La vida muchas veces nos sitúa en encrucijadas, cruces de caminos en los que debemos de tomar una decisión que posiblemente cambiará el resto de nuestras vidas. David Cal hace años, en ese tránsito del deporte aficionado al profesional, se encontró ante la primera de ellas, la de apostar fuerte por sus calidades deportivas, y exigirse al máximo durante cada uno de los días del año para convertirse así en uno de nuestros mejores deportistas a nivel mundial. Hace unas semanas el palista de Aldán se encontró de nuevo en una tesitura semejante, la de dar un paso adelante y formar parte de la candidatura de Telmo Martín a la alcaldía de Pontevedra. David Cal, y me imagino que su incisivo y tantas veces sensible entorno, dieron el sí, la afirmación necesaria para ser incluído en una lista que hará que ya nada vuelva a ser igual. La política, entre sus afiladas aristas, tiene la de ir lentamente erosionando a sus componentes, la de ir minando la visión que antes del bautismo político teníamos de cada uno de sus integrantes. David Cal, siempre será nuestro héroe olímpico, nuestro sagrado medallista, pero lo será menos. Pasar de estar coronado con el laurel de los triunfadores, con las medallas en la mano, a repartir pasquines de partido o a posar bajo unas siglas (con todo lo que ello supone ideológicamente) hará que todos, en mayor o menor medida, veamos a David Cal de manera diferente.
No duden que el deporte ha perdido más de lo que ha ganado la política, y por mucho que se diga que hasta pasados los Juegos Olímpicos David Cal no formará parte del grupo activo del partido, el palista tendrá una presión añadida que en nada le va a ayudar en su puesta a punto para una cita en la que sí todos le apoyan. Habrá días que no, pero en otros muchos, mientras se suceden las paloas sobre esa canoa llena de sufrimientos y contra el inmisericorde cronómetro, su mente no podrá evadirse de lo que suceda en el ring político, además, su exposición pública en los medios le llevará a tener que sufrir más de un ‘palito’, algo que hasta ahora era muy difícil de ver por su imagen de deportista de primer nivel al cual todos protegíamos y hasta disculpábamos ciertos desplantes que lo hacían coquetear con una política en la que nunca quisimos verle inmerso. Aquellas escaramuzas levantiscas que le llevaron a criticar las políticas de anteriores gobiernos, ahora se redimensionan; sus marchas hacia aguas más al norte en busca de mejores instalaciones para un mejor entrenamiento, presenta una lectura nueva a la que se realizaba en aquellos días. Y es que ya nada volverá a ser igual.
Tras el innegable derecho de cualquier persona a presentarse en una candidatura, es más dudosa la elección del momento adecuado. Dejarse llevar por cantos de sirena que tras sus músicas embaucadoras nada ofrecen y que lo único que pretenden es consignar la necesaria carga de populismo que ciertos políticos, normalmente los peores, los que no tienen argumentario, consideran imprescindible para lograr una victoria. Ésta debe lograrse al precio que sea, incluso haciendo peligrar la carrera de nuestro mejor deportista, de un héroe al que se le van desprendiendo las hojitas de laurel que un día lo tocaron como una leyenda y que ahora se marchitan ante la llegada de un nuevo tiempo, un tiempo en el que nada volverá a ser igual.
Ningún comentario:
Publicar un comentario