El centro cultural Caixa Fórum de Madrid acoge hasta el 15 de enero una de las citas pictóricas más ambiciosas de los últimos tiempos. Una gran exposición retrospectiva del pintor Eugène Delacroix (1798-1863)
Quién busque y desee que la pintura sirva como catalizador de sensaciones no debería dejar pasar la ocasión de recorrer esta exposición. ‘Delacroix. De la idea a la expresión’ es el más completo recorrido realizado hasta la fecha sobre este pintor, eminentemente romántico, pero en el que se intuye la llegada de los nuevos tiempos de la pintura que, en la segunda mitad del siglo XIX, hicieron saltar por los aires las convenciones artísticas de dicha disciplina. Mucho más que el pintor de grandes escenas históricas, de furiosos movimientos y gestos de sus personajes, Delacroix va a rebelarse como un pintor que lleva dicha condición, la de pintor, hasta sus últimas consecuencias, es decir, aquel que busca la progresión no solo de su pintura sino de la pintura en general. Formado al amparo de los academicistas neoclásicos, el tiempo que le tocó vivir le obligaba a la experimentación a conocer a los clásicos a Rembrandt, Rubens o Velázquez, pero también a desplazarse hasta Inglaterra para acercarse a la pintura de Constable. Nuevos países, independencias y territorios de ensueño que se convertirían en el destino de los más aventureros, es lo que el siglo XIX comenzaba a proponer para capturar así almas sensibles. Delacroix se empapará entonces del sol del norte de África, conocerá España, y reconocerá el universo de una suntuosidad que, nuevos tejidos, colores y formas eran capaz de provocar bajo una nueva percepción que conquistó al pintor ya para siempre.
En 1832 Eugéne Delacroix llega a Marruecos y allí descubre una nueva realidad, una realidad iluminada por una luz brutal e inconcebible hasta el momento por el pintor francés. Realmente ya nada volverá a ser igual en su obra, sus escenas tendrán siempre un toque orientalizante, en mayor o menor medida, con independencia de temas o argumentos, ya que la manera de expresión del artista ha cambiado a través de su pincelada y de ese recurso que es el color. «El puente entre el espíritu del pintor y del espectador», así se refería el propio pintor a esta faceta de la pintura. Y no hay más que aproximarse a alguna de las obras seleccionadas para la muestra, como 'Mujeres de Argel en sus habitaciones', para comprender todo eso: la fascinación por el color, por el toque de la piel, la composición de varios grupos y ese sentido exótico que ofrece un territorio lleno de alfombras, joyas, telas, en un instante casual de la pintura. Pero la pintura de Delacroix se dispersa por este moderno ambiente, por unas salas en las que uno no deja de pasmarse ante la contundencia de diferentes obras, su compleja relación con los amimales, su estudio del cuerpo humano, las arquitecturas... en definitiva sus grandes óleos maravillan por su grandiosidad pero compiten en igualdad con los apuntes que posteriormente se trasladarán al lienzo. Maravillosos bosquejos donde todo es intuición y libertad, donde nada es premeditado y el artista maneja su destreza con inusitada efervescencia.
Estamos por lo tanto ante la evidencia del gran arte de la pintura de quien desde el color, y desde otra característica, que sorprende y maravilla a la vez ante sus obras, como es el movimiento conseguido en muchas de sus escenas (no hay más que ver ‘La caza de los leones’, ‘La caza del tigre’ o ‘San Jorge luchando contra el dragón’, o sus obras sobre caballos) para apreciar ese sentido el ritmo del que tanto aprendería otro pintor francés como Degas. Recorrer estas obras supone confirmar todas las bondades conocidas sobre el artista e incluso alguna más a la vista de que, como suele suceder, poco tienen que agradecer las reproducciones en libros o manuales a la obra en origen. No nos extraña la masificación de las salas, el gentío que acude a ver una exposición que además de talento viene a refrendar el valor de lo cultural como fuente de ingresos y elemento dinamizador de la economía, desde una cultura que interesa a muchos.
Publicado en Diario de Pontevedra 20/11/2011
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