Cada vez más enredado por Tirios y Troyanos el ovillo azul del Teucro ya va siendo hora de que comience a desenredarse. Con el equipo líder de la categoría, los jugadores demuestran que son una vez más lo mejor que tiene el deporte, siempre en su sitio, apostando por el balonmano, su trabajo, y una camiseta que muchos se han empeñado en ir destruyendo con sus acciones cada vez ejecutadas más desde el empecinamiento y la obstinación que desde la búsqueda de la defensa de los intereses del club. Club es precisamente la palabra que más ha sido vapuleada durante los últimos meses dentro de un guerracivilismo impensable no hace muchos años en los que el Teucro se enorgullecía de la unión de todos sus estamentos, como destacó en estas mismas páginas en una entrevista retrospectiva una de las estrellas de la historia teucrista, Gaby Ben Modo. Ahora que un grupo de socios han elevado la condición de padres a unos excesos que escapan a lo que debe ser una estructura de club, lo que les ha llevado en una huida hacia delante a presentar una candidatura que será oficializada el próximo viernes en el nuevo presidente, Carlos García Alén, en sus manos estará el futuro del Teucro y este futuro no depende de pagar o no unos chándales o de dos o tres equipos más en la base (desde siempre los jugadores de las categorías inferiores llegado cierto momento deben aprender a volar y ante la falta de alternativas partir hacia otras latitudes, nada nuevo bajo el sol), un club debe buscar el mayor equilibrio posible entre cantera y el equipo profesional, que en este balonmano de crisis que vivimos, cada vez lo será menos, pero cuya existencia es lo que da sentido al resto de la infraestructura del club. Ahora llega el turno de las decisiones que deberán ser tomadas por los nuevos gestores, esperemos que no se dejen llevar por los cantos de sirena de tantos conocedores de balonmano que hay en esta ciudad, de tantos sabios que se dedican a crear estados de opinión fundamentados no se sabe muy bien en qué pasado o en unos poderes que les han sido conferidos no sólo para opinar, que en eso andamos todos, con mayor o menor fortuna, sino para influir en las decisiones de los demás, algo de lo que tanto gustan. Ellos y sólo ellos, deberán ser quienes comiencen a desenmarañar este ovillo demasiado liado por muchas manos, cuando las manos de verdad, las que ciertamente importan, son las de los deportistas, esas que han aupado a este equipo a un liderato que muy pocos pensaban, pero que ponen en valor el potencial de unos jugadores, muchos de ellos veteranos, que respiraron los aromas de un pasado de vino y rosas y que ahora intentan salir indemnes del fuego cruzado. Su gran mérito es precisamente sobrevivir a estos últimos meses en un ambiente hostil, junto a un entrenador, Modesto Augusto, que ha vuelto a demostrar que hay pocos como él para llevar adelante a un equipo como el Teucro, un club enredado en sí mismo.
Publicado en Diario de Pontevedra 09/12/2010
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