HAGO
pasar las horas más rápido escuchando un poco de música. Es este un buen
momento para repasar discos a los que no se les ha dedicado el tiempo que por
su calidad y esfuerzo merecen cuando entran por nuestras casas, y en muchas
ocasiones acaban apilados a la espera de ese instante apropiado. Al tiempo que
me empeño en limpiar el polvo de mis libros y a recolocarlos de una manera
diferente (y aquí el territorio de las manías es inmenso, algún día se las
contaré) me decanto por la alegría y la vida de Miguel Poveda.
Su
‘Enlorquecido’ me había maravillado, por aquí lo tengo escrito, como lo hará
con toda la comunidad lorquiana al musicar varios de los poemas del granadino y
presentarlos físicamente en uno de los discos más bellos editados en nuestro
país. Ahora le toca el turno a un doble disco que celebra sus 30 años en la
música. ‘El tiempo pasa volando’ es su título, un título al que uno necesita
agarrarse más que nunca en estos momentos en los que los minutos parecen
solidificarse en estos días del desasosiego. Dos discos y un libreto en el que
el propio Miguel Poveda nos cuenta cómo han sido estos treinta años que han
pasado desde que se subiera a un escenario por primera vez. Su prematuro
interés por la música, el arrimarse al flamenco, su trabajo en la construcción,
las amistades que lo fueron perfilando en tablaos y palos hasta aquella noche
mágica en el Festival de la Canción Minera de La Unión, conquistando varios de
los trofeos incluido el máximo, la Lámpara Minera. El cielo abierto. ‘Viento
del este’ su primer disco. Los primeros conciertos y aprender, estar atento a
todo lo que sucede en el mundo del flamenco. Tiempo de colaboraciones, de tocar
con los mejores, de seguir mejorando. Este trabajo contiene ese periplo, un
tiempo que vuela bajo el aleteo de todas estas canciones de un pelaje
diferente, pero siempre engarzadas con la emoción flamenca, con el corazón
latiendo una leyenda volcada a nuevas músicas. Cante tradicional, pero también
muchas canciones que Miguel Poveda ha traído a su modo de cantar para
concederles una nueva dimensión, llena de ese terciopelo que es capaz de
conseguir su voz entre guitarras y palmas.
Mis
libros, resplandecientes, parece que se van acomodando bien entre fandangos,
seguirillas y bulerías, estableciendo unos vínculos que los fortalecerán
durante los próximos meses en que les tocará estar juntos. Por aquí andan
también los poetas, Muñoz Rojas, Gil de Biedma, Lorca...siempre Lorca. Las
lunas de cada uno de ellos iluminan una música que se ha ido consolidando en el
tiempo desde la honestidad y el orgullo de un hombre sencillo que ha alcanzado
un sueño al que asomarse ahora es una bendición.
Publicado en Diario de Pontevedra 4/04/2020
Entrada sobre el disco Enlorquecido de Miguel Poveda:
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