martes, 29 de maio de 2018

Una obligación artística

Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura. Kike Ortega continúa exhibiendo sus diferentes procesos artísticos de las más diversas maneras. Exposiciones, ferias, locales... todo sirve cuando se tiene algo que decir y que enseñar. Y cuando ese espacio no se presenta se inventa, como ha hecho en su última propuesta en plena calle Michelena con un espacio para el arte.



No son pocos los artistas que hacen de su estudio un refugio no sólo en el que alimentar sus creaciones, sino también un espacio íntimo desde el que llorar la falta de atención de público, el escaso apoyo de las instituciones y la falta de llamadas para participar en exposiciones. Así muchos pueden llegar a pasar un tiempo considerable mientras sus propias obras les cuestionan: ¿qué haces? ¡Sal y lucha por demostrar tu talento! Unos escuchan a su obra y otros siguen dándose cabezazos contra la pared maldiciendo el sistema, a este insensible mundo y a la falta de oportunidades a la que tantos artistas se ven condenados.
Kike Ortega pertenece al primer grupo, al de los que hacen caso a su obra y deciden buscar al público para acostumbrarlo a relacionarse con el arte, a formar parte de su propia obra y a romper esa barrera que a muchos aún les cuesta superar y adentrarse en una muestra artítica como si sólo por entrar tuviesen que pagar un peaje. A Kike Ortega le gusta vender sus obras, es más, le encanta, pero todavía le gusta más que sus obras sean visibles y que la gente entre a sus espacios a dialogar y a conversar sobre un trabajo que se mueve por diferentes territorios pictóricos, escultóricos, artesanales... diferentes caminos para llegar a esa maravillosa conclusión de cualquier artista como es tengo algo que contar y os lo voy a contar.
Así es como Kike Ortega antes de poner rumbo a otras geografías para exhibir su trabajo en lugares tan diversos como el Puerto de Santa María, donde colgará sus obras en el famoso resturante Aponiente del cocinero Ángel León o a finales de año en la Feria Internacional de Arte de Miami, decide mostrar su trabajo y, lejos de depender de galerías (que desgraciadamente esta ciudad no tiene una sola) o de espacios públicos con sus largas listas de espera, se lanza a mostrar su trabajo en un local que él mismo alquila para que sirva de cobijo a su trabajo. En plena Michelena tenemos, por lo tanto, una pequeña galería de arte en la que Kike Ortega nos muestra sus últimos trabajos y nos ofrece un respiradero artístico, siempre tan bienvenido en una calle esencial de la ciudad, llena de gente que va y viene, que se mueve a sus trabajos o quehaceres y que ahora pueden disponer de un pequeño refugio en el que romper la monotonía del día a día.
En él se encontrarán esa diversidad formal que caracteriza y que enriquece la obra de Kike Ortega. Un arte que hace del material una parte esencial de la obra, estudiando y componiendo la pieza desde los matices y posibilidades que la madera, las planchas de metal, el óxido o las páginas ajadas de un libro pueden otorgarle a unas obras que no dejan a nadie indiferente. Cargadas con la potencia de esos materiales sus superficies acogen sus ya reconocidas arquitecturas, perfiles de edificios que nos representan como colectivo pero que también se abren a otras significaciones más personales. Experiencias, vivencias, partes de una vida que se va acolmatando sobre maderas, sacos de arpillera o, como en su última aventura en los techos de tractores que sobre el desgaste y la aparición del óxido son ya por sí mismas auténticas pinturas en las que el tiempo nos habla. Kike Ortega usa todos esos a priori condicionantes del material para aumentar las posibilidades de su obra, y para, como sucede en la totémica cabeza de toro, de trazas picassianas, que nos recibe al entrar en el espacio, incrementar las posibilidades expresivas de una pieza con una poderosa presencia.
Obligado por su arte Kike Ortega nos ofrece a lo largo del próximo mes la posibilidad, no sólo de disfrutar de su arte, sino también de pensar en la necesidad de disponer de espacios en el centro de la ciudad para nuestros artistas. Espacios dinámicos que acerquen la creatividad al público aunque para ello tenga que ser el propio creador el que tome las riendas de su destino y el que se lance a un reto complementario a su obra.



Publicado en Diario de Pontevedra 28/05/2018
Fotografía. David Freire


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