Rue Saint-Antoine nº 170
Literatura. La presentación en
Pontevedra el próximo jueves del poemario inédito de Eladio Vaz ‘Oropeles’, nos
ofrece un conjunto de poemas en los que su amor por Galicia se entremezcla
con la realidad humana y social de una España presa de su propio destino tras la Guerra Civil. Él,
funcionario de prisiones, hizo del verso un canto de libertad.
En
enero de 2016 Rodrigo Cota descubría en estas mismas páginas la historia de un
poeta perdido de nombre Eladio Vaz Gallego (Compostela, 1894-Pontevedra, 1957).
Aquella era una de esas historias que esta España cainita de unos y otros había
dejado sepultada por años de historia y la tortícolis permanente de esta
sociedad por mirar atrás, por reconciliarse con los suyos, por hacer justicia.
Rodrigo Cota contaba una historia de esas que perfectamente él mismo se podría
haber inventado para seducirnos con su escritura como hace semana tras semana,
pero no, allí había un rastro de verdad inmensa, un rastro que llevaba hasta la
historia de un hombre al que, pese a ser carcelero de la República , pese a sus
convicciones galleguistas, azañistas y republicanas, Franco le había concedido,
por intercesión de sus propios reos (a los cuales defendió poniendo en peligro
su vida), el regreso a su Compostela natal y mantener allí su trabajo de
funcionario de prisiones. Su nombre fue inscrito por Alexandre Bóveda en el
Partido Galeguista en 1936, pocos días ante del Golpe fascista. Eladio Vaz,
funcionario de prisiones y poeta paseaba con su nieto Rafael Domínguez por
Pontevedra cuando la caída de una cornisa acabó con su vida. Su bisnieto,
Rafael Domínguez, concejal de Pontevedra y médico de una saga íntimamente
vinculada a Pontevedra a través del Sanatorio Domínguez es quien ha puesto en
las manos del propio Rodrigo Cota un manojo de versos que el próximo jueves
serán presentados a las 20.00 horas en la Casa das Campás. Versos en los que nos asomamos a
un hombre entre una España sangrante y dolorida, y su familia, el bálsamo
necesario para no derrumbarse ante una guerra y un paisaje humano y social
lleno de miserias.
El
poemario estaba compuesto de dos partes, una en gallego y otra en castellano.
Todo él escrito entre 1937 y 1947, lo que venía a suponer una valerosa
aportación dada la escasa poesía en gallego de aquel tiempo. El infortunio hizo
que el poemario en gallego se extraviase en manos del médico, expresidente del
Pontevedra c.f. y cantautor Luís Emilio Batallán quien quiso musicar esos primigenios
poemas en gallego. La música no llegó y los poemas desaparecieron en una
lastimosa pérdida en estos momentos irrecuperable, al no existir ninguna copia
de ese original prestado por la familia tan inocentemente, conservándose
únicamente dos pequeños fragmentos incluidos en el prólogo escrito por el
autor: «Aló no Ceo prantado/ós pés do Noso Señor,/choroso i
acongoxado/dixo-llel avergonzado:Señor, Galicia é millor. /Millor co Ceo da
Groria/xa sei que non pode ser, pero Señor, fai memoria./Si fixeses ti outra
Groria/Tiña en Galicia que ser».
Este
profundo canto de amor a Galicia se mantiene a lo largo del resto del poemario
que conservamos, el que, escrito en castellano, mantiene siempre un pie en
Galicia, pese a estar compuesto en su gran mayoría en Madrid y varios poemas
finales en su destino compostelano. Una distancia que superó a base de miradas
a aquel paisaje de ríos y verdes y a la familia, tratados con una enorme
dulzura a través de unas rimas que, en algunos casos, pueden presentarse como
repletos de inocencia pero en los que sí emerge una enorme sinceridad. Él
mismo, ante la inminente posibilidad de su publicación se disculpa por esa
situación derivada de su deseo y entusiasmo por escribir poemas. Pero de lo que
no dice nada Eladio Vaz es de otros poemas en los que sí hay que sujetarse a la
silla, en los que vemos al hombre ante la España lacerada por sus hijos en los que el poeta
se acerca a las distancias entre ricos y pobres, a la ciudad que engullía al
campo, a la desolación provocada por la Guerra , a la educación, la cobardía o la ambición
del ser humano. En esos poemas, muchos de ellos no tan condicionados por la
métrica, el poeta abre la celda de sus pensamientos, muchos de los cuales no
serían nada fáciles de mostrar en eses días: «No existe el asesinato,/esto se
llama paseo,/el deporte es un recreo,/que se hace sin recato» o «Fábricas
paralizadas,/el campo hecho un erial,/las industrias destrozadas/sin un artista
genial,/y tantas vidas segadas/por la máquina infernal».
Se
compone así un íntimo retrato de un tiempo en el que echamos muy en falta esos
poemas en gallego a los cuales el propio Eladio Vaz se refiere en el prólogo:
«expresan algunos mi acendrado cariño a la patria chica, a la que adoro con
todas las fuerzas de mi ser (...) en la que ví por primera vez la luz
suficiente para justificar el que yo quiera con deleite a esa tierra meiga de
mis amores y que por ella suspiraba cuando de ella estaba ausente».
Sonorísimas,claras, estridentes,
las trompetas amortiguan el fragor
de la lucha ensangrentada de terror
que se libra entre ambos combatientes.
A la muerte caminen, sonrientes
las brigadas, todas llenas de estupor,
se embisten con coraje, con furor,
armados de metralla hasta los dientes.
Ya lejos no suenan las trompetas
ni tampoco el ruido del tambor,
todo es calma y silencio en derredor.
No luchan al compás de las cornetas,
ni se alegran las luchas con retretas,
todo es muerte en el campo asolador.
Publicado en Diario de Pontevedra 20/03/2017
Fotografía. Eladio Vaz junto a sus dos hijas (Archivo familiar)
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