En los próximos días tenemos la posibilidad de asomarnos a una ventana muy especial, la que desde ‘A librería de Marín’ se abre para que podamos visualizar obras de diferentes creadores, pero también para asomarnos a un interior que supera el concepto de librería comercial para posicionarse como un centro de creación y de animación cultural, algo de lo que Marín no está excesivamente sobrado. La obra de Fernando González es la que ahora nos convoca y la que podemos disfrutar.
Entrar en una librería cada vez más se está alejando de aquella anticuada sensación que recibía el cliente cuando accedía a lo que no era más que un almacén de libros. Hoy en día ya son muchas las librerías que apuestan por dinamizar su espacio, por ofrecer al cliente un amplio abanico de opciones que le motiven de cara al acceso a la lectura, pero también buscando la sensación de que en ese lugar tan especial confluyen diferentes actividades relacionadas con la cultura de las cuales poder sacar un provecho para su persona.
‘A librería de Marín’, en la rúa da Roda, acaba de cumplir siete años abierta al público y desde hace unos meses lleva generando entre los aficionados al libro en Marín muchas y buenas de esas sensaciones comentadas. De la mano de la emprendedora Rosa Neutro-Licenciada en Bellas Artes- se lleva proponiendo con el respaldo de la propietaria, Marta Díaz, diferentes opciones que sirven para que Marín poco a poco asista a un lugar de dinamización cultural. En estos momentos un curso de fotografía que ofrece la propia Rosa Neutro, con quince personas inscritas, centra su atención a lo que se le une la exposición de una pieza artística que aproximadamente durante un mes se instala en la propia tienda.
‘Ollada obrigada’| No en un lugar cualquiera, sino en ese ámbito intermedio entre el exterior y el interior, entre la realidad de la calle y la realidad de un espacio donde se reconoce, una vez que accedes a él, el mimo por todo lo relacionado con el ambiente cultural. Desde esa ventana en los últimos meses los transeúntes de Marín han visto las obras de la propia Rosa Neutro, Fernando Lafuente, Antía Sánchez, y en esta ocasión, hasta mediados de este mes de marzo la instalación 'A ollada obrigada' de Fernando González. Una pieza que este artista, nacido en Vigo pero afincado en Marín, nos propone como un juego de miradas, un conjunto de fotografías de pequeño formato insertas en unas cajas de madera que a medida que transcurre el tiempo de la exposición van modificando su relación con el espacio, variando su posición y altura, componiendo nuevas visiones que suscitan así, ante el caminante que se detiene ante el escaparate, una nueva percepción. Una obra en permanente ejecución, en constante tránsito en sí misma para modificar la propia mirada que la pieza genera en su reflexión interna, la provocada por esos juegos de sombras y luces, elementos arquitectónicos donde la luz se erige como protagonista. Son pequeños guiños hacia nuevas realidades que nos obligan a participar de la pieza, a dirigir nuestra mirada al interior de esas cajitas donde el hecho de mirar a través de esos singulares objetivos nos convierte en parte de ella y también de este proyecto cultural y casi de vida, que dos mujeres generan en Marín como una referencia de lo que se puede lograr desde la ilusión y las ganas de presentar una propuesta novedosa. Literatura y arte se amalgaman desde este espacio, en el que una ventana simboliza aquello a donde asomarnos, aquello que nos permite descubrir de que material están hechos los sueños.
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