[Foguetes verdes]
El periodista cultural y poeta Antonio Lucas presenta hoy en Pontevedra su primera novela, ‘Buena mar’, ambientada en un arrastrero gallego en el Gran Sol y el viaje en él de un periodista
En la cubierta de ‘Buena mar’ un marinero mira a través de un ojo de buey como las olas se encabritan ante el infinito. En el corazón de esta novela, el estreno como narrador de Antonio Lucas, una frase del poeta Wallace Stevens: «El alma, dijo, está compuesta/ del mundo externo».
Esa dualidad del viaje, entre el mundo exterior, metaforizado en esta ocasión a través de un océano a cuyo centro se dirige un arrastrero que parte del puerto de Vigo; y el interior, balizado por un periodista que desea conocer cómo es ese trabajo pero que realmente lo que busca es conocerse a sí mismo ante lo que queda en tierra, es la fuerza motriz de esta novela con un claro protagonismo gallego. Resulta sorprendente como este madrileño, acostumbrado a acoger a gallegos a su alrededor, ha hecho de nuestro hábitat el espacio en el que foguearse en la novela, presentándonos así, desde el sello Alfaguara, una novela muy bien escrita, en la que hasta los ‘carallos’ están bien colocados, con latidos poéticos que acarician esa prosa que tiene mucho de reportaje, pero también de un discurrir certero por una travesía que, marea a marea, se va convirtiendo en una travesía interior.
Protagonizada por un periodista, este itinerario hacia el corazón de las tinieblas, nos descubre con el paso de las páginas y el contacto entre el invitado y la tripulación, el verdadero motivo de subirse al ‘Carrumeiro’ para hacer de esas «profundidades del mar», de las que hablaba Virginia Woolf, un espejo en el que encontrarse a sí mismo.
Me gusta la pirueta de quien tiene ya ganado el prestigio, como poeta y como periodista cultural de tronío, para lanzarse a la novela, para navegar por nuevos territorios y ponerlos ante los demás. Los que llevamos muchos años siguiendo a Antonio Lucas, admirando su condición de islote en El Mundo y su talento para entrevistas, opinión y reportajes culturales, siempre con ese hálito poético tan particular para fijarse allí donde la prosa no alcanza, nos echamos a esta ‘Buena mar’ sabedores de que no habrá fraude y sí verdad y honestidad. Algunos de esos textos que el papel prensa obliga a caducar cuelgan a mi alrededor, salvados del olvido que seremos para, como mariposas, seguir aleteando mientras las teclas intentan hacer algo parecido a lo que propone el maestro. Ese «rumor entrañable» del que hablaba Claudio Rodríguez me hace retomar el inicio de una columna de 2013 titulada ‘Las uvas de la ira’, en la que Antonio Lucas arrancaba así: «Cuando John Steinbeck escribió esta novela, levantó desde las palabras un compromiso de justicia con la vida». Ahora que él mismo ha escrito una novela que nos presentará hoy en Pontevedra, rodeado por los anillos verdes Cronopios y junto la periodista Susana Pedreira, también establece un compromiso. En primer lugar con la cultura, esa que lleva enarbolando tantas veces como un mohicano entre la pólvora sin desmayo, por lo menos aparente; y en segundo, con el deseo de contar, de narrar una historia, renovando esa ambición ancestral del ser humano. Si hasta ahora se ha contado a sí mismo a través del hatillo de poemas que carga a su espalda bajo el negro Visor, ahora es el turno de contar otra historia, ajena, o quizás no tanto, en la que ese periodista comparte viaje con un épico grupo de marineros gallegos, como tantos anónimos que día a día se juegan el cuello en jornadas infernales, allí donde la dimensión humana palidece ante el desafío planteado por la naturaleza. A ese barco nos sube Antonio Lucas para conocer una historia, pero también las historias de generaciones y generaciones de marineros acostumbrados a que lo épico sea poco más que un cigarrillo que se fuma mirando las acometidas del océano. Sus descripciones, sus pasajes cargados de palabras henchidas de la sensibilidad que solo un poeta puede insuflar al léxico, nos transportan a un mar que para unos es vida o muerte, mientras para su protagonista es una distracción ante lo que sucede en tierra, ese lugar al que volver pero volver sin ser el mismo. Porque como escribe en uno de sus poemas Antonio Lucas: «Cuánto tiempo necesita tu pasado/ para hacerse pájaro y huir».
Publicado en Diario de Pontevedra 23/09/2021
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