Bow, un barrio londinense de
finales del siglo XIX. Una espesa bruma, una casa de huéspedes y una
habitación cerrada por completo. En su interior se comete un crimen. ¿Cómo se
ha podido acceder a una habitación aparentemente cerrada a cal y canto?
Esa pregunta es la que se mantiene vigente página tras página de esta
novela que Ardicia (una vez más hay que aplaudir lo milagroso de esta editorial
con sus publicaciones de escritores poco conocidos pero que dejan en nuestras
manos unos textos fantásticos y con una edición más que cuidada y atractiva).
Lo había dejado en Ardicia y como esta novela nos lleva a sumergirnos en
aquella Inglaterra victoriana, en las calles de un Londres repleto de ecos
dickensianos y con el efecto que todavía en el lector de hoy se mantiene vivo
de los actos de Jack el Destripador (esta novela se publicó en 1892, mientras los
sucesos de Whitechapel tuvieron lugar tan solo cuatro años antes). Esa
atmósfera, en la que cualquier relato de asesinatos e investigaciones está
abocada al éxito, es la que nos pone en las manos este libro en el que el
lector disfruta de los acontecimientos y de cómo éstos se van sucediendo para
intentar explicar un suceso que nos parece inexplicable.
Su autor, Israel Zangwill, nacido en Londres y miembro de una familia
judía de inmigrantes rusos, consiguió con sus obras grandes éxitos de lectores.
Sus obras fueron muy populares en ese Londres de finales del siglo XIX, pero
quizás sea esta novela ‘El gran misterio de Bow’, muy valorada por Jorge Luis
Borges que dijo de ella: «Una de las soluciones más brillantes al juego del
cuento policial», la que aporte una mayor lucidez a este tipo de novelas por
plantear ese suceso en un ambiente aparentemente imposible y con un rasgo
importante, como es el naturalismo y la aproximación a la vida cotidiana de los
personajes y de la ciudad, lo que le otorga una mayor verosimilitud al relato,
distanciándose en esa alineación con lo real del gran maestro Edgard Allan Poe,
al que alude el propio autor a lo largo del relato.
Y es que ese relato juega también con los propios antecedentes de estas
novelas de misterio, no rehúye el citar al propio Poe así como el dejar
constancia de otras actividades como la del periodista, el político... u otras
disquisiciones más secundarias sobre las amas de casa, los poetas, los
sindicalistas, la belleza. Se compone así un fresco humanizado a base de pizcas
de un humor lleno de sarcasmo, que se mueve en el londinense barrio de Bow, que
acaba siendo un personaje más por cómo se mueven en él los actores principales
hasta esa parte final, absolutamente magistral, y sin duda lo mejor del libro,
en el que se desarrolla el juicio y posteriormente se produce el
esclarecimiento de los hechos, una convulsión del relato repleto de giros
inesperados pero lógicos. En definitiva, un hallazgo más en el vasto océano de
lo literario. ¡Bien por Ardicia!
Publicado en Diario de Pontevedra y El Progreso de Lugo 8/02/2014
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