Rue Saint-Antoine nº 170
Memoria. El año
1999 asistió, mes a mes, hasta su inauguración en julio, a la
configuración del conjunto escultórico que ocupa la Illa do Covo y,
desde entonces, también conocida como Illa das Esculturas. Doce de
los mejores creadores del mundo dejaron su impronta en Pontevedra
para la historia. La primera de ellas fue la de Ulrich Rückriem
Pocas ciudades del
mundo pueden hablar en los términos que podría hacerlo Pontevedra
con una conjunción de creadores de la magnitud de los que en 1999 se
pusieron manos a la obra para generar la Illa das Esculturas. Y digo
que podrían hablar porque en Pontevedra se habla poco de la Illa das
Esculturas, un espacio más activo y aprovechado desde su función
natural, como ámbito de esparcimiento urbano o como escenario de
citas musicales, que como un reducto cultural de inmensas
posibilidades, de haber apostado por su difusión, explicación e
incorporación al patrimonio artístico de la ciudad.
Intenten buscar otro
lugar en el mundo en el que Richard Long, Giovanni Anselmo, Robert
Morris, Jenny Holzer, Francisco Leiro o Fernando Casás coincidan con
su trabajo en un único espacio. Pero es que a ellos debemos sumarle
a Enrique Velasco, Ulrich Rückriem, Ian Hamilton Finlay, Dan Graham,
José Pedro Croft y Anne & Patrick Poirier. Doce nombres
colosales del trabajo escultórico en la naturaleza, muchos de ellos
inscritos ya en la historia del land art, cuyas acciones se estudian
en cualquier Facultad de Bellas Artes o de Historia del Arte de todo
el mundo. Pues los doce están a unos pocos pasos del centro de
Pontevedra y allí comenzaron a llegar hace justo veinte años.
Bajo el comisariado de
Rosa Olivares y Antón Castro, y con el impulso de la celebración
del Año Xacobeo de 1999, surgió este proyecto que venía a
reivindicar a la naturaleza como escenario, pero también como
protagonista, y a nuestro granito, como material irrenunciable para
crear, al igual que Italia pueda hacerlo con el mármol. Homenaje
también a nuestra larga trayectoria vinculada al mundo ancestral de
los canteiros, ahora revisitada desde la escultura que, desde
mediados del siglo XX, desafío al mercantilismo de las galerías de
arte y al acomodo especulativo de miles de artistas. Movimientos como
el land art o el arte póvera pusieron en discusión esa situación
del arte y, desde una depuración formal, plantearon un lenguaje con
mucho de primitivo, pero también con una poética del paisaje llena
de potencialidades para su disfrute. El acto creativo tomaba así una
enorme importancia, más que el futuro final de la propia obra. Un
lenguaje procesual que posteriormente la naturaleza sería quien de
rematar y reinventar.
La primera de las
piezas que se instalaron en Pontevedra, con la inestimable
participación de la Escola de Canteiros, fue la del alemán Ulrich
Rückriem. Su obra ‘Sin título’, colocada en una intersección
de caminos es una gran estela de granito rosa de Porriño compuesta
por seis grandes cubos, cinco de los cuales ascienden desde la
superficie, mientras bajo tierra un sexto bloque hace las funciones
de las raíces de este árbol pétreo en que parece convertirse la
pieza, ubicada cerca de un grupo de árboles que se mecen al viento.
Una obra que recupera ese valor simbólico de las antiguas estelas de
las culturas primitivas que señalaban un territorio natural, una
especie de imposición del ser humano ante la libertad de la
naturaleza y la domesticación de ese espacio abierto. La obra
multiplica sus significados con el juego permanente entre su
verticalidad y la horizontalidad del río al que se asoma, del mismo
modo, su contundencia e hieratismo parece diluirse frente al continuo
fluir de las aguas del Lérez.
Fue, y conviene
recordarlo, agredida a los pocos días de su creación con sucesivas
pintadas, ataques vandálicos que poco a poco han ido desapareciendo
de un espacio felizmente aceptado por la ciudadanía que lo
respetaría y valoraría todavía en mayor medida si realmente fuese
consciente del valor de todas estas piezas.
Con un recubrimiento
antigrafiti y con la ignorancia sobre lo sucedido con su ‘estela’,
el artista alemán llegó a Pontevedra para inaugurar su obra en el
mes de mayo. Todavía recordamos los que allí estuvimos su carácter
jovial y desenfadado. Un hombre feliz ante los resultados de su
trabajo: «no suelo volver nunca más a los sitios donde instalo mis
columnas, pero creo que esta vez lo haré», declaró a los medios
entre gestos de felicidad. Al lado de su escultura, en la que esos
orificios entre los bloques son la señal de la maquinaria, del
trabajo del cantero o del operario en la propia naturaleza, algo que
siempre está presente en su labor, se acompañó por el alcalde de
la ciudad, Juan Luis Pedrosa, el conselleiro de Cultura, Jesús Pérez
Varela y la delegada provincial de Cultura, Pilar Rojo quienes, junto
a los comisarios, pusieron el primer hito en el camino. El primer
hito en la Illa das Esculturas.
Publicado en Diario de Pontevedra 6/05/2019
Fotografía. Autoridades atendiendo a las explicaciones del artista alemán Ulrich Rückriem ante su pieza en la Illa das Esculturas de Pontevedra. (Rafa Fariña)
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