Resulta que uno se estruja la sesera
para buscar un titular ingenioso que resuma la tarde, y se pasa la semana
dándole vueltas al tema. Que si ‘El triunfo de la izquierda’, por si Abellán y
El Cid la lían con su mano favorita; que si ‘El Cid resucitado’, por si El Cid
vuelve a sentirse torero... pero al final la plaza manda y todo se va al garete
cuando empieza a atronar ese ¡Fandi, Fandi! que hace temblar los cimientos de
la plaza de San Roque. Así que, clarísimo, ¡Fandi, Fandi! y ahí queda, porque
ustedes lo han querido.
Mientras los tres coletas realizaban el
paseíllo todavía se escuchaba entre las piedras de A Moureira la voz melodiosa
de las sirenas mezclada con el viento húmedo de la ría clamando por la oreja
negada a Morante de La Puebla
hace una semana. Un ulular que permanecerá prendido de esta plaza durante largo
tiempo.
Así nos venía la tarde en un 15 de
agosto con toros en Pontevedra, como en los viejos tiempos, en el que se coló
una lluvia pesada que hizo del ruedo, pese a su buen y cuidado estado, un
espacio que crecía en peligro. Pero esta placita tocada con esa cubierta es una
bendición para tardes como ésta que se hacen grandes cuando el espectáculo
acompaña.
Los tres toreros nos dejaron una tarde
de esas de disfrutar acompañados por un excelente encierro de Román Sorando que
regresaba a esta plaza y parece que para quedarse. ¡Qué estampas dibujaban
todos ellos! Y así, con los protagonistas metidos en el ajo resultó lo que
resultó. Y es que dos de los coletas, Miguel Abellán y El Fandi, salieron a
hombros, y El Cid, se quedó fuera por el poco acierto con la espada en su
segundo, pero se llevó una ovación de esas que se incrustan en el alma y
resucitan a un torero que, aunque en horas bajas, ha dejado constancia de lo
que puede hacer.
Miguel Abellán realizó una muy buena
faena a su primero, bien con el capote se descalzó por lo resbaladizo del
suelo, algo que repitió en su segundo que le llegó a pisar provocándole una
fuerte cojera. En ese primero logro una oreja que repetiría en el segundo con
una faena menor, que abrevió por ese pisotón, pero mató mejor y se cobró la
segunda oreja.
Pero la plaza quería ¡Fandi, Fandi!,
solo con salir su primer enemigo ya reivindicó al torero que, crecido, echó
rodilla a tierra y realizó una gran labor con el capote que creció
posteriormente al colocar al toro en suerte ante el caballo por chicuelinas. La
plaza ya hervía y aun faltaban las banderillas por poner. La marca de la casa
puso la plaza en ebullición total. La intensidad bajó con la muleta, que no es
el fuerte del granadino, pero todo se fiaba ya a la espada. Una oreja. Quedaba
el segundo, un toro hermoso, colorado chorreado, el de más peso de la tarde,
500 kilos, y posiblemente el mejor. Las tres largas cambiadas recuperaron el
delirio del primer toro como con los tres excelentes pares de banderillas.
Pidió un cuarto par que el presidente denegó. Es su potestad, pero Fandi rompió
los arpones de ese cuarto par contra las tablas y simuló su colocación, algo
que no debía haber hecho. Una estocada fulminante hizo el resto. Dos orejas.
Toros de la ganadería de Román Sorando. Extraordinarios en presencia y en
juego, bajando algunos en intensidad a medida que transcurría la faena. Llenos
de nobleza. ▶ Miguel Abellán. De oliva y oro. Espada cruzada y descabello
(oreja). Estocada casi entera y descabello (oreja). ▶ El Cid. De purísima y
oro. Estocada desprendida (oreja). Pinchazo, estocada y dos descabellos
(ovación y vuelta al ruedo). ▶ El Fandi. De carmín y oro. Media estocada y descabello
(oreja). Estocada fulminante (dos orejas). Tercera y última corrida de la Feria de La Peregrina celebrada en la Plaza de Toros de Pontevedra
que registró media entrada. El festejo estuvo presidido por José Manuel López
Sánchez que contó con el asesoramiento veterinario de Juan Ocampo y de Carlos
Ares en el apartado artístico.
Publicado en Diario de Pontevedra 16/08/2015
Fotografía. Rafa Fariña
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