[Ramonismo 172]
Guadalupe Nettel hace de ‘Los divagantes’ una mordiente aproximación al clan familiar y lo que supone para el individuo
SE aproxima la mexicana
Guadalupe Nettel de manera inteligente al ámbito de la familia a
partir de diferentes situaciones que no hace más que trabajar y
mostrar la quiebra, ese punto de ruptura que siempre está presente
en todo contexto humano, más aún si este viene definido por esa
pertenencia a la tribu y a un ámbito donde las relaciones se
evidencian como mucho más intensas que en cualquier otro territorio
que vincule a los seres humanos.
En cada uno de ellos la autora es
capaz de poner la lupa en ese instante en el que todo muda, bien por
un acto premeditado o por cualquier circunstancia azarosa que pone a
los protagonistas ante una nueva realidad, tras la cual todo, a
partir de ese momento, será diferente y sus componentes no serán
los mismos. Con una magnífica escritura, libre de complejidades
estilísticas o difíciles armazones argumentales, Guadalupe Nettel
saber hacer de cada relato una especie de esencia, una sublimación
donde nada sobra y todo está perfectamente medido para dirigir
nuestra atención hacia esa tensión que en muchos de los textos
intuimos línea tras línea, mientras en otros nos sorprende,
provocando también en el lector esa tensión que nos permite
conectar con alguno de sus protagonistas.
Elementos silenciados a lo largo del tiempo, conductas que se revelan en un determinado entorno al que no se estaba acostumbrado, interferencias oníricas, la evolución de las relaciones entre hombre y mujer, los cambios en los hijos... Todos ellos son ingredientes de los relatos que forman parte de ‘Los divagantes’, editado por Anagrama, a partir de los cuales se produce esa fractura que nos sitúa ante una nueva realidad que provoca el siguiente cambio en la mirada de quien se hace eco de él. Esa mirada puede suponer el final del relato, pero también una rápida advertencia de aquello que sucede a nuestro alrededor y que por diferentes cuestiones nunca habíamos atendido. Y es que las familias son ecosistemas diversos en los que nada está escrito y los comportamientos de sus componentes serán los que irán definiendo su evolución.
Divagantes, ecosistemas... palabras que nunca son casuales, ya que si hay otro elemento que está muy presente en buena parte de los relatos es la naturaleza y cómo ella puede albergar metáforas, explicaciones e incluso razonamientos para lo que le ocurre al ser humano en esos otros contextos más urbanos de ciudades, calles o viviendas, donde todo parece oprimir todavía más nuestras acciones, de ahí que la necesidad de la naturaleza, de establecer un contacto que nos permita recuperar aquella parte más atávica de lo que somos accione nuevas percepciones de la existencia. Se preguntarán ustedes que son los divagantes, pues en uno de los relatos más hermosos, que así se titula, se nos explica cómo una de las variedades de albatros recibe ese nombre cuando se desorientan por la ausencia de viento, obligado en su manera de volar, cayendo en la desorientación y alejando a esos ejemplares de su entorno natural. Así es como muchas veces las personas se encuentran frente a esa desorientación que viene marcada por la insatisfacción, el miedo, las dudas, las inquietudes, lo inesperado o ese destino que tantas veces se nos escapa de las manos con independencia de nosotros mismos, por citar tan solo alguna de las situaciones que pueden motivar ese estado de perplejidad, hacen que reaccionemos de una manera que mudará todo aquello que las rodea.
Ese alambre sobre el que hacer equilibrios, como es el afecto, es con el que Guadalupe Nettel activa la energía interior de cada una de las historias, manejada desde una forma de escribir especial, ya reconocida como una de las más atractivas y firmes de latinoamérica, logrando entre otros galardones el prestigioso Premio Herralde de Novela en el año 2014 con ‘Después del invierno’, siendo en 2023 finalista del Premio Booker Internacional con su anterior libro, el también muy recomendable, ‘La hija única’, donde de nuevo la familia, a través del hecho de la maternidad en tres mujeres, está muy presente.
Sabemos lo jugoso que es la familia como materia literaria, lo bueno es cuando encuentras una manera de aproximarse diferente, que mira allí donde no estamos acostumbrados a hacerlo, tal y como hace Guadalupe Nettel.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra, 14/10/2023