Empecemos por el final que muchas veces, sobre todo cuando
hablamos de la muerte, es el principio. Y el final de Pepe Sancho es el de su
mejor papel, el de Rubén Bertomeu en la serie Crematorio. La mejor serie de la
historia de la Televisión
en España basada en el espléndido libro de Rafael Chirbes. Allí Pepe Sancho se
vació, no sé hasta que punto como otras veces, pero sí hasta el punto necesario
para conformar un trabajo que nadie podría hacer mejor. Su despiadado personaje
le iba como anillo al dedo, más que para actuar, para cargar las tintas contra
esta mierda de sociedad que él mismo diría desde su enérgico carácter. Cabreado
muchas veces por lo que veía y oía fueron muchos sus golpes en la mesa ante lo
que sucedía en esta España repleta de mezquindades, muchas de ellas le
afectaron a él y solo al final de su vida le llovieron papeles en Televisión
para comprobar la valía como actor que ya demostrara en sus participaciones en
títulos esenciales de nuestro cine como ‘Carne trémula’, ‘Hable con ella’,
‘¡Ay, Carmela!’ o ‘Todos a la cárcel’.
Y terminemos por el inicio que, como no, fue como tantos
actores de su época en la forja irreductible del teatro, aquel televisivo
Estudio 1, para subirse al tren de su vida en forma de caballo y acompañar a
Sancho Gracia en el papel de El estudiante en ‘Curro Jiménez’. Llegó entonces
el tiempo de la fama y la popularidad que a buen seguro, por ciertas derivadas,
le amargaron el carácter, ya un escudo hacia el exterior. Quizás todo ello era
la preparación para su mejor actuación: la del inmortal Rubén Bertoméu.
Publicado en Diario de Pontevedra 4/03/2013
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