▶ Noventa años
después de aquella cita se mantiene como uno de los hechos más
curiosos y singulares de la historia de la ciudad
Rafael Alberti en la plaza de toros de Pontevedra en 1993 (Rafa) |
Nuestra ciudad está
repleta de historia y de historias. De relatos que fueron poco a poco
conformando una identidad común. En esa identidad la plaza de toros
de Pontevedra también ha jugado un importante papel ya que sobre su
arena y en sus tendidos se han sucedido infinidad de anécdotas.
Quizás una de las más importantes, tanto por el hecho en sí, como
por la calidad de su protagonista, sea la que tuvo lugar un verano de
hace noventa años, cuando Rafael Alberti, el poeta que en aquellos
años todavía no mecía al viento su cabellera blanca y que ya había
logrado el Premio Nacional de Literatura por ‘Marinero en tierra’,
realizó el paseíllo vestido de luces en la cuadrilla de Ignacio
Sánchez Mejías.
«Me he enterado que
Alberti anda con gitanos, banderilleros y otras gentes de mal vivir.
¡Está perdido!», comentó Juan Ramón Jiménez cuando llegó a sus
oídos las amistades del poeta gaditano. Un poeta amante de los toros
que siempre tuvo la ilusión de formar parte de ese mundo. Esa
ilusión se cumplió en Pontevedra pero sólo duró unas horas ya que
al término de la misma y sin haber puesto el pie fuera del callejón
decidió que la fiereza del papel en blanco era más compatible con
él que aquel «ciego rayo sin límite, que es un toro recién salido
del chiquero», como él mismo lo definió, al recrear aquel episodio
pontevedrés en la primera parte de sus memorias ‘La arboleda
perdida’.
Ignacio Sánchez Mejías
también abandonó los ruedos tras la tarde pontevedresa, aunque años
más tarde regresaría en los ruedos para encontrar allí la muerte.
Él fue quien porfió en que Rafael Alberti se vistiese con un
horroroso traje naranja y negro, un traje de luto que conservaba
Sánchez Mejías de la muerte de Joselito, su cuñado. Una tentativa
anterior casi lograr sacar a Alberti al ruedo en Badajoz, pero
finalmente la insistencia de Sánchez Mejías logró que Alberti
hiciera el paseíllo en Pontevedra, en presencia del gran cronista
taurino José María Cossío y un público, llegado de toda Galicia y
el norte de Portugal que llenaba los tendidos al filo de las cinco y
media de aquel 3 de julio de 1927. La Banda de Música de Marín
marcó el anuncio de ese paseíllo entre cuyos componentes iba el
poeta, al que pocos reconocerían de aquella guisa. Fue el principio
y final de la carrera taurina de Rafael Alberti: «Menos mal que
aquel público gallego no era de esos que piden ‘hule’, como el
andaluz o el madrileño, y pude pasar desapercibido, dentro del
callejón, durante toda la lídia».
Para bien de la poesía
el autor de ‘Sobre los ángeles’ renunció a los riesgos del
toreo para protagonizar aquel mismo año, tan sólo unos pocos meses
después, una iniciativa financiada por el propio Sánchez Mejías,
torero ilustrado, participando del mítico homenaje a Góngora que en
Sevilla sirvió para conceder carta de identidad a la Generación del
27.En ‘Aquel momento luminoso’ como lo definió hace pocas fechas
Antonio Lucas en un especial de El Mundo sobre esa Edad de Plata, no
duden que entre los Pedro Salinas, Jorge Guillén, Dámaso Alonso,
Federico García Lorca o Gerardo Diego, Rafael Alberti relataría su
‘gesta’ taurina pontevedresa.
Aquel paseíllo no cayó
en el olvido y tuvo un emocionado recuerdo en 1993, cuando otro
Sánchez Mejías, no torero pero sí cirujano, el pontevedrés doctor
José Luis Barros Malvar, insistió para que Rafael Alberti regresase
a aquel tiempo, al coso de su San Roque querido para pisar la arena
de A Moureira, para fijar los pies en el centro del albero e
instrumentar aquel pase que nunca se llegó a dar. Un pase que nunca
salió de un callejón lleno de sonetos, de raspaduras de vidrio, de
galopes, y cometas de oro. Poesías que encontraron un paño
diferente al de la franela para ser dibujadas en el aire. Aquel día
de verano de 1927 Alberti hizo de Pontevedra la posibilidad de
cumplir una ilusión, pero como tantas veces la realidad eligió su
propio camino dejando, en este caso, una historia que no se volvió a
repetir en ningún otro lugar del mundo.
Publicado en Diario de Pontevedra 10/08/2017
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