OCHO años sin publicar poesía. Ocho años
sin ejercer de poeta público. Ocho años pensándose a sí mismo e intentando
componer un itinerario vital a base de palabras en privado, pero sobre todo, a
base de palpar la vida. Con un poemario bajo el brazo nunca es tarde para
descubrirse, para intentar entender el momento al que se llega tras revisar
esos ocho años en los que todo se puede haber puesto patas arriba.
Y
algo así se parece detectar en este poemario con el que se coloca en nuestras
manos un hatillo de poemas que parecen resumir esa cronología provocadora de
una piel erizada que presagia que no todo ha sido bueno. A ella, el bálsamo de
la poesía le sirve para suavizar ese discurrir vital, para convertir en
silencio el ruido que tantas veces nos confunde y así, desde ese silencio
convertido en ecosistema para el poeta, ejercer su pensamiento como baliza de
un itinerario íntimo establecido a base de unos poemas estremecedores, repletos
de frases de esas que uno se tatuaría en el alma para entender mejor al ser humano
o, simplemente, para disfrutar con la capacidad de la poesía para radiografiar
nuestros sentimientos, nuestras pasiones y también, como no, nuestras
frustraciones.
Benjamín
Prado nos va a aproximar a territorios tan reveladores de la personalidad como
las lecturas (apoteósico y emocionante ese ‘Libro de familia’) o los viajes
(¡qué ganas de partir a conquistar todas esas patrias!), pero también, las
amistades (o como escribe el poeta ‘Los camaradas’), el desamor (el rastro de
los barcos quemados) y el amor (esa única bandera); ambos, amor y desamor,
enarbolados como tira y afloja que tantas veces nos sacude hasta el punto de
dejarnos sonados. Y es que no hay poco amor en este libro, ¡qué sería de un
poeta sin amor! Se palpa el rastro del amor pasado, clausurado y agotado en sí
mismo, fagocitador de almas y cuerpos; pero también está presente el renacer al
amparo del nuevo amor, la recuperación de la ilusión y la redención del hombre.
Sobre ese nuevo amor se erige
firme todo este poemario, ya que ese vendaval que se palpa entre los versos
impulsa esta nueva singladura por la poesía, esta recuperación del poema como
terapia contra el olvido, como victoria frente al tiempo y como búsqueda de ese
silencio cauterizador de lo que nos agrede. Poemas que tienen algo en su
conjunto de redondez, de un trabajo muy preciso y medido, una rotundidad que se
traslada al lector que, al poco tiempo, tras rastrear los cinco o seis primeros
versos, incluido ese honesto poema umbral, ‘Cuestión de principios’, percibe
que esto va en serio, que este libro no es un poemario más, significándose como
un jalón en la vida, una nueva dirección en el caminar acompañado de un
equipaje mucho más pesado, pero mucho más saludable y provechoso. Un petate que
se mueve con una ligereza asombrosa... y al final, quién si no, María.
Publicado en Diario de Pontevedra y
El Progreso de Lugo 4/01/2014
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