Recién inaugurada, disponemos de un largo plazo, hasta el 1 de mayo, para
encontrarnos con una fiesta de la pintura. Pocas veces en una exposición vamos
a hallar una verdad tan pura como la que nos brinda la obra de Deside,
convirtiendo a su autor en uno de nuestros mejores pintores. Casi siempre olvidado cuando aparece una de
sus exposiciones, y más una de gran calado como esta, debería entenderse como
un reconocimiento a quien no es demasiado gustoso de ellos, pero que sí sabe
cuál es su verdadero lugar en este teatro.
Habla
Deside y retumba la sala. Pinta Deside y retumba el mundo. Sus cuadros son una
espiral pictórica que te atrapa desde el primer momento, un torbellino que, al
igual que la personalidad de su creador, te transporta a ese magmático misterio
del que solo la pintura es poseedora.
Pinceladas y materia se encuentran en el interior de unas piezas
inagotables en cuanto a su contemplación y ante las que cada instante que se
sucede frente a ellas no hace más que estremecerte por lo que supone de
reconocimiento de la buena pintura, convirtiendo el acceso a la exposición
organizada por Novagalicia Banco en la primera planta del Café Moderno de
Pontevedra en un acto de fe hacia la pintura, una profunda reivindicación de
una disciplina tantas veces maltratada por muchos, siendo lo más grave cuando
lo es por los propios artistas, siendo no pocos los que hacen de la pintura un
frugal divertimento menospreciando su historia y su poderosa condición llena de
orgullo en la cumbre de la creación plástica.
Seguramente serán muchos los que, llegados a esta línea, suponiendo que
sigan ahí, se estarán preguntando quién es este Deside del que este cronista no
hace más que elevar su pintura a una cima casi picassiana. Pues sencillamente
un pintor gallego que pinta como los ángeles porque pinta con el alma, que es
como se debe pintar, pero al cual, los años y los insondables círculos
artísticos, por las razones que sean, no le han tratado como debieran, de ahí
que muchos de esos años han transcurrido en horas de trabajo en su taller, la
auténtica patria del artista, de cualquier artista y de la que rara vez ha
salido para mostrarnos su trabajo, pero cuando lo hace, como en esta ocasión,
provoca un estallido similar a un volcán en erupción vomitando la producción de
esos años parida desde las diarias luchas con la pintura.
Esta exposición se articula como una especie de recorrido por todos esos
años, aquí enmarcados entre 1975 y el año 2000, presentándose, y con razón,
como la gran exposición de un creador olvidado, del que quizás sea el mejor
pintor esencialmente informalista de nuestra tierra. Hablamos de alguien que ha
permanecido siempre fiel a su concepción artística, frente a incomprensiones y
seguramente muchas miserias. Un discurso que se defiende por sí mismo, alejado
de camarillas e intereses sibilinos y sí cercano a las entrañas de quien hace
no solo de cada cuadro, sino de cada pincelada, un grito pictórico. Un rugido
que nos pone los pelos de punta por la dimensión de esa obra que tras cada
cuadro que vemos no acabamos de entender el sentido de ese olvido.
Cada una de esas superficies respira pintura, componiendo una suerte de
territorios en los que se derrocha el carácter informalista de una abstracción
que se mueve desde la pintura matérica, hasta la abstracción lírica o la
percepción de un atisbo figurativo. En todas estas abstracciones Deside nos
transporta a su universo, que es al fin y al cabo su pintura, un espectáculo
que supura pasión por cada uno de los poros de estos lienzos vivos como pocas
obras de arte, vivos para la eternidad, ya que poco importa su fecha de
creación.
‘Pintura sin tiempo’ se titula la muestra. Efectivamente, alejada de
modas y modos, pura pintura, para en ese lugar que ahora ocupa, entre las
sombras generadas por una precisa iluminación encontrarnos sus luces pictóricas
generando un clímax portentoso donde todo es alimento para el alma de aquellos
que se atrevan a descubrir a un pintor tan enérgico como distante, que solo nos
habla desde su pintura, que es como debe hacerlo todo pintor que se precie. Su
nombre, Ramón Lorda, Deside, sus gritos son su pintura.
Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 10/03/2013
Fotografía Rafa Fariña
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