martes, 16 de novembro de 2010

El corrector



Llega a nuestras librerías la edición en bolsillo del tercer título que cierra la llamada ‘trilogía del mal’ del escritor asturiano Ricardo Menéndez Salmón. ‘El corrector’ es, por lo tanto, el tercer capítulo de una serie de relatos en los que al autor se vuelca de manera apasionada y obsesiva en una literatura alejada de modas pasajeras, evidenciando su fuerte compromiso con una manera de escribir intensa y que busca radiografíar nuestra sociedad. Así lo hizo con ‘La ofensa’, imprescindible relato sobre la historia de un sastre en la II Guerra Mundial y con ‘Derrumbe’, perturbador narración sobre el origen de muchas de las perversiones en nuestra sociedad. Ambas recorren ese territorio del mal, en el primero de ellos desde una perspectiva pasada, y en el segundo, a partir de una historia imaginada, pero es en ‘El corrector’ donde Menéndez Salmón más se ‘arrima’ al propósito último de sus libros, explorar unos senderos de maldad todavía muy próximos a nuestra historia reciente, al centrarse la narración en los sucesos que el 11 de marzo de 2004 tuvieron lugar con la explosión de varios artefactos en diferentes trenes de cercanías de Madrid. Aquel 11-M marcó a España, la señaló como objetivo real de un terrorismo integrista pero también destapó cómo la política es incapaz de asumir su propio significado para gestionar este tipo de situaciones límite, penosamente contaminadas por intereses partidistas. Ricardo Menéndez Salmón valora dentro de una historia personal, la de un escritor que abandona la literatura propia para realizar correcciones de libros (en este caso ‘Los demonios’ de Dostoievski, evidentemente y por el contenido de este libro algo nada casual), muchos de los acontecimientos que durante esos días de nebulosas y turbadoras horas los españoles vivieron con sobrecogimiento.
Menéndez Salmón, amante de las palabras y su perfecta sincronización en el relato, se detiene de manera especial en cómo el gobierno trató la información en aquellas horas posteriores a los antentados y el uso perverso que se hizo del lenguaje: “En aquellos terribles días el lenguaje fue vituperado, arrastrado por el fango y reducido a moneda de Judas entre toda nuestra clase política”. Cuestión que aparece magistralmente envuelta en reflexiones sobre el horror, la libertad, la literatura y el amor, tanto el filial como el sexual, partes fundamentales de nuestras vidas, de unas existencias que para siempre quedaron marcadas a fuego y sangre, y que Ricardo Menéndez Salmón es capaz de sintetizar en un libro intenso e imprescindible.

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