POCAS
VECES hemos necesitado mirar más hacia el horizonte, hacia ese futuro incierto
que se aproxima, como a lo largo de estos días. Es por ello que toda ayuda es
poca para subir al mástil del barco de la vida e intentar vislumbrar, entre la
espesura de la niebla, esa línea del horizonte que marca lo que puede ser una
singladura de ilusión.
Mucho
de esto es lo que nos propone Aurora Luque en su poemario ‘Gavieras’, editado
por Visor, y que recibió recientemente, el prestigioso premio Loewe de poesía.
Un puñado de poemas para navegar por la vida, al igual que la poeta,
convertida en esa gaviera, (importante esa acepción en femenino), término que
según la RAE habla de «el marinero a cuyo cuidado está la gavia y el registrar
cuanto se pueda ver desde ella». Desde esa propuesta nos encontramos con un
maravilloso poemario, lleno de valores que parten del mundo antiguo, del mito,
y la revisión eterna del viaje como manera de conocer y autonocerse. Reposan
los poemas en esa conquista de todo autor que se tenga como tal de hacer de la
libertad la bandera que clavar allí donde lo desconocido nos asusta. Esa
mirada, comprometida en lo femenino, nos ofrece visiones llenas de firmeza,
pero también de sensualidad, de encuentros en ese trayecto que no siempre han
sido cómplices de una mujer lastimada a lo largo de una historia con un claro
rumbo masculino. Poemas como ‘Neodanaides’, ‘Carta a una joven poeta’ o ‘Las
refugiadas, según Esquilo’, son buena muestra de ello, de unas palabras que
queman para dejar la muesca de lo vivido.
Su
‘Decálogo de la flâneuse’, o su fascinante, sobre todo para los sabineros,
‘Tuneando al pirata cojo de Joaquín Sabina’, son destellos de su talento para
enhebrar vida y humor con esos otros poemas de un sol más intenso, como los que
alumbran una parte final en la que se coquetea con poetas como Machado o
Mallarmé para, a partir de sus palabras, regenerar sus poesías a través de una
mirada propia.
Palabras
y palabras que se convierten en el rastro de espuma de esa travesía que
compartimos desde que abrimos este libro, perfecto para salir de nuestro
confinamiento mental, para intentar esa observación a distancia, así como para
sentir el aire en la cara, procedente de nuevas geografías, que oree estos días
del desasosiego cada vez más viciados.
«Brilla
el horizonte/ cuando la libertad/ cuando unos versos/ lo sostienen tirante/
imparcelable», escribe la poeta, firme desde su gavia, y hasta allí nos quiere
llevar, a ese horizonte que necesitamos sujetar desde la poesía, siempre norte
claro para destejer los miedos y la incertidumbre, para que, cuando salgamos de
esta sigamos reconfortándonos con poemarios tan lúcidos como el que sitúa a
Aurora Luque como estrella en la noche clara, en esa esperanza en nuestro
futuro.
Publicado en Diario de Pontevedra 5/05/2020
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