▶ «Es preciso vivir en este Madrid
terrible. En provincias no se puede conquistar la fama. La fama no estamos muy
seguros los que vamos tras ella en lo que consiste. Pero yo puedo asegurar que
el fajo de cuartillas que emborrono, los emborrono para conquistar la fama»
[Ramón Mª del Valle-Inclán]
Mirar a España con los ojos de Valle-Inclán.
No es una mala manera de acabar el año, de visitarnos a nosotros mismos
reflejados en los espejos cóncavos de un país cada vez más asilvestrado, cada
vez más reaccionario, y que este año, viejo y agotado, dejará en el recuerdo
como el de un año sin gobierno y sin gobernantes, y lo que es casi peor, sin
dirigentes que nos hagan albergar la esperanza que toda sociedad necesita.
Este 2016 conmemoró el 150 aniversario
del nacimiento del escritor y a las publicaciones, exposiciones, congresos o
todo aquello que se ha planteado desde los más diversos puntos de nuestra
geografía para rastrear su figura, quizás le haya faltado el intentar pensar
cómo Valle-Inclán habría mirado a este país hoy en día, él que tanto se
preocupó de radiografiar lo que sucedía en sus callejones y sobre las moquetas
de los palacios. No hay más que volver a ese texto, todavía vibrante, a esas
tragicómicas Luces de Bohemia para
seguir desenterrando el atavismo de este país. «En España el mérito no se
premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo
malo». Nada más que decir, tras lo visto en estos últimos meses, en donde no
solo los delincuentes, sino también nuestros políticos han hecho de sus
actitudes sonrojo para los ciudadanos que se han visto encadenados a una urna
para intentar resolver el lío en el que ellos mismos se han sentido tan
cómodos. Como siempre los partidos y las siglas por encima del bien común.
Miserias propias que impidieron un cambio de Gobierno (¡ay, aquel diciembre de
2015!) para construir simplemente las barricadas en las que moverse unos y
otros mientras el presidente Rajoy
veía como su triunfo crecía y crecía. Donde cada declaración que éstos
efectuaban iba en su propio beneficio quedando ya solo esperar al clamor bajo
el balcón para confirmar su permanencia en el cargo. Y ahora estamos en el
cambio de rumbo, en el regar la tierra quemada para hacer de los consensos
flor, un nuevo tiempo que desespera a muchos, y ahí tienen a todo un José María Aznar poniendo distancia con
el Partido Popular actual y que no ponga más con un nuevo partido, una de las
incógnitas que irá resolviendo el nuevo año.
Con Sánchez
en la Reconquista, el avieso Susanismo
subiendo por Despeñaperros, Rivera junto a la chimenea y Errejón e Iglesias en su pueril guerra de tweets, España se adentra en 2017
desde la más absoluta nadería y una mediocridad vital que invita a pocos
brindis. ¿Y el mundo?, ¡qué decir del mundo! con Europa sonada por el Brexit, los atentados islamistas y su
incapacidad para resolver la vergonzosa crisis de refugiados y la larga sombra
de las garras del halcón al otro lado del Atlántico
esperando a iniciar el vuelo. Pero hay más: los muertos de Siria, el no a la paz en Colombia,
el agravamiento del cambio climático y así hasta el infinito y más allá...
Esperpentizados estamos ante la deriva
que nos rodea y que ojalá se consuma, como si fuese el fin de un maleficio,
tras las campanadas de esta noche. Volvamos tras las gafas de Valle-Inclán, a
ver ese Madrid de churros y
aguardiente, ahora de Starbucks y
gin-tonics sofisticados, allí donde todos quieren ir para ser alguien, para
lograr esa fama que el propio escritor persiguió con sus textos. En esos ojos
se vislumbra la desesperanza y el sobresalto ante lo que le rodeaba ante un
país magullado por sí mismo y sus actitudes, incapaz de apostar por sus
posibilidades. Y seguimos en lo mismo, construyendo una sociedad cada vez más
arisca y sombría en la que se mata a las mujeres de manera indiscriminada y los
índices de pobreza estremecen casi tanto como el de los incrementos en los
beneficios de las grandes fortunas.
Caminemos durante unas horas, en el
tránsito mágico entre un año y otro por ese Callejón del gato, mirémonos en sus espejos para asumir culpas,
quizás allá, al fondo, veamos datos del CIS
que dicen mucho de todo esto, como el de que sólo un 10% de la población lee
entre cinco y ocho libros al año o que el 40 % no lee un solo libro, o que el
57% nunca ha entrado en una librería y el 75 % en una biblioteca. Enciendan su
televisión y busquen un programa de libros que aliente su venta en estas
fiestas o el hábito de la lectura. Allí encontrarán a Las Campos compartiendo su Navidad.
¡Eso sí, al fútbol somos la hostia. ¡Feliz Año!
Publicado en Diario de Pontevedra 31/12/2016
Fotografía. Exposición 'El rostro de las letras', celebrada en el Museo de Pontevedra. Valle-Inclán fija su mirada en el Congreso. (Gonzalo García)
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