Rue Saint-Antoine nº 170
Grabado ▶ El 24 de noviembre de 1864 nacía Henri de Toulouse-Lautrec.
Toda Francia, desde su Albi natal hasta París, recuerda a uno de los pintores
de la modernidad artística en su 150 aniversario. A muchos kilómetros de allí,
a la Pontevedra
de finales del siglo XIX, llegaron tres grabados del pintor. La clave, la
biblioteca de los Hermanos Muruais.
Las últimas décadas del siglo XIX eran una lavadora en constante
centrifugado. Un continuo ir y venir de cambios que, en todos los aspectos de
la sociedad, mudaron un mundo que se agotaba en sí mismo. El arte, siempre
atento a esos pálpitos sociales, se volcó con el nuevo tiempo, con un mundo
urbano que iba acogiendo cada vez a mayor población y diversificando sus
opciones de vida. París se convertía en el centro del mundo mientras a Nueva
York le salían todavía los dientes a la espera de su hora.
Toda una generación de nuevos artistas hicieron suyo ese tiempo y su
mirada se convirtió en nuevas pinceladas que orillaron el decimonónico arte de
los Salones para pegarlo a las calles y locales de ese París convertido en una
fiesta. ¡Y más que lo iba a ser! Entre todos ellos quizás Henri de
Toulouse-Lautrec abanderó como ninguno esa vida festiva y desenfrenada de los
nuevos bailes, de una sociedad desinhibida que descubría que la vida era para
disfrutar y no solo para trabajar. Su obra más conocida es la que sale de la
contemplación directa, se dice que tenía una mesa reservada en el Moulin Rouge
para captar todo ese ambiente que se volcaba en cuadros, dibujos, anotaciones,
carteles o grabados. Son precisamente los grabados, incluidos en álbumes, los
que mejor podían llegar a diferentes rincones del mundo por aquellas personas
interesadas en hacerse con un trocito de modernidad. Y si nos centramos en lo
que era modernidad en la
Pontevedra de aquel fin de siglo debemos ir directamente a la
casa de los Hermanos Muruais en la famosa Casa del Arco en la plaza de Méndez
Núñez. Allí, un pedacito de París, servía de inspiración a conversaciones y tertulias,
pero también a escritores y periodistas, pero sobre todo a las miradas de los
que sabían que en aquella casa, sobre todo en su biblioteca latía un nuevo
tiempo.
Escribe Jean-Marie Lavaud en un artículo, asombrosamente escrito, por lo
prematuro, en la revista del Museo de Pontevedra en 1975, como «alrededor de la
galería colgaban carteles de París que retrataban a actrices célebres o
representaban el french can-can». En esa galería tenía lugar la famosa tertulia
de los Muruais (muy desmitificada desde otro extraordinario libro firmado por
José Antonio Durán, ‘Hª e lenda dos Muruais’), aunque también podía reunirse en
unas dependencias en la planta inferior. En esa planta baja se encontraba la
biblioteca, con una habitación acolchada que se encontraba donde hoy se
encuentra un comercio, justo bajo el arco. ¿Y qué había en esa biblioteca? Pues
una asombrosa variedad de títulos, literatura europea, libros de arte, pero
también revistas, importantísimas en aquel momento como expositores de lo que
sucedía en las ciudades y en los movimientos artísticos. Pero si había un punto
de referencia del que nutrirse ese era París, y los Muruais tenían muy claro
quienes marcaban el paso en esos momentos. Es impresionante seguir la relación
de títulos y autores que Jean Marie-Lavaud escudriñó en ese legado Muruais. Lo
esencial de las letras francesas de las tres últimas décadas de ese siglo XIX
estaba presente en Pontevedra casi al mismo tiempo que en el propio París, en
una colección que se dejaba llevar por esa frivolidad parisina. Hay un gran
interés por relatos de mujeres, por historias sentimentales con un cierto
erotismo. No es extraño que estas narraciones y visiones influyesen en uno de
aquellos ilustres visitantes, como fue Ramón Mª del Valle-Inclán, quien, en
pleno procesión de creación de ‘Femeninas’ (1895), no dejará pasar la ocasión
de nutrirse de esas obras, y que agradecería en un ejemplar de la novela
dedicado a Jesús Muruais así: «A Vd., mi querido Jesús Muruais, a quien debo
consejos de maestro y alentamiento de amigo, dedico este libro en prenda de
amistad». Lo literario se verá acompañado también por una amplia colección de
álbumes con ilustraciones y grabados centrados en la mujer y con títulos tan
evidentes como: ’Etudes sur la toilette’, ‘Nos jolies parisiennes’, Les reines
de Paris’ o ‘Les femmes galantes’.
Es realmente importante, tanto por su calidad como por el nombre de sus
autores, la colección de grabados que actualmente se guardan en la Biblioteca Pública
de Pontevedra como parte de este rico legado allí depositado. Una colección que
ya en el año 1994 protagonizó una exposición comisariada por el director de la
biblioteca, Daniel Buján, con el asesoramiento técnico del gran conocedor de
estos tesoros gráficos locales, Enrique Acuña. Un catálogo que evidencia la
importancia de unas obras firmadas por Fantin-Latour, Doré, Millet, Manet o
Daubigny, entre otros, y como no, Henri de Toulouse-Lautrec.
Son tres las litografías firmadas por el pintor de Albi, tres escenas que
evidencian la frescura de su mano, al captar instantes de ese ambiente festivo
presentando a personajes del momento. Uno de ellos refleja a la cantante Yvette
Guilbert, símbolo de la Belle
Époque; otro recoge a dos espectadores en el café, y el más interesante, el de
la bailarina Jane Avril, con la que el artista mantuvo una breve relación y a
la que inmortalizó en varias pinturas. Los trazos simples y marcados son
capaces de generar la sensación de movimiento, con esa falda que levanta el
vuelo como una mariposa, las mangas anchas y el sombrerito completan la típica
indumentaria de las bailarinas de la época. La protagonista de este grabado
propiciaba comentarios como el de Paul Leclerq, amigo del pintor: «Jane Avril
bailaba, pirueteaba, graciosa, ligera, un poco loca, pálida, delgada,
elegante... giraba, volvía a girar, sin peso, nutrida de flores; Lautrec
proclamaba su admiración».
Son instantes de la modernidad parisina, acogidos en otro templo de la
modernidad. Un templo ubicado en la plaza de Méndez Núñez: la biblioteca de los
Hermanos Muruais.
Publicado en Diario de Pontevedra 7/12/2014
Fotografía: Litografía de 'Jane Avril' (1893). Biblioteca Pública de Pontevedra
Jesús Muruais en su famosa biblioteca. Archivo Gráfico Museo de Pontevedra
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