Un libro de Ian
Gibson sobre García Lorca y la música de Miguel Poveda unida a sus
poemas celebran el 120 aniversario del poeta
García Lorca en un homenaje en 1936 a Rafael Alberti (en primer plano) |
Ian Gibson escuchó en
una ocasión a Miguel Poveda cantar una copla dedicada a Federico
García Lorca y en cuanto este bajó del escenario le espetó: «¡Así
que tú también estás enlorquecido!». Esta anécdota, recuperada
por Jesús Ruiz Mantilla en un artículo en El País a propósito de
la salida a la luz del último disco de Miguel Poveda en el que se
apropia de ese maravilloso término para titularlo ‘Enlorquecido’,
une a dos seres que, como tantos otros, han visto su vida modificada
de una u otra manera por el poeta granadino que un 5 de junio de 1898
venía a este mundo para crear una de las carreras literarias más
impactantes, ante la que estremece pensar a lo que podría haber
llegado de no haber sido asesinado por los verdugos del franquismo
cuando solamente tenía 38 años.
Esa celebración
también los une durante estos días en los que el propio Ian Gibson
viene de publicar ‘El asesinato de García Lorca’ en Ediciones B,
un libro sobre la muerte del poeta que actualiza un texto mítico del
año 1971 y configura un perfecto itinerario para conocer todo lo
sucedido durante aquellos días que rodearon a uno más de los miles
de crímenes que la represión guerracivilista dejó sepultados en
zanjas y cunetas, componiendo un mapa del terror que,
vergonzosamente, está todavía hoy sin resolver.
Ambos, disco y libro,
son una sensible manera de acercarse al universo lorquiano de lunas,
gitanos y olivares, pero también de rascacielos, voluntades y «peces
de arsénico como tiburones, o lo que es lo mismo, lo popular y lo
culto como base de una poética que no tiene paragón. Una poesía de
cascabeles en la noche y de pulso herido desde el otro lado. Una
poesía hecha desde la inteligencia, la sensiblidad y el amor a una
tierra que fue la que finalmente no supo estar a la altura de las
circunstancias. Escuchar a Miguel Poveda cantar varios de sus poemas
consigue que gima el alma. ‘Fábula y rueda de los tres amigos’,
‘Oda a Walt Whitman’, ‘El amor duerme en el pecho del poeta’
o ‘Canción de la muerte pequeña’ son algunas de esas
composiciones que además se presentan editadas de una manera
admirable. Un libro disco con fotografías y dibujos de Federico
García Lorca en el que late su espíritu contenido entre palabras y
trazos, entre alegrías, vida y percepciones sombrías de lo que se
avecinaba. Enlorquecido Miguel Poveda nos enlorquece a todos con su
voz y su manera de acariciar las palabras del autor de ‘Poeta en
Nueva York’ .
Ian Gibson, por su
parte, nos abruma con su investigación sobre la muerte del poeta
aquel 18 de agosto de 1936, un día después que nuestro Alexandro
Bóveda, y tantos otros vilmente asesinados. El hispanista nos sitúa
de manera precisa en aquel tiempo, en el fin de la Segunda República,
las últimas semanas del poeta en Madrid, el regreso a Granada, el
terror en su ciudad, su detención, las últimas horas y el crimen,
así como su teoría sobre donde se encuentran sus restos tras largas
investigaciones, entrevistas y el manejo de numerosos datos que
parecen dejar poco espacio para la duda. Pero lo cierto es que
todavía ese paradero es una incógnita a la espera de su
recuperación que, siendo tan importante como la de los miles de
españoles todavía por desenterrar, el suyo es de un simbolismo que
debería ocupar mayor empeño ya que vendría a visibilizar la
necesidad de que España, a través de una decidida aplicación de la
Ley de Memoria Histórica, cierre unas heridas todavía abiertas.
Decía Jorge Guillén
que «junto a Federico García Lorca no hacía ni calor ni frío,
hacía Federico». No hay mejor manera de definir a quien todo lo que
ideó y soñó se convirtió en una emoción especial, un abrigo para
el alma humana que, 120 años después, sigue siendo bien necesario.
Publicado en Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 6/06/2018
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