El
estreno de la nueva película de José Luis Cuerda nos sumerge en uno
de los universos más particulares y brillantes del cine español
JOSÉ
LUIS CUERDA es uno de esos tipos imprescindibles en cualquier
ecosistema cultural y casi vital. Su cada vez más feroz escepticismo
ante la vida convierte su obra en un necesario escenario para
entender mínimamente al ser humano. Todas sus películas ofrecen
algo interesante y destacable sobre cómo el cine puede comprender a
esta especie tan extraña como es la nuestra. Películas como ‘La
lengua de las mariposas’ o ‘Los girasoles ciegos’, son un canto
sincero y apasionado sobre la vida, y por cómo nos empeñamos en
joderla de manera bastante frecuente. Junto a ese tipo de películas
José Luis Cuerda nos ha hecho reír con títulos como ‘Pares y
nones’, ‘El bosque animado’ o ‘La marrana’, pero junto a
esas obras el director plantea un género en sí mismo. Una comedia
anclada en el tuétano de este país, con personajes grotescos y
escenas que tensionan el costumbrismo para colocarlo, como el propio
director dice, enmarcado en un surruralismo (que no surrealismo),
sabedor de que pegados a la tierra es cómo mejor se conoce la
esencia de uno mismo. ‘Total’, ‘Así en la tierra como en el
cielo’ y ‘Amanece que no es poco’, forman parte de ese género
al que se le acaba de unir ‘Tiempo después’, película que
todavía se mueve por las carteleras reclamando de nuevo nuestra
atención sobre esa manera tan particular de hacer cine y de escribir
guiones del director albaceteño.
‘Tiempo
después’ nos sitúa en el año 9177 (mil años arriba, mil años
abajo) en un paisaje fordiano en el que la población vive en dos
espacios: un gran edificio, y el resto, en un descampado. En el
primero los ricos muy ricos, y en el segundo, los pobres muy pobres
(¿les suena de algo esta división de la sociedad?), donde todo
parece seguir un orden establecido hasta que a uno de los pobres se
le ocurre adentrarse en ese edificio para intentar vender un producto
que hace de maravilla: la limonada. A partir de esta alucinante
locura convertida en guión (y que antes fue libro publicado en
Pepitas de calabaza) se irá desarrollando toda una trama tejida
entre uno de esos repartos corales que sorprendentemente se encajan
de manera perfecta. De nuevo el tiempo de Cuerda nos atrapa en ese
mundo tan propio y que, como él mismo explica, le sale de manera
natural al contar sus cosas. Un producto inteligente que surge de
quien ve la vida con cierta distancia, con ese lúcido escepticismo
que destila a pequeñas dosis con sus ingeniosos tweets, pero que
cuando se van cosiendo crean estos hábitats humanos que, como con
‘Amanece que no es poco’ (el tiempo, otra vez el tiempo),
convierten en obras de culto.
En
la senda del inolvidable Azcona José Luis Cuerda se planta ante la
vida como aquel hombre de ‘Amanece que no es poco’, con raíces
en una tierra de la que nos nutrimos. Sabe bien de ese valor, tanto,
que ha elegido Galicia para gozar de ella y, desde su plantación de
vino en Leiro. mirar al tiempo a través del dorado de su ribeiro San
Clodio. Vino y cine, nadie me podrá discutir que son dos de las
cosas más maravillosas que ha creado el ser humano, placeres
maridados con la inteligencia y que son el lado opuesto a las
miserias que día a día nos encontramos ante nuestros ojos. El
acabose.
Publicado en Diario de Pontevedra 16/01/2019
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