Una vez que el lector se adentra en la trama establecida por Rafael Reig no puede desprenderse de ella hasta el impactante desenlace final. ‘Lo que no está escrito’ (Editorial Tusquets), para los que no conocíamos la narrativa de Rafael Reig, nos ha abierto un itinerario maravilloso en el que se reconoce la forja de un escritor, así como su interés por conseguir a lo largo de la narración establecer una serie de reflexiones sobre la propia literatura y su capacidad para generar en el lector infinitas percepciones de lo que está sucediendo a su alrededor, hasta el punto de confundir a ese lector a partir de lo que ocurre en la realidad y lo que, en este caso, acontece en la lectura de una novela, y lo que eso puede suponer de revelador para uno de los personajes de la trama.
Un juego literario que abruma por la medida precisión en su ejecución y por cómo las piezas se encadenan como en un gran crucigrama. Palabras que van dando origen a cada uno de los capítulos en que se divide el texto y que anuncian el sentido de cada uno de ellos. Y es precisamente desde la conjunción de cada uno de ellos de la que emerge el valor de esta poderosa novela en la que confluyen diferentes perspectivas que son el andamiaje de todo el conjunto. La relación de un hombre con su exmujer, el complicado vínculo de éste con su hijo y el papel de su actual pareja, se van a ir engrasando con un texto que ese hombre, escritor, deja a su exmujer para que sea leído por ella mientras él pasa un fin de semana con ese hijo en la sierra. Esa lectura, unida a la lejanía del hijo de su madre, abrirán una caja de Pandora en la que sobre todo el miedo será el principal protagonista y el que nos defina esa relación entre dos personas con algo en común tan importante como es un hijo.
Esos dos mundos, el real y el imaginado por el escritor, ofrecen frases que nos remiten a esa reflexión sobre lo literario y su influencia en nuestras vidas que citábamos al inicio de este texto. “Necesita seguir leyendo para saber qué hay detrás de esa ventana de palabras, pero tiene miedo a exponerse, a ser leída cuando lee. Por que, cuando lee, se siente bajo el poder de Carlos, en sus manos, observada por esa sombra que se oculta entre las líneas”, frases como ésta nos conduce a la percepción que, a medida que el relato avanza, se va incrementando sobre cómo lo que sucede en la novela que lee la protagonista presenta ciertos ecos con los sentimientos de esa misma mujer en relación a su ex marido y al temor ante lo que pueda suceder con su hijo. Un pálpito que al final desembocará en unas páginas de las que es imposible desentenderse, sobre todo por establecer un final doble, el de esa novela que está dentro de la novela, y el que plantean los verdaderos protagonistas de ‘Lo que no está escrito’. Dos personajes que han superado una separación y que ahora, cuando las aguas parecían calmadas, ven como éstas se agitan por esa novela que “tal vez les había costado a los dos su matrimonio” y siembra de miedos un presente que acabará abruptamente.
Rafael Reig, más conocido (sobre todo por el que esto suscribe) por su labor crítica y didáctica, que por su propia obra literaria, está claro que tras la escritura de ‘Lo que no está escrito’ ha reafirmado sus valores como narrador. Ya que unido a la alabada estructura también debe ser resaltado su lenguaje directo y conciso, sin eludir ciertas palabras y situaciones que reafirman una literatura llena de verdad e intensidad. Esa misma que te lleva a leer esta obra de manera fulgurante, ya que es quien de sujetarte por la pechera para sumergirte en esa relación personal, pero también en ese vínculo entre la literatura y lo que sucede a nuestro alrededor. Un maridaje de sugerentes expectativas sobre la novela y su presentación ante el lector.
Publicado en Diario de Pontevedra 14/10/2012
El Progreso 6/10/2012
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