TRADUCIR LO VIVIDO a la
poesía. Convertir en palabra y caricia el tiempo que ha transcurrido
y lo experimentado a lo largo de una existencia es el fin del último
libro de Joan Margarit. Una voz fascinante de la poesía actual que
ha visto como su obra completa se ha reunido en un volumen editado
por Austral (‘Todos los poemas, 1975-2012’) al tiempo que la
Editorial Visor publica sus últimas composiciones en ‘Amar es
dónde’. Un hatillo de poemas que revisan la propia vida del poeta,
ese espacio desde el que solo se puede entender la composición
poética, según explica el propio Joan Margarit en un apasionante y
lúcido epílogo que pone el cierre a este poemario.
Ese epílogo nos deja
varias tomas de corriente sobre el hálito de vida que convierte una
experiencia en poema. Lo que logra cimentar esa transustanciación de
lo vivido en un itinerario de palabras que se descuelgan por un
territorio íntimo que se vuelve pellizco cuando el lector lo tiene
en sus manos. Aplicar esa experiencia del poeta a la intimidad del
lector es una de las claves de la poesía, algo sobre lo que
reflexiona el autor en el mencionado epílogo al igual que sobre la
indiferencia alcanzada con el tiempo en relación al pasado, a la
conquista de una nueva percepción que permita lograr una libertad
ante el acto creativo que la haga más real y limpia de
contaminaciones sentimentales que podrían llegar a distraer nuestra
atención de lo verdaderamente importante.
Ese paso del tiempo
hecho poesía visto desde la edad actual de Joan Margarit, nacido en
1938, es el alma de estos poemas llenos de encuentros, de
experiencias, de emociones que se concentran de manera magistral y
que vuelven a definirnos al gran poeta que es Joan Margarit. «Soy
como una vieja pala, oxidada y aún sacando tierra», dice en uno de
sus poemas. Esa capacidad de decir tanto con tan poco, de exprimir la
vida en unos cuantos renglones, es pura emoción por lo que tiene de
definición de un tiempo y por hacerlo tirando fuerte de las bridas
de la nostalgia así aplacada, escribiendo desde lo que él mismo
llama «la playa invernal de cada uno». Un calor vital atemperado
por la edad, por la invernía que se posa en una pluma que sabe que
ya debe medir sus palabras para no desperdiciarlas en la codiciosa
pretensión de apretar el pasado en aquello que se escribe y que, una
vez hecho libro, será acta notarial.
Este desfiladero de
poemas se encuentra repleto de humanidad, una de las grandes armas de
la poesía de Joan Margarit, siempre pegada a la piel del hombre y
huyendo de una de las grandes taras de ese ser humano, la vulgaridad
en la que hunde su vida en tantas ocasiones casi faltándose al
respeto a sí mismo. ‘Amar es dónde’, tres palabras que se
repiten en varios poemas, es un canto de cisne sobre la belleza de la
vida que, al fin y al cabo, es el goce consciente de esa vida.
Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 19/04/2015
Ningún comentario:
Publicar un comentario