Antonio Muñoz Molina (Zipi) |
ANDAR, caminar, pasear, merodear, deambular. Todo
eso que ahora nos está vedado. Éramos felices y no lo sabíamos. Despreciábamos
lo más simple, todo aquello que emerge de la libertad, del movernos sin
rendirle cuentas a nadie. Este desasosiego en el que estamos sumidos nos está
obligando a la reflexión, a pensar que cualquier conquista basada en el
ejercicio de la libertad es un preciadísimo bien que en cualquier momento se
puede fracturar.
‘Un andar solitario entre la gente’ es
un libro publicado en 2018, el penúltimo del escritor Antonio Muñoz Molina, que
el pasado año, también en Seix Barral, publicaba ‘Tus pasos en la escalera’. En
ese andar literario de hace un par de años el autor traduce la realidad de
nuestro mundo a través del hecho de caminar. De ese deambular que en nuestras
ciudades se ha convertido en un acto mecánico al que no sabemos extraerle el
rendimiento necesario. Antonio Muñoz Molina hace de ese andar entre el
colectivo una mirada inteligente hacia una sociedad sobreestimulada que busca
la seducción de nuestra atención a cada instante.
Ahora, que este andar está vedado,
pensamos en ese caminar como un tesoro a recuperar, para cuando así sea poder
entenderlo de otra manera, no tan tiranizado por nuestras prisas diarias, por
unas urgencias cotidianas que ahora se revelan como mucho menos importantes de
lo que considerábamos.
Esta novela del apunte, de la crónica
inmediata del escritor hoy, pero también de otros escritores del ayer, desde
Baudelaire a Pessoa, que ensalzaron el caminar como parte de su inspiración y
de conexión con las nuevas urbes en las que habitaban, retoma estos días una
nueva dimensión. Como suele suceder con la buena literatura, esta no atiende a
tiempos concretos, y muchas de las preguntas e incertezas que el autor plantea
en este texto se erigen en estos días en dedo acusador hacia nosotros mismos,
hacia la convulsión provocada en nuestro mundo de capitalismo extremo con
derivas como el consumismo, la contaminación o el desprecio a la cultura y la
educación, al fin y al cabo, laboratorios capaces de engendrar cualquier
virus.
Publicado en Diario de Pontevedra 23/03/2020
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