Suele ser el cálido refugio de quienes menos la merecen. De los que en menor medida luchan porque esa casquivana dama se coloque junto a ellos. El inefable Mourinho tras meses de calma y sosiego, de Osasunas y Rayos, se ha vuelto a destapar tras el paso del Barcelona por el Bernabéu. El equipo catalán volvió a tirar de la manta y al portugués se le enfriaron los pies, incapaz de reconocer la superioridad de su rival, en gran medida por la repetida gestión que de su equipo hace ante la visita de Guardiola y cía. Así es que no hay más remedio que hablar de la suerte, de los rebotes, del gol que pudo haber sido y no fue... como si lo visto durante noventa minutos se limitase a un caprichoso balón y no al diferente juego desplegado sobre el terreno de juego. Un territorio que se empeña en mostrar una y otra vez que la suerte es lo que es, una anécdota que suele estar del lado de los que luchan por ella.
Publicado en Diario de Pontevedra 12/12/2012
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