La briosa editorial Periférica nos lleva proponiendo en su catálogo de
autores varios trabajos del americano Thomas Wolfe (Asheville, 1900- Baltimore,
1938). Títulos como ‘El niño perdido’, ‘Una puerta que nunca encontré’ y ‘Especulación’
lo han convertido en uno de los autores fetiche de esta editorial que tan bien
está trabajando en la recuperación de textos ignorados y olvidados en nuestro
país, poseedores de una indudable calidad que, tras su lectura, no se entiende
cómo han podido ir languideciendo entre otras publicaciones de mucho menor peso.
En esta ‘Hermana muerte’ el escritor nos sitúa en una bulliciosa
metrópoli, en ese Nueva York a punto de convertirse, sino lo era ya, en el
centro del mundo occidental. Allí, su protagonista se convierte en testigo de
cuatro muertes con el inapelable marco de la ciudad. Cuatro muertes que
permitirán al autor analizar ese hecho inevitable en el devenir del ser humano
y la respuesta de este ante esa ‘hermana muerte’. Todo ello también le ofrecerá
a Thomas Wolfe la oportunidad de aproximarse a ese nuevo mundo vertiginoso que
mudaba de la noche a la mañana y en el que los cánones de belleza rugían entre
inmensos edificios y automóviles que simbolizaban, como pocos elementos, el
paso de los polvorientos caminos de antaño al asfalto de la nueva tribu urbana.
Las muertes, que acaecen bajo las más diversas circunstancias, se sitúan
en los nuevos espacios urbanos. Rascacielos, el metro o el asfalto son el nuevo
hábitat de un hombre que responde de las más diversas maneras ante la muerte.
Las miradas o las actitudes de aquellos que presencian tales hechos mueven a la
reflexión del protagonista sobre cómo ese mundo moderno acoge el óbito de sus
semejantes. Todo ello se nos transmite, y aquí es donde radica la importancia
del autor, de una manera llena de cualidades literarias, con un lenguaje que
entremezcla la duda con la belleza extraída de esa nueva visión de lo contemporáneo.
Es la mirada de un joven vibrando ante lo que sucedía a su alrededor y que solo
era frenado, durante unos breves segundos, ante la abrupta irrupción de la
muerte, aunque en ocasiones, la insensibilidad del hombre le lleve a ignorar
muchas de las cuestiones humanitarias que surgen a su alrededor. Algo que
todavía estaba en pañales, si lo comparamos con nuestro mundo de hoy, pero en
aquel momento Thomas Wolfe ya vislumbraba donde podía terminar ese atisbo de
mezquindad de un hombre tantas veces lobo para el propio hombre.
Si en ‘Especulación’ ya se marcaba el crecimiento de la nueva ciudad,
ahora, Periférica y Thomas Wolfe ponen en nuestras manos cómo el hombre se
mueve en esa nueva cárcel donde la ‘hermana muerte’ está presente.
Publicado en Diario de Pontevedra y El Progreso de Lugo 14/09/2014
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