luns, 7 de agosto de 2023

¿Qué es una familia?

 

[Ramonismo 164]

Laura Ferrero nos convoca ante la recreación de un hábitat familiar en el que lo real y la ficción responden esa pregunta




No son pocos los libros que en los últimos meses andan merodeando por todo lo que supone un contexto familiar. Quizás hayan sido los encierros sufridos durante la pandemia y la consiguiente generación de una nueva mirada sobre los entornos más próximos a nosotros, precisamente cuando tantas vidas se han visto finalizadas de manera abrupta y muchas otras estuvieron seriamente amenazadas, lo que ha propiciado una mayor atención a los núcleos familiares que, ya de por sí, se presentan como auténticas oportunidades, repletas de matices, para ser noveladas, por todo lo que se puede contener en esa auténtica caja de Pandora.

De ahí que lo meritorio, cuando nos encontramos con esta proliferación narrativa, sea encontrar un camino poco transitado, un itinerario que seduzca al lector y que este no vea un relato familiar como una mera sucesión de anécdotas más o menos atractivas con las que captar su atención. Es por ello que ‘Los astronautas’, editada por Alfaguara y con la escritura de Laura Ferrero, nos ofrece un brillante muestrario de lo que puede ser encontrar o, cuando menos, pretender encontrar una respuesta a esa pregunta que es la que sobrevuela todo el texto, incluso desde el espacio exterior, alrededor de lo que sucede de puertas adentro, tanto del libro, como del hogar de su autora: ¿Qué es una familia?

Para ello Laura Ferrero emprende un auténtico tour de force, una suerte de conquista de un astro instalado en una galaxia lejana en la que poder afianzar una bandera de seguridad y confianza, pero para ello necesita respuestas en forma de las piezas de un puzle que le ofrezca esa instantánea familiar con todos sus recovecos. Ella lo intentará realizando diferentes expediciones a la memoria de sus familiares más directos, pero lo que encuentra son toda una serie de agujeros negros en los que hay bien poco que rescatar, de ahí que sea la ficción la que salga a su encuentro para que sea realmente la que le permita reunir esos fragmentos de lo que ella misma es, de los miembros de un contexto anterior, el de su padre ya separado de su madre, organizándose todo en torno a esos dos planetas familiares separados cada vez por más años luz y donde busca convertirse en una estrella a la que prestar la atención que toda niña, y en su posterior paso a la edad adulta, precisa.

No elude Laura Ferrero el proceso catártico que significa afrontar una construcción, mejor dicho, una reconstrucción, de lo que supone explorarse a sí misma, y para ello la escritora barcelonesa opta, inteligentemente, por no buscar culpas sobre lo sucedido, por no señalar todo aquello de lo que surge la herida y el dolor, optando por afrontar un ejercicio muy honesto que tan sólo (lo cual no es poco) busca intentar entender y poner las cosas en su lugar, sobre todo haciéndolo en un momento en el que la madurez evita otro tipo de connotaciones próximas al ajuste de cuentas y con poseyendo más armas para saber justificar las actuaciones a las que nos somete la vida en determinados momentos.

Esa ausencia de la culpa permite que el libro no se convierta en un índice de rencores, lo que sería un amargo horizonte para el lector que, en cambio, acompaña a la protagonista de manera casi ingenua por ese proceso de descubrir en qué consiste una familia, y como se provocan una serie de desajustes en contextos como el escolar, el de las amistades o, de manera más intensa, en el familiar. Como tampoco lo hace con ese personaje tan próximo a ella como es la madre y en la que quiere encontrar el mayor número de esas respuestas que de manera sistemática le son negadas. Pero Laura Ferrero ya asume con el paso de los años esa situación, ese no querer quizás lastimar a quien en este preciso momento necesita configurar ese álbum de fotos que nunca existió, y hacerlo mediante la escritura que aquí, frente a otros textos, más que bálsamo, es una necesidad de colocar todas aquellas piezas en ciertos instantes incapaces de ser encajadas, incluso para alguien dotada de una gran inteligencia y sensibilidad que, afortunadamente, disponía de la imaginación como un asidero al que aferrarse para tapar ciertas carencias, como aquellos hombres que fueron al espacio y, tras la abrumadora atención mediática, las recepciones y los aplausos, tuvieron que asumir que en la Tierra las cosas pesaban más, y eso no siempre es fácil, aunque no hayas ido nunca al espacio.



Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 15/07/2023

martes, 1 de agosto de 2023

El dilema de la belleza

 

[Ramonismo 163]

El debut narrativo de Mercedes Corbillón nos sitúa ante un texto repleto de emociones y pasiones, humanas y literarias



LIBRERA. Corazón apasionado de Cronopios dividido entre Compostela y Pontevedra. Letraherida a tiempo completo. Libros, pasiones y bellezas que se encabalgan y que sólo podían dar lugar a un libro como este: ‘La belleza debe morir’, editado por Espasa en castellano y en gallego por Galaxia. Una novela que emerge como un valiente ejercicio literario en el que Mercedes Corbillón aúna su pasión por la vida, su deseo permanente por conquistar la belleza (aunque diga que esta debe morir), y sus gustos literarios.

Pocas ciudades condensan tanta belleza como Venecia, condenada a su propia autodestrucción natural, pero también por la sobreexposición a la globalización turística. Hasta esa geografía humana y artística se dirige la protagonista del libro, quien, como Venecia, siente ese agotamiento físico y mental, para, junto a su madre, convertir esa estancia entre canales e imponentes destellos artísticos, en una revisión a sí misma y a su estado vital a partir de aquello que la ha hecho sentirse viva, una intensa historia, entre el amor y el deseo, con un hombre casado, siendo la descripción de esos momentos la mejor manera de mostrarse a sí misma.

Una escritura que aparece salpicada por numerosas referencias literarias, por citas de libros y autores que son también un itinerario que seguir para los lectores, desde quien lleva años trabajando su gusto literario, siendo intachables cada una de las que asoman por estas páginas y que nos invitan también a buscar en esos libros nuevos horizontes relacionados siempre con los temas que aborda Mercedes Corbillón a lo largo de su texto.

Y esos temas son numerosos a lo largo de un libro en el que podemos adentrarnos en diferentes capas que le otorgan mucha más importancia de la que pueda parecer en una primera aproximación, incluso si escuchamos a la propia autora hablando de él y restándole méritos, también al poder distraernos por la abundancia de escenas sexuales pero que no dejan de ser una puerta de acceso a otro tipo de situaciones mucho más necesarias para conocer a la protagonista de la novela y, porque no decirlo, a la propia escritora, cuya figura no puede alejarse demasiado de la mujer retratada. Más allá de lo erótico, de lo sugerente de esos encuentros, toda esa acumulación de sentimientos de los que se nos hace partícipes a la hora de entender cómo una mujer afronta diferente momentos de su vida en un instante muy determinado, como el de una plena madurez el que se cierran puertas y se abren otras, proponiendo todo un carrusel de dudas, muchas de ellas necesarias para hacer que todo avance, y que incluso la llevan a dudar de la belleza, seguramente de lo único que no podemos dudar en esta vida como bálsamo, como elixir para seguir con la cabeza alta cuando todo parece venirse abajo, y pensando que incluso los momentos más hermosos entre dos personas deben ser cenizas.

El libro ofrece también dos recorridos repletos de una belleza que Mercedes Corbillón describe de una manera maravillosa, ambos mis preferidos en el interior de la novela. Uno de ellos su visión de Venecia, la descripción portentosa de escenarios y vivencias, de brumas y colores, de palabras y sensaciones entre Pallazos, Giorgiones y Tizianos, de sabores y contactos con personas de una ciudad que te pide a gritos que hables de ella, como de una Compostela entre cuyas piedras rebotan los sonidos de una Berenguela que nos sitúa en lo más real y físico de su protagonista. El otro, es la relación llena de complicidad y ternura con la madre, la convivencia con ese espejo propio en que se convertirá dentro de unos años, seguramente ya demasiado cercanos, pero a los que se llega con una enorme dignidad, sabedora de que lo vivido, lo sentido y lo leído, convierten a esta mujer en un ser en construcción tras, como diría Annie Ernaux, «vivir una pasión que rompe las costuras de nuestro propio yo». Las puntadas que se dan para esa sutura brotan de la pasión y de la permanente belleza a la que, pese al título y a los vaivenes del corazón, no debemos renunciar.



Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 8/07/2023