[Ramonismo 91]
Pedro Pastor reúne diferentes ritmos en un disco en el que la palabra juega un importante papel en su compromiso vital
SONES flamencos, trap, pop, merengue o rumbas, entre otros ritmos, convierten el nuevo disco de Pedro Pastor, ‘Vueltas’, en un diverso ejercicio musical en el que la palabra adopta un papel esencial, no solo como canto y celebración, sino como aproximación a la vida del ser humano. Hombres y mujeres a los que este cantante madrileño se acerca en cada canción como si fuera una vuelta a ese mundo que, en la portada de su disco, sienta sobre una silla. Un mundo que es una persona. La comunidad resumida en una única presencia que nos iguala a todos, con independencia de nuestra clase social, de la latitud a la que vivamos, de nuestras expectativas de futuro, en definitiva, todos somos ese mundo que «es tan superficial que parece profundo», como canta en la última canción de este trabajo en el que a lo largo de todo él comparte protagonismo con el grupo Los locos descalzos.
Surge de esta manera un disco lleno de emociones y compromisos, desde la primera de sus canciones, ‘Los diablos’, sobre nuestro lugar en el mundo y esa permanente insatisfacción tan humana sobre estar en un sitio o en otro. Una canción que nos adentra en este disco en el que Pedro Pastor nos regala una especie de himno de la memoria, una canción enorme que ya por sí sola justificaría las bondades de estas ‘Vueltas’. La canción ‘Los olvidadxs’ es una de esas canciones que surgen bajo un estado de gracia creativo, pero también de emoción tras ese click que en ciertos momentos acciona la vida. Así le sucedió a Pedro Pastor ante un monumento a las víctimas de la Guerra Civil, tal y como nos contó recientemente en Pontevedra, durante su participación en la Gala de la Memoria de la Deputación Provincial, en la que nos encogió el alma a muchos cuando escuchamos esa canción, así, a bocajarro, en la que se honra a los olvidados y las olvidadas de esa mierda de guerra que acabó en una siniestra represión que sepultó en las fosas del dolor mucho de lo que somos y en lo que todavía fracasamos como sociedad a la hora de recuperar esa memoria que no debemos olvidar. Una canción para escuchar una y mil veces.
Como afirma el dicho ‘De casta le viene al galgo’, y es que Pedro Pastor es hijo de todo un referente de la canción de autor, Luis Pastor, de esa canción que establece un compromiso permanente con el género humano, aunque demasiadas veces este género no se lo merezca. La huella de Luis Pastor está muy presente en su hijo, y también la de su madre, Lourdes Guerra, hermana de otro grande de la canción, Pedro Guerra. Tanto Luis Pastor como ahora Pedro Pastor no se ciñen tanto a esa estela del cantautor en constante protesta con el mundo armado con su guitarra, sino que se han adentrado en nuevas posibilidades de esa música en la que la palabra nos cuenta cosas y nos hace pensar, al tiempo que diferentes sonidos y ritmos engrandecen sus posibilidades.
Regresamos a algunas de las canciones de ‘Vueltas’ y así nos encontramos con la propia acción del escritor, del poeta o del cantante, que todo se reúne en ‘Ejercito mi escritura’ en la que Pedro Pastor indaga sobre cómo escribir es «arriesgarse a no encontrar las palabras» y en ese riesgo a veces las canciones no llegan, o llegan cuando menos se las esperan, de la manera más casual o más inocente, muchas veces alejadas de extenuantes ejercicios literarios. Un merengue lleno de ingenio y autoreflexión sobre el propio hecho de componer y presentar una canción al público.
Varias canciones de amor, de sentimientos, de miedos y sinceridades, nos hacen desembocar en otra de las maravillas del disco que Pedro Pastor deja para el final. La canción que nombra a todo este momento, ‘Vueltas’, y que también tiene mucho de amor, pero de un amor que parte de los que le rodean y echan de menos su presencia por los deberes de su profesión. Conciertos y viajes que hacen que la abuela, la madre, su pareja y amigos echen en falta a quien ha hecho de la música la máxima de su vida. Ahora esa pasión se renueva con un disco lleno de virtudes y compromisos que hacen de las canciones de Pedro Pastor un hilo de complicidad con quienes encontramos en esas músicas un cobijo en el que sentirnos mejor y esto es algo de lo que no todos los cantantes pueden presumir.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 27/11/2021
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