El nuevo disco de
Leiva nos deja un puñado de historias envueltas por su tradicional
sonido rockero y ofrecido en un soporte maravilloso
CADA VEZ MÁS las
canciones de Leiva se van orquestando como historias que se encadenan
entre sí. Palabras que se flanquean por su música rockera de
guitarras vibrantes y sacudidas constantes.
Es muy difícil que un
músico hile dos grandes discos y Leiva lo acaba de hacer. Tras
‘Monstruos’ (2016) ahora viene de publicarse ‘Nuclear’, entre
ambos una gira y la producción del último disco de un resucitado
Joaquín Sabina, en gran parte por la propia aportación de Leiva.
Milagro tras milagro Leiva ha ido componiendo las canciones de este
‘Nuclear’ grabando sus pruebas de voz con su propio móvil, es
decir, la canción más desnuda que en la versión final, sólo
acompañada por la guitarra y unos sencillos coros. Esas versiones se
incluyen aquí en forma de un regalo que el músico ofrece a sus
seguidores, sabedor de que hay que cuidar al cliente y de que el
respeto al producto cada vez es más importante. Tener en las manos
este trabajo es una maravilla que debería hacer huir al público de
buscar la música en las perversas redes de internet y optar por
hacerse con él. Así es como nos encontramos con una cajita
transparente que deja al aire un corazón que separa sus capas, el
corazón de un músico con las letras en cada una de esas capas y dos
cedés, uno con la versión definitiva y otro conteniendo esas
exquisitas notas de voz. Todo ello obra del diseño de Boa Mistura,
que también hay que citar y aplaudir a quien lo hace tan bien.
Las canciones tienen de
nuevo a Leiva como generador de emociones. Historias de amores y
desconciertos, de días de guerra y nieblas, de inspiraciones
motivadas por una vida condensada en cada una de las doce canciones
aquí presentadas. Y esa vida es la que le concede un carácter mayor
de autenticidad a este trabajo, quizás ese paso al lado del maestro
Sabina le haya hecho ver a Leiva la importancia de contar el aquí y
el ahora, el dejar a un lado las narraciones más generales y sí
contar las historias más inmediatas, de quien pisa la calle, de
quien entra en un bar, de quien discute y llora, pero también de
quien se enamora y siente ese latigazo. Recorrer estas letras es un
tratado de humanidad que consigue hacer de la piel un territorio en
el que sentirse, y así canciones como ‘Como si fueras a morir
mañana’ son un auténtico grito a la necesidad de vivir y, sobre
todo, de sentirse vivo. Algo similar sucede con ‘A ti te ocurre
algo’. El Teatro Lara, el ‘Motocine’, ese ‘crac’, un
pequeño desastre... fragmentos de una canción, de una vida que se
arma en esta pista de circo en que se convierte la existencia. Leiva
nos ofrece un circo con varias de esas pistas, de hecho el vídeo de
‘Nuclear’, el tema que nombra el disco, transcurre en un circo y
la canción que lo cierra es otra gozada que tiene mucho de circense,
al estar basada en una de esas historias increíbles que nos deja la
vida a partir del gigante actor de la película ‘Big fish’.
Con ‘El gigante de
Big fish’ Leiva remata, con un punto melancólico, este disco que
de nuevo le hará llenar conciertos de unos seguidores que se verán
multiplicados por el efecto de su música, y es que este disco además
de afianzar a los que ya estaban con él permitirá sumar a otros
que, a poco que se detengan en sus letras, sentirán algo más que un
‘rocanrolear’. De todas maneras Leiva no sería Leiva si
renunciase a la potencia de sus guitarras, a una carga brutal, casi
nuclear, que en el directo te hace saltar permanentemente y
transmitir así lo que significa para este músico toda la tradición
de ese género musical. Canciones como ‘No te preocupes por mí’,
‘Lobos’ o ‘Nuclear’ se convertirán en las próximas semanas
en éxitos en las emisoras de radio, no lo duden, y por unos
instantes podremos respirar de esa saturación de ritmos merengues
que cada vez más nos asfixian, orillando a la buena música.
Leiva, como otros
muchos músicos de nuestro país, sigue sujeto al rock como vínculo
con un pasado y a una memoria íntima que, pese a las modas y a las
circunstancias, seguirá siendo la mejor manera de trasladar
historias al público, de contar lo que sucede a nuestro alrededor y,
con ellas, rasgar, no sólo las cuerdas de su guitarra, sino nuestros
corazones, esos mismos que se pueden seccionar en capas y sentirse
agitados por buenas letras.
Publicado en Diario de Pontevedra 3/04/2019
Fotografía: Leiva mirando su nuevo disco (Fernando Alvarado/Efe)
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