sábado, 28 de xuño de 2014

A la sombra del ángel


¿Vos querés ser escritor? Aquí, al lado del genio no lo serás, porque es difícil correr hacia delante mientras mirás hacia arriba. Pero y qué. Disfruta no más. Ahora es como si estuvieras apilando leña.» (Charla entre Julio Cortázar y Benjamín Prado incluida en ‘A la sombra del ángel’.)



Se hacen fuertes los poetas este fin de semana en Pontevedra, en la desembocadura del undoso Lérez, como lo califica Antón Castro- Premio Nacional de Periodismo Cultural en 2013, gallego y poeta, afincado en Aragón-. ‘Undoso’ es una palabra que me tiene hipnotizado, y es que eso es parte del regalo que nos hacen los poetas, la palabra precisa en cada ocasión, la capacidad para poder notariar el aquí y el ahora de manera precisa y contundente, plástica y bella.
Días de poetas y poesías en la ciudad en la que nació Luis Amado Carballo, en la que se parió la Revista Cristal con Xoán Vidal Martínez a la cabeza, en los tiempos de la vanguardia y la esperanza, y en la que Federico García Lorca dejó caer un soneto sobre las mesas de mármol del Café Moderno, grabado ya para la eternidad local. La ciudad en la que Carlos Oroza despeja piernas y mente en sus paseos por la ciudad más hermosa de Galicia y en cuyo cielo Luis Rei nos acaba de dejar su ‘Estrela do Norte’, para balizar nuestro futuro. Tres días en los que vendrán poetas a pontepoetizar Pontevedra. Poetas gallegos, pero también de otras latitudes, como si la poesía entendiera de fronteras, de esas líneas que dividen el mundo sin ningún sentido, mientras su verdadero sentido es el de las líneas invisibles, paralelos y meridianos de la imaginación y la sensibilidad que articulan el territorio de la metáfora.
Entre ellos se acerca a Pontevedra Benjamín Prado, poeta, novelista, difusor cultural, relevo rioyesco en el ámbito radiofónico, integrante del clan de Rota y audaz aforista. Sus palabras saltarán este fin de semana sobre el cauce del Lérez como salmones deseosos de oxígeno para tratar de experiencias y modelos, de referencias y apoyos, en definitiva, para hablar de literatura.
Su extensa obra haría difícil centrarse en alguno de sus títulos, pero yo, si me lo permiten, les hablaré de uno de los menos conocidos, un libro de esos que llegan a tus manos de la manera más insospechada, alejada de las difusiones editoriales, y que tras su lectura se instala en el estante de los libros ya imprescindibles. ‘A la sombra del ángel’, escrito en 2002, es uno de esos libros que fascinan al lector y en el que confluyen el autor que se va haciendo, y otro poeta, colosal y referencial en la España poética, Rafael Alberti. Un mar azul de poesía al viento con el que Benjamín Prado mantuvo una larga relación que derivó, entre otras cuestiones, en este relato sobre dos vidas. La del admirador, al que Julio Cortázar recomendaba que se apartase de la sombra del maestro, y la del gran creador, admirado e idolatrado por todos. Un libro en el que la poesía se convierte en vida, como si se pudiesen separar, para fluir en un relato en el que se van entrecruzando para que ambas aguas generen una sola corriente mecida por la amistad.
Las alas de los poetas se desplegarán este fin de semana para darnos cobijo, para aletear y soltar así sobre nosotros sus palabras repletas de emociones. La contundencia de la poesía en tantas ocasiones reparadora con las heridas que el tiempo y la vida provocan en nosotros. Nadie está a salvo de ellas, de hecho el propio Benjamín Prado se unió a su íntimo Joaquín Sabina para lamerse ambos (por separado, no entre sí, no se crean) algunas de ellas a orillas del Moldava, e hicieron bien, ya que si había que pisar cristales que fueran de Bohemia. ¡Qué coño! Y así se fueron juntos hasta Praga a quitarle el alivio de luto y resucitar las letras de Joaquín Sabina y parir ese ‘Vinagre y rosas’ del que uno se cuelga las noches de terciopelo negro, estremecido al sentir como la poesía se convierte en canción, al igual que en otro delicioso libro de vivencias, resumen de ese viaje, ‘Romper una canción’.
No lo duden y busquen cobijo junto a los poetas de ‘Pontepoética’, sus beatíficas sombras alimentan el espíritu y ennoblecen el alma. Yo tengo muchos de esos refugios, esta foto de Rafael Alberti me ampara en mi trabajo, y ese libro de Benjamín Prado es ya parte de mi vida, junto a la poesía. Vida y poesía a la sombra del ángel. 

Publicado en Diario de Pontevedra 28/06/2014

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