LA FICHA Toros
de Victoriano del Río. Buen juego. Tercero y sexto aplaudidos en el arrastre.
El quinto devuelto a los corrales con un asta rota sustituido por un toro del
hierro de Cortés.
Julián
López ‘El Juli’. De botella y oro. Estocada trasera (oreja); Más de media
estocada al encuentro y seis descabellos (silencio).
Miguel
Ángel Perera. De chocolate y oro. Estocada tendida (silencio); Gran estocada
(oreja).
Iván
Fandiño. De verde agua y oro. Dos pinchazos, pinchazo hondo y dos descabellos
(Ovación desde el tercio); Estocada fulminante (dos orejas). Segunda corrida de
la Feria de A Peregrina 2014 celebrada en la Plaza de Toros de Pontevedra que
registró más de media entrada. El festejo fue presidido por José Manuel López
Sánchez; como asesor veterinario Juan Ocampo y Carlos Ares en lo artístico.
PONTEVEDRA. La
estela de polvo que deja Iván Fandiño a su paso puede verse desde varios
kilómetros de distancia. Es el polvo de la gloria, de la pasión por una
profesión y las ganas de hacerse un sitio entre los mejores toreros al precio
que sea. Para ello el torero vasco, de raíces gallegas, exhibe un valor racial,
un desafío constante a esa palabra, miedo, que todo torero guarda cerca de su
corazón, y de la que saben que deben de huir.
Tres
tardes en Pontevedra y tres puertas grandes hacen de Iván Fandiño un valor
seguro en esta plaza y también en el toreo, tan necesitado de este tipo de
matadores que mezclan el dominio técnico con la raza. Se fue con las manos
vacías en el primero de su lote, el mejor toro de la tarde, merecidamente
aplaudido en el arrastre por su movilidad y empuje. El toro se lo brindó al
exmatador Palomo Linares y allá se fue al centro de la plaza a comenzar firme
la faena, citando al toro por detrás y pasándoselo cerca, cerca, cerca. La
faena fue creciendo en intensidad hasta el delirio con otras ceñidísimas
manoletinas finales que ponía todo de cara para desorejar a ese ‘Ruiseñor’ y
abrir ya de inicio la puerta grande. Pero la espada ayer jugó malas pasadas, no
solo a Fandiño, sino que El Juli también perdió la puerta grande en su segunto
toro al eternizarse con el descabello. El de Orduña se lamentaba sabedor de que
ese faenón no iba a tener reconocimiento en forma de apéndice, aunque sí lo
tuvo con una atronadora ovación desde el tercio.
La
mecha estaba encendida y el que más y el que menos sabía que en el último de la
tarde la polvareda se iba a divisar desde el fondo de la ría. Dicho y hecho, un
espectacular recibimiento con el capote, una buena puya y tres pares de
banderillas de ley, que obligaron a saludar a sus subalternos, ponían todo en
suerte para el triunfo. Y es que cuando las cosas se van haciendo bien suelen
acabar mejor. El toro tenía también dedicatoria, en este caso a Manuel
Villanueva, quien en estas mismas páginas escribía ayer sobre el diestro con
hondura y admiración. De nuevo gran faena, menor que la primera, pero el coraje
del torero se impuso al toro y las manoletinas del final, casi imposibles y a
la vez escalofriantes, se coronaron con un espadazo que fulminó al de
Victoriano del Río e hizo estallar la plaza. Lo había logrado. Tres tardes y
tres puertas grandes. ¡Olé!
‘El Juli’
intentó mediar entre los dos grandes toreros de la temporada, pero no tuvo suerte.
Bien con el primero al que ligó buenas tandas de muletazos y alque mató bien.
Se empleó a fondo con el segundo con un toro complicado que lo fue más a la
hora de entrar a matar. Un desaguisado.
Miguel Ángel Perera casi logra el milagro de abrir
la puerta grande, más cimentado por su excepcional estado de forma que por las
facilidades de sus oponentes. El primero reservón dio un susto a uno de sus
subalternos que se retiró a la enfermería tras un revolcón. Su toreo despacioso
y mandando se impuso en su segunda faena con tandas muy cerca de los pitones y
exhibiendo esa confianza que desde Madrid arrastra por cada Plaza. Una oreja y
una sentida ovación.
Publicado en Diario de Pontevedra 4/08/2014
Fotografía de Rafa Fariña
Fotografía de Rafa Fariña
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