José Manuel Caballero Bonald recogerá hoy el Premio Cervantes a su
labor literaria. Un mundo, básicamente poético, en el que Pontevedra y su ría
estarán presentes gracias a su amistad con el doctor José Luis Barros Malvar
«Y ALLÍ ESTABA también el siempre disponible doctor Barros/mi sanador mi
compañero el más republicano de los/ perdedores/ el ilustrado disidente de los
foros políticos que/culminaba en etílicos». De esta manera se refiere José
Manuel Caballero Bonald al doctor José Luis Barros Malvar en el que él mismo ha
dicho que será su último libro. Con ‘Entreguerras’ el gaditano realiza un
barrido por toda su vida en forma de verso, ¿de qué manera sino lo tendría que
hacer un poeta? Y en él se recoge la figura apuesta y elegante del galeno
pontevedrés. Uno de los personajes más singulares de esa España que deambuló
por las esquinas del franquismo y al que estos seres concedieron el aire
internacional y cultural incapaz de ser generado desde el Régimen.
José Luis Barros Malvar (Pontevedra 1923-Madrid, 2001) fue un prestigioso
cirujano nacido en la calle de la
Oliva que llegó a recorrer todo el mundo llamado por los más
importantes centros médicos para impartir sus avances en ciertos tipos de
intervenciones quirúrgicas. Una referencia mundial que dirigió el Hospital
Gregorio Marañón, recibiendo tras su jubilación la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid.
Pero en paralelo a su labor profesional, José Luis Barros Malvar engrasa la
vida cultural española gracias a su amistad con poetas, cantantes, actrices,
escritores, cineastas... Todo ese ambiente cultural, que se encontraba orillado
por el oficialismo, tenía en José Luis Barros un cómplice de noches y
aventuras, pero sobre todo de amistades de las que toda su vida se enorgulleció
este pontevedrés al que su ciudad todavía debe honores, ya que Pontevedra fue
su otra gran devoción y de la que no se cansaba de vanagloriarse, dándola a
conocer entre esas amistades. Muchas de las cuales fueron invitadas a recorrer
esta tierra, haciendo parada, fonda y lo que fuese menester en su casa de Cabo
Udra en Bueu.
Jose Manuel Caballero Bonald y José Luis Barros Malvar. Pepe y José Luis
se conocieron por medio de Camilo José Cela, con el que el primero mantuvo una
tirante relación y al que el segundo abrió la panza (algo nada raro ya que por
la mesa del quirófano del doctor Barros pasaron desde Cela hasta Gala y pasando
por el propio Caballero Bonald). Hablamos de los años cincuenta y durante más
de cuarenta años el galeno pontevedrés fue el médico de cabecera del que mañana
será reconocido con el Premio Cervantes. Pero además de médico y amigo ambos
tenían varias aficiones comunes: la primera de ellas la literatura, obvia en el
caso del poeta; pero en el caso del médico era un lector empedernido, lo que le
llevó a crear una espléndida biblioteca, parte de ella donada a sus vecinos de
Bueu; otra, es el amor de ambos por el flamenco y el mundo gitano, de hecho esa
común afinidad llevó a Caballero Bonald a viajar a Pontevedra en 1972 para
impartir una conferencia en el Teatro Malvar sobre los palos del flamenco,
representados sobre las tablas, nada más y nada menos que por Antonio Gades. Y
la última es el mar. Qué es un poeta que se precie sin el mar...poca cosa; y un
pontevedrés que se enorgullezca de su origen, pues tres cuartos de lo mismo.
Ambos fueron amantes de la navegación y así compartieron ese mar Atlántico, ora
en las costas gaditanas ora en la ría de Pontevedra, a la que José Luis Barros
trajó a Caballero Bonald para navegar y posteriormente buscar refugio en esa
casa mitológica en la bocana de la ría de Pontevedra. Un mismo mar por cuyas
olas navegaron poesía y medicina, pero sobre todo, dos amigos que lo fueron
hasta el término de la vida de nuestro vecino. Esa amistad aparece siempre
reflejada cuando el poeta decide mirar hacia atrás en su vida.
Tanto en su monumental autobiografía, ‘La novela de la memoria’, como en
el ya citado ‘Entreguerras’, los términos en los que se cifra esa relación son
del tipo de: «fidelísimo compañero», «amigo invariablemente fraternal» o
«camarada en azarosas navegaciones». Todo ello nos lleva a pensar que mañana,
cuando Caballero Bonald suba a pronunciar su discurso de aceptación del premio
más importante de nuestras letras, un pedacito de él, o lo que es lo mismo de
su memoria, se deje mecer por los vientos que impulsaron esa amistad salpicada
por la espuma y la sal de esta ría de Pontevedra; pero también por los
recuerdos de noches y gitanos, «...con quien anduve en regocijos sobresaltos
barahúndas...», en definitiva por el calor de una amistad que alumbre aquello
que somos, esto es, siguiendo el título de su Obra poética completa: ‘Somos el
tiempo que nos queda’.
José Manuel Caballero Bonald ha renunciado a invertir ese tiempo en la
escritura, una renuncia que le llevará a leer pero también a recordar, a echar
mano de esa memoria que le llevará a recrear en su mente tiempos pasados y
allí, no lo duden, se erigirá la estilizada figura de aquel médico seductor que
unió dos geografías, pero sobre todo, dos almas.
Publicado en Diario de Pontevedra
En la imagen Homenaje a Vicente Escudero. De izquierda a derecha: José Manuel Caballero Bonald, Antonio Gades, Vicente Escudero y José Luis Barros. Del 'Libro de los amigos de José Luis Barros'.
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