“He relatado mi trayectoria política a
Adrián Rodríguez con la misma honestidad con la que he vivido. Nunca me he
ocultado nada a mí mismo ni a nadie”.
[José Rivas Fontán en el epílogo del
libro ‘Solo Rivas Fontán’]
Si en España ya es noticia cuando se llena un teatro, cuanto más en Pontevedra. Y es que la imagen del Teatro Principal atiborrado de personas
el pasado lunes para la presentación en sociedad del libro de memorias de José Rivas Fontán, escrito por Adrián Rodríguez, dejó impresa en la
retina de los que allí estuvimos una de esas imágenes inolvidables para esta
Pontevedra, como es la del Teatro Principal lleno como hacía mucho tiempo que
no se veía, exceptuando algún mitin político de los de prietas las filas, y que
ya todos sabemos cómo funcionan.
Con todos mis respetos para la escritura
de Adrián Rodríguez (magníficamente exhibida a lo largo de todo el texto), para
el talento de Manuel Jabois
(brillantemente demostrado en la presentación del libro), y para la valentía
del editor Quique Alvarellos
(audazmente evidenciada con cada título que sale de esa editorial), la
capacidad de convocatoria de José Rivas Fontán es abrumadora. Y a uno que
le gusta elucubrar, y que me diga alguien de los que allí estuvimos sino lo ha
hecho a lo largo de la presentación mirando a aquel mar de cabezas y de
emociones reunidas, pues elucubra sobre cómo se traduce en número de concejales
la asistencia a ese acto. Dos... quizás tres. Y todo ello sin campaña
mediática, sin aparato de partido, sin seguimiento en prensa durante meses. Y
eso para empezar. ¿Sobrecoge verdad? Tampoco dudo que muchos de los allí
presentes pensarían cómo este pájaro está volando libre, como lo han dejado
escapar, como ninguna sigla lo ha acogido bajo su ala, ya no me refiero a ahora
mismo, pero sí en los últimos años en los que seguramente ha sido menospreciado
por muchos y olvidado por otros. ¡Pero si lo teníais delante, si lo teníais
delante! y aunque leyendo el libro uno llega a la conclusión de que Rivas
Fontán haya, motu propio, clausurado la posibilidad de ese retorno político, a
este tipo de purasangres el ADN les puede jugar siempre una mala pasada y
quebrar así el destino para regresar a la pista a competir con mejores o peores
perspectivas, pero, a la vista de cómo bajan los libros de los montones que
Alvarellos ha depositado en las librerías, o por cómo estaba el Teatro esa
tarde, a muchos no duden que les flojearían las piernas y a otros se les
sonrojarían las mejillas al ver como ese valor inherente a las personas, forjador
de identidades y proyectos, como es el carácter, no se aprende en ninguna
escuela ni bajo las faldas de ningún otro político o argumentario de
partido.
Hablaba Adrián Rodríguez de lo que
supone caminar al lado de Rivas Fontán por Pontevedra, el pararse casi con cada
persona con la que uno se cruza, echar una parrafada, preguntar por la familia
(aunque posiblemente ni se conozca) y dar una caricia natural, sin pose. Y eso
lo hizo minutos después de que los presentes en el acto no parasen de estrechar
sus manos con el protagonista, de pararlo en el hall de entrada y, a lo largo
de esa alfombra que lo condujo casi en volandas hasta el escenario, arrojarse a
su cuello para expresar esa mezcla de respeto y gratitud que se tiene con los
políticos que son leales a su ciudad y a las personas, y eso, no es flor de un
día, sino un jardín que hay que cuidar con mimo entre la espontaneidad, la
modestia y el respeto a las opiniones y a la identidad de la gente, cansados
como estamos de políticos que piensan que la gente es imbécil y que todo
aquello que pronuncian en una rueda de prensa vale para afianzar una opción
política.
Los micrófonos abiertos dejaron sobre
las tablas todo un listado de bondades del exalcalde, lógico, es para lo que se
estaba allí, y además fuera ya siempre hay quien deja sembrado ese virus de la
duda que tanto gusta entre estas piedras pontevedresas, de envidias y sombras,
de complejos y de súperegos de los que creen que detrás de ellos no hay nada
más. Pequeñas miserias que le conceden más valor a lo sucedido en el interior:
el anuncio de una nueva época. Un gran periodista con una historia que contar,
un arriesgado editor confiando en un proyecto y Jabois, bueno, hoy no toca
hablar de Jabois. Gente de una generación actual con un talento imparable que
anuncia el nuevo tiempo al que ojalá se sumen nuevos políticos que sepan aunar
la ilusión que se les supone con las virtudes que les comenté del político de Verducido. En definitiva, una nueva Transición que ya está aquí.
Publicado en Diario de Pontevedra 28/05/2016
Fotografía: Rafa Fariña
Grazas, Ramón. Unha aperta
ResponderEliminarGrazas, Ramón. Unha aperta
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