En cuanto escuchamos el título de ‘El hombre tranquilo’, a cualquiera,
inevitablemente, se le va la mente y hasta el espíritu al universo creado en la
película del mismo nombre por JohnFord en 1952. Una de las cumbres del director
irlandés, que es lo mismo que decir de la historia del cine. Aquella historia
costumbrista de eternas peleas, cerveza a borbotones y amores raciales sobre el
verde tapete irlandés con la estelar pareja de John Wayne y Mauren O’Hara, se
convirtió en uno de los relatos icónicos del mundo del cine.
Pero antes de imagen fue palabra y esa palabra llega ahora, por primera
vez a publicarse en nuestro país gracias a la más que meritoria acción de la
editorial Reino de Cordelia y su labor de reedición de varios de los textos más
vibrantes de la literatura, algunos muy conocidos, como la reciente publicación
de ‘El gran Gatsby’, y otros, como este caso, asombrosamente ignorados a lo
largo de décadas y décadas, eso sí, todos ellos presentados bajo una de esas
ediciones que te hacen querer a quienes apuestan por esa muestra de respeto
hacia el libro.
Maurice Walsh publicó en 1933 un relato en la revista americana The
Sarturday Evening Post titulado ‘El hombre tranquilo’. Fueron muchos los
lectores apasionados por su lectura y el avispado John Ford apostó
inmediatamente por hacerse con los derechos de una obra en la que se imbricaban
muchas de las dimensiones que afloraban en su cine y que además podía situar en
su querida patria. El relato apareció meses más tarde publicado en Irlanda pero
en España nunca se llegó a publicar con lo que la historia del retorno del
bravo boxeador a su patria en busca del descanso y el latido de la tierra solo
era conocido a través del cine.
Es evidente que a cada página que uno pasa y penetra en las diferentes
historias que se van sucediendo en el libro, las caras e imágenes que se le
presentan son las de Wayne y O’Hara, como no, ellos son los protagonistas,
tanto de la película como ya lo son del texto escrito, que no podía imaginar
más acertadas caracterizaciones para ambos personajes. En el texto se van
sucediendo una serie de estampas irlandesas que ahondan en la secuencia de
caracteres típicos de una tierra tan singular como la irlandesa. El autor se
adentró en el terreno literario a partir del amor de su padre por inculcarle
todo ese intramundo de relatos orales, mitos, tradiciones y elementos que
especifican el universo irlandés y que dotan al texto de una fuerte carga
nacionalista que en el paso a la gran pantalla se quedó en el camino, posiblemente
por no romper la cara amable que evidencia la película, eludiendo temas
espinosos como puede ser el conflicto del IRA, que en el texto de Maurice
Walsh, está muy presente a través de las acciones de varios jóvenes.
Ese pueblecito de Inesfree es la
Itaca a la que regresa el héroe para disfrutar de su
descanso, tras una vida de combates en los Estados Unidos. Un microcosmos en el
que una vez allí toda una fauna de tipos populares le hará por momentos dudar
de sus intenciones, para finalmente darse cuenta de que ese es su lugar en el
mundo al lado de una mujer con el pelo encendido y un carácter de mil demonios.
Maurice Walsh presenta toda una serie de hilos de los que irá tirando
John Ford y que alimentará con sus propias historias y la necesidad de la
construcción narrativa de una historia para ser vista, por cuantos más
espectadores mejor. Aunque nos pueda parecer increíble tenemos, ochenta años
después de su publicación, con ese texto en nuestras manos, la posibilidad de
asomarnos a la génesis de la película, pero también a la plasmación de una
serie de estampas de la inagotable Irlanda.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 3/03/2013
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