mércores, 28 de agosto de 2019

Un camino de valentía


Rue Saint-Antoine nº 170
Pintura. Deside constituye una de las cimas de la pintura gallega en las últimas décadas. Una cima que pocos se han atrevido a escalar por lo complejo de su apuesta, un informalismo alejado de los gustos del público, pero obligado para quien entendía la pintura como un incuestionable posicionamiento vital




¡Bendiciones al pueblo que recuerda a los suyos! Y esto es lo que lleva haciendo el concello de Marín durante este mes de agosto, hasta el día de San Ramón, onomástica del pintor, en que se cerrará la exposición que reúne, en el Museo Manuel Torres de esta localidad, un buen número de sus obras a lo largo de tres salas en las que nos encontramos esa pintura de clara raíz informalista, tan difícil de ver en Galicia, más todavía, verla con esta calidad, que es la que defendió durante toda su vida Ramón Lorda Vidal, coñecido como Deside.
Y digo defender porque Deside hizo de su manera de pintar una defensa numantina de un estilo al que nunca renunció, aún a sabiendas de lo complicado que era en nuestra tierra hacer apostolado de esta pintura que en el resto de la península era una especie de reacción al adocenamiento pictórico de un franquismo que buscaba una pintura más dulce y ligada a un realismo que poco o nada podía decir desde un punto de vista de la creación autoral. Pero Deside se sumó a aquello que procedía de Cataluña, a los Tápies, Saura, también a Canogar o al canario Millares, y sus cuadros se convirtieron en una defensa del individuo, del creador, ante la sociedad, e incluso ante muchos de sus propios colegas. Supo Deside, desde el principio, generar su propio lenguaje desde la mancha, la densidad de la pintura, las sugerencias de las formas o los símbolos, para condensar todo en una obra propia, de una hermosa lírica que todavía hoy estremece cuando nos colocamos ante sus bodegones, ante esa pincelada empastada que diluye las formas, que convierte el lienzo en una atmósfera de sugerencias que impacta a un espectador que debe darle un tiempo a cada cuadro. Su manera de pintar no quiere visitantes con prisas, la pintura de Deside es una pintura del encuentro, del diálogo con ese espectador que debe poner también de su parte para ser esencia de esa conversación. Es, al cabo de unos segundos o minutos, cuando el cuadro revela su verdadera potencia, su capacidad para ser pintura desde esa atmósfera y cuando nuestros ojos descubren todo el trabajo y el discurso que hay detrás de lo que en un primer momento nos puede parecer una continuidad de manchas.
A Deside lo traté poco, pero el recuerdo es imborrable. En una primera ocasión en la Sala Teucro de la Xunta de Galicia en Pontevedra en 1999, allí le descubrí. La sorpresa de un informalista en este rincón peninsular me hizo pensar en que sucedía para que no se conociese más su pintura que me parecía de una extraordinaria calidad y valentía. Y quizás ese componente, el de la valentía, sea el que lo explique todo. Aquel que no busca las lisonjas de la crítica o los expositores, el que no renuncia a lo que cree como es su manera de explicar su forma de entender el mundo, siempre tiene más complicado el acceso a ciertos espacios. Pero esa verdad es ahora su gran bandera, la que volvió a ondear cuando pasé una hora inolvidable junto a él con motivo de su última exposición en el Café Moderno de Pontevedra en 2013, conversando para realizarle la que posiblemente fuese su última entrevista publicada en este medio. Allí, ante aquel conjunto de espectaculares piezas, maravillosamente iluminadas, que exaltaban sus densos negros, sus violentos rojos y verdes y la profundidad de sus grises, me encontré a un hombre al final del camino, fallecería tres años después, pero enormemente orgulloso de lo realizado. Alguien que todavía se emocionaba ante lo que se escondía en cada uno de sus cuadros, bajo cada una de esas pinceladas, entendidas como un desafío ante la pintura, pero también ante la vida.
Durante esta última semana de exposición tenemos aún la posibilidad de recorrer ese camino, de gozar durante unos minutos de la pintura de un valiente que hizo de la pintura, de su pintura, algo irrenunciable y parte ya del rico legado artístico del concello de Marín que ahora ensalza a uno de sus pintores. Ramón Lorda Vidal, Deside.



Publicado en Diario de Pontevedra 26/08/2019


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