Parrita mostrando uno de los carteles de su colección en 1997 (Miguel Vidal) |
Estos días buscando datos sobre la
historia de la Plaza de Toros de
Pontevedra, o sobre lo que es lo mismo, una parte muy importante de
nuestra ciudad, me he visto obligado a echar mano del libro Historia de la Plaza de Toros de Pontevedra
(1892-1988) que escribió, me imagino que tras muchas horas de esfuerzo en
archivos y bibliotecas, el inolvidable Enrique
Parra Ferradáns, ‘Parrita’.
Yo no sé realmente que es más
importante, si el libro o el propio Parrita, uno de esos personajes que van
sedimentando en una ciudad, y que, de manera callada y constante, trabajan en
su oficio y en sus pasiones para que la vida, su vida y las de los demás, sean
un poquito mejores. Parrita lo hizo, como operador de cine, como cartelista,
primero en el Victoria, luego en el Malvar. Él dibujaba aquellos sueños
cinematográficos que nos invitaban a los pontevedreses a entrar en una sala de
cine. Su destreza a la hora de llevar a cabo esos carteles tuvo también en la
escritura otro punto de su relato vital, sustentado en este libro bíblico sobre
los toros en Pontevedra. Un libro
que necesita una reedición, y hasta una ampliación. No sé quién la hará, ni
quien tendrá el acierto y también el valor de sobreponerse a la moda del
antitaurinismo militante de hoy en día para poner en circulación un libro tan
necesario sobre parte de nuestra historia local. Como parte de nuestra cultura
y nuestro patrimonio. Palabras, cultura y patrimonio, que se emplean en muchos
casos alegremente, sin ni tan siquiera buscar en el diccionario cuál es su
significado.
Mucho de la historia de las ciudades se
construye en gran medida a partir de sus personajes, nombres que se van
fundiendo entre nuestras piedras, entre las relaciones entre vecinos, entre el
devenir diario. Sabino Torres, otro
de esos imprescindibles, presentó la última exposición de Parrita en la Asociación de Vecinos San Roque, y
Sabino (parece que todavía lo estoy viendo colocándose su níveo flequillo)
certificó la existencia de una deuda entre la ciudad y Parrita, como suele
suceder con estos nombres que el tiempo y el olvido o el desconocimiento
esparcen en nuestra memoria colectiva.
Muchos de ellos son afortunados y acaban
como pregoneros, el reconocimiento institucional transmitido al pueblo desde un
balcón. Este giro, tan bien hilado por el narrador, es obligado, porque hoy es
día de pregón y quien pregona además es Rodrigo
Cota, nuestro Cota. Cota está llegando a ser tan importante como Parrita,
aunque no le gusten los toros, o eso dice él. Porque Cota es esteta y sensible
al arte, con lo cual seguro que es más taurino que el propio Parrita, pero aún
no lo sabe. Cota aún no se ha hincado ante el misterio revelado de José Tomás para conocer que embrujo se
encierra en el combate eterno entre un animal y el ser humano.
Cota hoy les hablará a todos y a todos
nos gustará, aunque sinceramente espero que no, porque de ser así dejaría de
ser Cota, y aunque un pregón se entiende cariñoso y amable, no dudo que su
protagonista nos dejará algunas muestras de esa mordacidad que exhibe en sus
artículos tan necesaria para entender lo que sucede en esta ciudad. Entender, y
más aún, querer a Pontevedra, también es una especie de arte, una suerte
suprema entre el amor y el odio, entre el estar y no estar, entre lo
comprensible y lo incomprensible. En el inicio de nuestras fiestas esas
dicotomías quedarán suspendidas durante una semana en la que todo es alegría y
diversión y sobre todo disfrute de una ciudad pensada, como pocas, para ser
vivida.
Antes de nosotros fueron muchos los que
la gozaron, gentes que exprimieron esta ciudad todo lo que pudieron, muchos en
años y décadas complicadas, a ellos les debemos tanto, también a los que les
fueron sucediendo a la hora de habitar la ciudad preparándola para los que
estamos hoy en ella. El tiempo de vez en cuando nos deja, como el mar en la
arena de la playa, fragmentos de ese tiempo al que estamos obligados a ponerle
nombre para valorar lo hecho. En el día en que comienzan las Fiestas de La Peregrina, levanto la
biblia de Parrita en su recuerdo y honra, también en el de su amigo Sabino
Torres y, tras escuchar a Rodrigo Cota pregonar, repartiré entre todos ellos
mis aplausos. Aplausos por las gentes de Pontevedra. ¡Felices fiestas!
Encerrado en un libro VII. Publicado en Diario de Pontevedra 13/08/2016
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