tiempos mejores para recuperar esa fisonomía inicial que muchos no conocimos pero que descubrimos en la exposición que se le dedicó en el Pazo da Cultura de Pontevedra a ese recinto, una larga espera que, como una cadena de agravios, se vincula a la creación de otras infraestructuras deportivas en nuestra ciudad, cuando lo único cierto es que el asombro que causaría esa reversión sería un referente a nivel nacional de respeto y consideración hacia la arquitectura, cuestión esta que preocupaba mucho al arquitecto, al ver como en demasiadas ocasiones el tiempo y la falta de sensibilidad de los ciudadanos podía volverse desidia en relación a sus obras. 
Si a nivel mundial Le Corbusier y Mies Van der Rohe fueron los grandes pilares de la renovación de la arquitectura en el pasado siglo, también De la Sota se aproximó a ellos para acometer ese camino de modernidad que renovó la arquitectura en España. A partir de esos planteamientos fue resolviendo dudas, recorriendo los “caminos intuidos” como él mismo los denominaba, buscando soluciones para singularizar su obra y ponerla en el lugar en el que este centenario octubre la coloca. La Misión Biológica, el edificio de viviendas en la calle que lleva su nombre, el mencionado Pabellón de los Deportes, las oficinas del Banco Pastor o la Casa de los Domínguez en A Caeira son el escenario local desde el que pulsar esa singularidad. Y desde ayer, si se acercan a Madrid, lo podrán hacer a fondo con la Exposición que la Fundación ICO dedica al arquitecto pontevedrés, junto a otro gran nombre de la arquitectura que también habría cumplido cien años en 2013, Miguel Fisac. Ambos, arquitectos de un tiempo al que fueron quien de superar gracias a una obra que supuso la regeneración de una arquitectura que se aupó a una brillantez que todavía resplandece hoy en día.


Publicado en Diario de Pontevedra 19/10/2013
Fotografía Camilo Gómez

martes, 15 de outubro de 2013

Os matices dun tempo gris

John Berger nos seus ‘Modos de ver’ afirma que “nunca miramos só unha cousa; sempre miramos a relación entre as cousas e nós”; do mesmo xeito, Juan Adrio formula a natureza como unha relación coa nosa propia práctica, ben sexa co descubrimento do descoñecido, ou con aquilo que coñecemos e que é interiorizado a través da experiencia pero tamén desas palabras, vivencias, emocións, recordos ou impresións que o mar semella facer xermolar das súas entrañas. Podemos formar parte desa experiencia no Pazo da Cultura ata o 17 de novembro nunha exposición que por vez primeira se integra dentro da programación do Outono Fotográfico.


Mirar, experimentar, sentir... todo isto e máis escóndese baixo a proposta de Juan Adrio, ou o que é o mesmo, baixo a percepción dunha natureza que nos empequenece ante a súa dimensión, pero sobre todo, ante a magnitude da súa beleza e as súas ocultas evocacións. Juan Adrio colócanos ante eses miradoiros en que se converten cada unha das súas imaxes, para que nos decatemos do que se abre ante nós, pero tamén para abrirnos cara a nós mesmos.
Nunha primeira serie de imaxes, pertencentes ao proxecto 'Finisterrae', o autor xoga coa amplitude de mares e ceos, para que desfilemos por uns horizontes nos que esa liña parece esvaecer, nesa loita de territorios formulados por mareas e nubes; unha experiencia xurdida da visión do artista pero que se traslada a nós dende ese punto de vista no cal nos coloca, coma se nós mesmos fósemos os que accionásemos o disparador da cámara na conquista dese instante desexado. Instantes como os que se suturan sobre un lenzo para sintetizar esas miradas fragmentadas dende a costa nunha sorte de recuperación da memoria vivida á hora de conseguir cada unha desas imaxes que agora, unidas, configuran unha única mirada. E por último... as palabras. Asomados a eses vastos horizontes quizais o que menos sintamos sexa a necesidade de pronunciar palabras, absortos como estamos ante o espectáculo proposto, de aí que o silencio pareza formar parte daquelas imaxes pertencentes á primeira das series, pero as palabras buscan o seu lugar e o efecto logrado por Juan Adrio na terceira desas variacións paisaxísticas fainas emerxer deses fondos de ceo e mar formulados ambos os dous dende unha premeditada medida. Palabras que se mergullan no interior do ser humano aludindo á súa relación co mundo, con aquilo que o rodea, e que normalmente permanece afastado desa natureza tan fascinante como abafadora. Nalgún momento poderán casar ambas as dúas realidades? É posible que só a arte, coa súa capacidade de suxerir e de sintetizar percepcións, sexa quen de logralo, de permeabilizar ambas as dúas situacións para que conflúan nunha experiencia visual como a aquí proposta.
Actualiza Juan Adrio desta forma ou formas a percepción romántica da natureza que, durante dous séculos, leva prendida na historia da arte. Aquela visión cauterizada a través dunha presenza humana ante a ingravidez crepuscular substitúese agora, pensemos na recorrente visión para estes casos da obra de Caspar David Friedrich, pola nosa mirada, pola percepción directa dunha natureza exhibida en momentos de tensión, en axitadas situacións que derivan en descubrimentos como os aquí presentados. Reactiva Juan Adrio aquela tarefa básica do artista romántico tan ben descrita por Rafael Argullol no imprescindible 'A atracción do abismo', como a "liberación da potencia poética oculta que é o inconsciente". Ben sexa dende a contemplación directa da natureza ou a través da sublimación deses pensamentos interiores, o noso protagonista somérxese nas sombras, as de alí e as de aquí para, como consegue cos seus horizontes, disolver esa fina liña que separa ambas as dúas realidades co fin de indagar na torrencial riqueza das sombras", retomando de novo as palabras do filósofo e profesor de Estética.
Participamos, polo tanto, dunha percepción en dúas direccións, sendo a nosa propia mirada a que permita o acceso da unha á outra, e é que na mirada, no feito de mirar, en como miramos e como reinterpretamos esa mirada é onde radica o éxito da proposta do fotógrafo. John Berger nos seus 'Modos de ver' afirma que "nunca miramos só unha cousa; sempre miramos a relación entre as cousas e nós"; do mesmo xeito, Juan Adrio formula a natureza como unha relación coa nosa propia práctica, ben sexa co descubrimento do descoñecido, ou con aquilo que coñecemos e que é interiorizado a través da experiencia pero tamén desas palabras, vivencias, emocións, recordos ou impresións que o mar semella facer xermolar das súas entrañas. É o poder evocador da natureza, unha alienación momentánea na que eses ocos, que xorden nese instante, se ven taponados polo que emana do noso interior, conformando unha nova realidade a través da obra de arte, a través desa morea de matices, tan importantes para o artista como para o espectador. Matices que nos confunden para, dese pretendido caos, facer fluír unha nova percepción da natureza e como non, de nós mesmos.

Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 6/10/2013
Fotografía: Juan Adrio

luns, 14 de outubro de 2013

La metamorfosis de la pintura

Obras y un montaje muy estudiado configuran en esta exposición de Manuel Ruibal un espacio magnético que te deja pegado a él a través de una atmósfera singular. No son más que rastros, presencias, efectos de la naturaleza que desde la pintura se convierten en esencias pero en cuyo trazo se contiene todo ese misterio que se encierra en la naturaleza. Pintura y escultura crean un hábitat que nos acoge, y que podremos disfrutar en el Centro Cultural de Novacaixagalicia en Vigo hasta el 23 de noviembre.


Hace unos meses Manuel Ruibal nos dejó con la boca abierta con la presentación de un monumental libro en el que se recogían sus experiencias artísticas relacionadas con el mundo animal. Con una naturaleza en la que se citan los recuerdos de su infancia junto a la aproximación que ha tenido a lo largo de los últimos años a una fauna en la que ha descubierto movimientos, sensaciones y plasticidades en las que no había reparado antes, siendo hasta el momento su relación con ella más sentimental o memorial que de admiración. Vincular esos movimientos que le han cautivado con su manera de pintar, que en los últimos tiempos se había decantado por la elegancia del trazo, rastro y conceptualización del gesto de un pintor, era algo inmediato y de ello surge un proyecto tan hermoso como abrumador, tan poético como singular y que en esta exposición se ha engrandecido con la creación de una atmósfera que atrapa al visitante desde el primer momento adentrándolo en un inusual bosque de sensaciones.
Y es en esos trazos en los que se condensa la fuerza de la pintura de Manuel Ruibal al ser capaz de captar en un simple gesto el alma de la naturaleza, de concentrar toda el alma de ese ave, reptil o mamífero en uno de sus gestos pictóricos. Su pintura se construye a través de esos gestos, como también la propia naturaleza se va construyendo desde los gestos que sus inquilinos realizan de manera automática completamente ajenos a la inspiración del pintor.
En el año 2010 Manuel Ruibal se acercó a estas mismas salas para  recorrer toda su trayectoria artística, eran los ‘Trazos de una historia’ que es como se llamó a aquella cita. Ahora los trazos de una historia se ha visto substituidos por los trazos obtenidos de ese medio natural que tanto le atrae, de hecho, en sus cuadros de gran formato hay mucho de su obra anterior. Un irrenunciable estilo que sintetiza la realidad hasta lograr casi hacerla desaparecer en una depuración formal y mental tremendamente complicada pero que visualmente se convierte en férreas directrices capaces de situarnos ante una expresión tan simple como sincera y compleja de alcanzar. Ese trazo además de presentarse en el cuadro también lo hace en la escultura, ofreciendo una colección de piezas de mucho interés para el espectador y que aquí se presentan de manera inmejorable. Son sus culebras colocadas sobre la hojarasca simulando una escena real para nada imposible, todo un logro con el que el escultor da un paso más en el terrero de la escultura que tanto le interesa, además de propiciar una progresión en sus estudios sobre la movilidad de las figuras y que sí se vienen viendo en sus pinturas.
Todas sus imágenes beben también de un ingrediente a mayores, como es el tono poético que subyace en cada una de ellas, una lírica que se traduce en huir de la realidad y refugiarse en ese minimalismo que una vez interpretado por el espectador estalla de una manera especialmente intensa. Rimas suspendidas del aire, alas que juguetean con el viento, bandadas de peces bajo el océano y así un sinfín de estampas sumamente evocadoras.

Sigue progresando Manuel Ruibal, fascinándonos con esa manera de pintar reduccionista tan difícil de alcanzar, ya que, como en la vida, hay tantas cosas que nos distraen de lo realmente importante. Aquí esta claro lo que realmente es importante.

Publicado en Revista. Diario de Pontevedra. 13/10/2013
Fotografía Rafa Fariña

¡Vaya tipo!

Bienvenidos al mundo de Saul Karoo, un guionista en la cincuentena, un cínico retorcido y egoísta, un mentiroso patológico. Lo único que hace bien es destrozar el trabajo ajeno: transforma guiones para amoldarlos a Hollywood...
No sabemos que faceta es más desastrosa en su vida, si la humana, configurada a partir de sus relaciones familiares y amorosas o la profesional, con una manera de entender su trabajo alejada de cualquier principio más allá del establecido por su propia supervivencia. Así es como nos acercamos en una primera instancia a la figura de este guionista de Hollywood que con su nombre da título a la novela de Steve Teisch.
Karoo fue publicada dos años después de la muerte de su autor, en 1996,  cuando éste tenía solo cincuenta y tres años. El olvido se hizo con esta novela hasta que en 2012 fue publicada en Francia, al tiempo que se le concedía el Premio Mémorable, en reconocimiento de una obra olvidada, convirtiéndose en uno de los éxitos de la temporada. En España, de la mano de la Editorial Seix Barral, y con la traducción del también escritor Javier Calvo, se presenta esta obra en la que el lector disfrutará con las andanzas de este personaje tras las cuales se esconde mucho de lo que se puede rascar en la piel de la sociedad norteamericana, tanto desde las relaciones personales como las profesionales, centradas en un universo a priori tan atractivo como lo pueda ser el de Hollywood.
Comienza de manera brillante el libro con la descripción de una fiesta en la que se encuentra Karoo, un hombre al que su abandono personal va a marcar actitudes y comportamientos, y en el que reconocemos el desapego por cualquier tipo de relación con ese ecosistema en el que se ha visto envuelto desde el punto de vista profesional y humano. Divorciado, con pocas ganas de ejercer como padre, con los efectos de los excesos grabados en su cuerpo, Karoo debe lidiar con un mundo en el que cada vez se encuentra más incómodo. Solo el amor puede ser capaz de normalizar esos desequilibrios y éste aparece cuando ya no se le esperaba y con la última persona de la que debería haberse enamorado. Pero los caprichos de la vida harán que lo que semejaba normalizado salte por los aires, acorralando de nuevo al protagonista por un destino, como tantas veces, impredecible.
Junto a la parte humana la profesional tiene mucha importancia a lo largo del relato. Karoo es un guionista poco conocido, pero con el poder suficiente como para convertir una obra llena de belleza y posibilidades en un producto de consumo masivo. A Hollywood, reflejado en la figura de un productor cinematográfico esto poco le importa, ya que su interés únicamente radica en el deseo de conectar con el público para generar el mayor número de ingresos. Ese Hollywood, interesado y mercantilista, en el que las personas son simples instrumentos, marionetas que mover para alcanzar sus fines se refleja a lo largo del libro de una manera audaz, con la descripción de los encuentros entre el guionista y el productor, así como a partir de los sucesos que irán modificando el discurrir de la novela.
Hablamos de Hollywood pero también de la familia, el otro pilar sobre el que se asienta este relato. Y es que Steve Teisch deja constancia de su capacidad de análisis y observación de la realidad, en este caso de una sociedad norteamericana en la que familia y cine son tan emblemáticos. Desde la relación con su ex mujer, con su hijo, su amante y su madre, el autor cubre todo el abanico de posibilidades de una familia que sustenta muchas veces a un personaje que solo se refugia en ella cuando la situación es límite y encontrándose abocado al caos más absoluto.
De lectura ágil y brillante esta obra se convierte en uno de esos libros considerados como una revelación, tras ser rescatado del olvido y en el que la pretensión literaria es, únicamente, la disección humana. Casi nada.
 
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 3/10/2013

sábado, 12 de outubro de 2013

El cine es magia...

 
 
«El cine es magia, algo que encanta a todo el mundo». Con esta deliciosa frase en la que uno se estaría columpiando el resto de su vida se despedía el propietario de Coruña Films S.L., la empresa adjudicataria de los futuros cines de Pontevedra, en una entrevista publicada esta semana en este medio sobre el estado actual del proceso de creación de las nuevas salas de cine en nuestra ciudad. Ana López supo entremezclar en ese reportaje la desolación por el estado en que se encuentran esas instalaciones con la vitalidad de un hombre que a poco que se ponga le habrá que colocar una estatua en la rotonda ubicada ante la Estación del Ferrocarril. Severino Pato, que es el nombre que habrá que grabar en la placa del monumento, será la persona que devuelva la magia a esta ciudad, el que como Méliès hizo en su día, hará de su relación con la aventura del cine un acto cercano a la locura. Y no me digan ustedes que hablamos de una empresa preocupada por ganar dinero, que sí, pero también se me ocurren infinidad de maneras de ganar ese dinero mucho más lucrativas que ésta y con mucho menos retorno a la sociedad.
Las fotografías de Gonzalo García nos dejaron un descorazonador rastro de cables arrancados, cabinas destrozadas, pantallas rajadas y butacas inservibles. El Cinema Paradiso saltando por los aires, en un déjà vu de aquellas fotografías que él mismo nos trajo años después del cierre del Cine Malvar, ahora tan higiénicamente convertido en un edificio de pisos y oficinas. Las salas de Vialia volverán a coquetear con las luces y las sombras, recreándose en ese espectáculo artístico que tanto echamos de menos desde el precipitado cierre del pasado mes de junio, ¡y parece que fue hace diez años!
Este fin de semana, en el que todos hablan maravillas de ‘Gravity’, la última película de Alfonso Cuarón con George Clooney y Sandra Bullock, nosotros soñamos, no con ver la película, que sería lo normal, sino, al más puro estilo Méliés, con que esas nuevas salas lleguen lo más pronto posible y se incrusten en nuestra mirada huérfana de magia. Severino Pato quiere que el milagro tenga lugar antes de la Navidad y casi parece encomendarse al ángel de George Bailey para que las licencias municipales conviertan a Pontevedra en Bedford Falls, evitando que la burocracia retrase su apertura. Ojalá esas licencias se concedan a la mayor brevedad posible, dada la urgencia del asunto y la imperiosa necesidad de los pontevedreses de ver cine, y es que una ciudad sin cine es mucho menos ciudad. Y si hay que saltarse algún que otro trámite pues nos lo saltamos, abocados como estamos a la insumisión, además no sería la primera vez y por cosillas mucho más triviales.
Vuelvo a las frases que Severino Pato nos dejó el otro día, y es que pocas veces unas palabras fueron capaces de transmitir tanta confianza en un proyecto. Hablar de la resistencia del cine frente a las competencias de la televisión o el dvd, la piratería, el criminal 21% de IVA que se aplica a las entradas, o la convivencia en la exhibición del cine más comercial con el cine de autor así como la aplicación de nuevas técnicas de proyección, alientan el deseo de que se apaguen las luces y el proyector comience a escupir imágenes. Ojalá que ese mes de diciembre sea el del primer estreno coincidiendo, curiosamente, con el cierre de la exposición que en Madrid se está exhibiendo en el CaixaForum sobre el universo de Georges Méliès. Oportunidad única para entender el verdadero sentido del cine, y en la que entre sus sugerentes y efectistas imágenes se descuelga la frase: «¿Quién puede vivir sin un poco de fantasía?»
 
 
Publicado en Diario de Pontevedra 12/10/2013

venres, 11 de outubro de 2013

Justicia


Se ha dicho que no ha sido una sorpresa la designación de Alice Munro como Premio Nobel de Literatura ya que su nombre figuraba en todas las quinielas (quinielas en las que lleva desde hace más de diez años) pero para mí sí lo ha sido. Y lo ha sido porque en unos premios muchas veces enfrascados en premiar a exóticas literaturas o a autores que a nivel mundial no son demasiado considerados, quizás en la búsqueda de alimentar el monstruo-negocio Nobel en diferentes latitudes, cuando se premia a una autora con una sólida carrera y una literatura reconocida por millones de lectores sí que se debe entender como una sorpresa.
Hablar de Alice Munro y su universo literario significa hablar desde la honestidad, cuando tantos autores se empeñan en inventar la pólvora, asomarse a los relatos escritos por ella supone una bendición por la limpieza de miras, la falta de pretenciosidad y la consideración del ser humano más modesto como protagonista de sus relatos. Dice Antonio Muñoz Molina, fiel lector y defensor a ultranza de su obra, que en sus relatos breves se encuentran los gérmenes de posibles novelas pero que la autora posee la inteligencia necesaria para narrar toda esa novela en un tamaño menor del que necesitarían otros escritores.
Literatura de matices suele poner el ojo en las cosas más insignificantes o por lo menos en esas que nos lo pueden parecer. Sus relatos están plagados de gestos, situaciones, contextos y perspectivas que los llenan de humanidad y los aproximan a un lector que nunca se siente defraudado cada vez que se adentra en unas historias normalmente protagonizadas por mujeres que se adueñan de su destino y que, inmersas en situaciones cotidianas, mudan un escenario predeterminado para ser ellas las que decidan por donde debe conducirse su existencia. Algo similar a lo que le ocurrió a la autora, cuando tras su matrimonio y maternidad, aparcó una vocación estudiantil recuperada en las horas de siesta de sus hijos. Así, desde lo que podía ser el germen de uno de sus relatos, se comenzó a configurar una trayectoria literaria que, según anunció hace unos meses, abandona de manera definitiva.
Pocos premios Nobel han hecho tanta justicia como en este caso. Ahora es el momento de que comience a funcionar la maquinaria del Nobel más popular, un engranaje que llenará estanterías y escaparates con las hermosas cubiertas que suelen llevar sus libros editados en España por Lumen provocando el acceso de nuevos lectores al universo de Alice Munro. Toda una bendición para ellos. ¡Qué lo disfruten!


Publicado en Diario de Pontevedra 11/10/2013

mércores, 9 de outubro de 2013

Alma espida de poeta



POUCOS libros nos últimos tempos fixéronme tremer as pernas do xeito como o acadou ‘Os ángulos da brasa’ de Manuel Álvarez Torneiro. E é que poucas lecturas poden axitar máis a alma que a poesía. A súa máxica percepción da realidade e a súa posterior devolución ao lector a través da alma espida do poeta, permite achegarse como poucas artes a esa fenda que tantas veces xenera a realidade entre ela mesma e nós. Un xeito de espirse que no caso de Manuel Álvarez Torneiro afástase de especulacións, de amizades interesadas con críticas e ata cos lectores, agromando así unha poesía chea de referencias, de ligazóns cun pasado cultural imprescindible para tentar comprender o noso presente. Tendo en conta que falamos dun presente miserable para o ser humano no que abofé que o único xeito de redención, a derradeira táboa á que suxeitarse ante o naufraxio xeral é a da poesía.
Aferrado a ela o poeta vai a beber nas fontes da beleza para convertela en palabra no esqueleto que xuntas sustentan, non so este poemario, senón unha obra á que o que esto escribe chegou tras este milagre morniño de brasas aínda hoxe quentes e reconfortantes, pese ao tempo que pasou tras a súa publicación. E é que coller entre as mans libros como ‘Parábola do incrédulo’ ou ‘Setembro Stradivarius’, ambos dentro da colección Tambo publicados pola Deputación de Pontevedra supón afianzar a cerna da súa poesía. A fonda ligazón desa maridaxe de beleza e palabra que escorrega por cada un dos seus versos beliscando a pel do lector e abríndolle camiños engaiolantes.
Chegados a este punto merece especial atención o mundo da edición. Editar poesía é de tolos, non dubiden que así é. Pero ¡bendita tolemia! Sementar librerías e fogares con esas táboas salvadoras é unha misión tan necesaria como irrepetible neste contexto social e humano, de aí que esta illa de resistencia no que se converte Tambo, agora baixo o selo da Faktoria K de Kalandraka, e outro motivo de orgullo para a nosa cidade e de respaldo para a atinada (á vista está) dirección do tamén escritor Luis Rei, ao conformar paseniño unha colección xa imprescindible nas nosas letras (e non se perdan a recente edición do poemario de Xavier Seoane ‘Espiral de sombras’ que se move neste mesmo nivel).
O Premio Nacional de Poesía, concedido por primeira vez a unha obra en galego, convértese deste xeito no fito cultural do ano en Galicia. Unha Galicia que non adoita amosar ledicias como esta pese a calidade dos seus creadores, tantas veces faltos dos respaldos necesarios, aínda que todo muda cando as brasas palpitan coa singular forza que é quen de acadar Manuel Álvarez Torneiro para acariñar as nosas almas a partir da súa propia alma espida. A alma dun poeta.

Publicado en Diario de Pontevedra 9/10/2013
Fotografía: Presentación do libro 'Os ángulos da brasa' en Pontevedra

domingo, 6 de outubro de 2013

Estimada Ana:



Una carta salió de Pontevedra con destino Madrid. Cosas de la burocracia, con lo sencillo que sería que de Michelena a Castelao alguien depositase la misiva en la dirección correcta. Pero un papel hoy en día sin un cuño y una entrada de registro poca cosa es, y es desde ese punto de vista desde el que el ‘Estimada Ana:’ que, de puño y letra escribe el alcalde sobre el relatorio oficial de quejas de Concello y vecinos en relación a las obras del AVE a su paso por nuestra ciudad, le concede a la carta la necesaria cercanía entre administraciones, y en este caso, entre personas. Como una de aquellas recetas que el Dr. Lores firmaba para remedio de males de sus pacientes, ahora el recetario busca a una ministra con la que este gobierno local mantiene un idilio de pasos elevados, circunvalaciones y desdoblamientos que unas siglas no podrán romper, al menos mientras no haya un proceso electoral a la vista. 
Hace bien Lores en enviarle una carta a Ana Pastor y en mantener vívido ese idilio, yo en ese gobierno también sería a la única persona a la que se la enviaría, por lo menos sabría que la abriría, que la leería y hasta que la entendería, y hasta confiaría en que solucionase alguno de esos problemas. Que se lo digan a los vecinos de Cotobade, que en un par de meses vieron como aquel hoyo indecente se cubrió, mientras algún cargo del PSOE aún debe estar hoy conociendo los tipos de aglomerado que existen para solucionar el problema (que alguien le diga que ya está arreglado). Además no me cansaría de adjuntar anexos solicitándole más cosas para la ciudad, elevando el techo competencial (ya pensé que nunca podría escribir esta expresión en mis artículos). Que si la segunda biblioteca que tanto necesita una capital con más de ochenta mil habitantes y con solo un centro de este tipo (para qué perder el tiempo con Wert); que si la Escuela de Hostelería Carlos Oroza necesita de un edificio nuevo (para que perder el tiempo con Wert); que si el Centro Lúdico y deportivo de A Parda sería una bendición (para que perder el tiempo con Wert) y así iría soltando demanda tras demanda. 
Y es que Ana Pastor saca varios cuerpos de ventaja a sus compañeros del Consejo de Ministros. Su imagen de seriedad, trabajo y sinceridad, sin engaños, palabrerías y bobadas (para que perder el tiempo con Wert) que tanto le gustan a muchos de sus compañeros, la han convertido a lo largo de estos meses de Gobierno en un bastión para un presidente que sabe de que ministros prescindir en una futura remodelación, pero también de cuales no hay que deshacerse. No tienen más que fijarse en lo bien que estoy hablando de un miembro del PP (como también podría hacerlo de otros) y hasta el momento no me ha salido ningún sarpullido. 
Lo del agujero de Cotobade es una anécdota al lado de lo que supone la gestión de la construcción del AVE hacia Galicia (misión perpetua de los ministros de fomento galaicos), o los dolores de cabeza con la gestión de los aeropuertos o la tragedia de Angrois, en la que Ana Pastor demostró tantas cosas. Abandono ya el tono Anson y dejo a la ministra con su carta, que seguro atenderá convenientemente. Solo recordarle al alcalde que esta correspondencia gana mucho en su objetivo con algún hálito de vida, que entre las frías líneas de los técnicos se pueden mezclar elementos personales, como ese paseo en moto que se ha dado por la ciudad esta semana, y quien sabe si se podría repetir en la futura inauguración del desdoblamiento de la Avenida de Vigo con Ana Pastor aferrada a su cintura a lo Gregory Peck y Audrey Hepburn en ‘Vacaciones en Roma’. Yo ahí lo dejo.


Publicado en Diario de Pontevedra 4/09/2013
Fotografía Rafa Estévez