Rafael, Kirchner, Hopper. Juntos pero no revueltos nos aguardan en Madrid. Dicen que llega el verano y los diferentes espacios expositivos colocan durante estas semanas sus banderolas publicitarias como reclamo ante la llegada de visitantes. Tres épocas, tres miradas, tres maneras de pintar absolutamente fascinantes permitirán a los amantes de la pintura regocijarse con unas muestras en las que se aúna la calidad de sus participantes, el valor de la gran cultura y la capacidad del arte para atraer espectadores. Hoy, que parece que solo interesa vender cifras de asistencia, este tipo de exposiciones certificarán a su remate como la calidad de lo exhibido y la presencia de espectadores son perfectamente compatibles. El último Renacimiento encarnado en el pintor italiano, el expresionismo de una Europa convulsa a través del pincel alemán y la exultante singularidad del artista norteamericano, son algunos de los paisajes que podremos recorrer en las próximas semanas. Aquí, en Pontevedra, nuestros paisajes culturales son motos y uniformes militares, una pseudocultura planteada desde un Museo demasiado centrado en el lazo de su envoltorio mientras lo envuelto sólo servirá para batir récords de público, pero por encima de todo para confirmar este tiempo que Mario Vargas Llosa registra en ‘La civilización del espectáculo’, donde lo vacuo se impone a la cultura como gris reflejo de lo que somos, pero también como recuerdo de aquello que fuimos. Mientras, Madrid espera.
Publicado en Diario de Pontevedra 09/06/2012
Magnífico, como siempre. Con respecto a Pontevedra y a su, "trepidante" actividad cultural, podríamos reeditar, aunque con toda seguridad no en "Diario de Pontevedra", el texto "EL Guggenheim en la "Pole position" de José María Romera. Más de una década después, la pseudo ¿cultura? está de plena actualidad en este barrio.
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