luns, 25 de novembro de 2019

Una furtiva lágrima

[Ramonismo. 3]
En esa lágrima Nélida Piñón contiene una vida que se agota desde la emoción y la escritura


UN DIARIO luminoso, íntimo y singular de una de las escritoras más importantes de la literatura latinoamericana». De esta manera se presenta en la contraportada de ‘Una furtiva lágrima’ (Alfaguara) a la escritora Nélida Piñón (Río de Janeiro, 1937), un limitado elogio incapaz de reflejar la importancia de esta enorme escritora con profundas raíces en Galicia, y en concreto en Borela, Cotobade.
El hermoso título de este libro es toda una metafórica declaración de intenciones de su contenido. Una lágrima ante un final que inevitablemente se acerca, «vivo en vísperas de la despedida o de la capitulación final», escribe la autora. Una lágrima también luminosa en la que se contiene una vida exprimida al máximo, desde el contacto con diferentes personas de su círculo íntimo o personalidades de la cultura y la sociedad de las últimas décadas. Y es que este texto, o compilación de textos, es más que un diario, es un conjunto de anotaciones alrededor de una serie de experiencias que han ido alimentando a la autora de ‘La república de los sueños’. Y digo alimentando porque en todo el libro hay mucho de eso, de la vida como alimento, de sabores que se se han ido adentrando en el interior de Nélida Piñón para, desde la memoria, los viajes, los paisajes, la religión o esa dualidad Galicia/Brasil, conformar a una persona inmensamente agradecida con la vida.
«Narrar es una prueba de amor», escribe en una de las primera páginas, y es que ese hecho narrativo es el que justifica toda su larga peripecia literaria, que la ha hecho merecedora de galardones coronados en 2005 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Como importante es también su papel como mujer dentro de las letras al ser la primera en presidir la Academia Brasileña de las Letras, profesora invitada y doctora Honoris Causa en numerosas universidades del mundo. Esa condición de mujer inevitablemente está muy presente, no sólo a lo largo de su obra, sino también en este libro, mostrando a la mujer a lo largo de la historia, en diferentes contextos y ante esa culpabilización de tantas cosas como la historia machista se ha encargado de acusar.
Un libro en el que el gran protagonista es el tiempo. El tiempo vivido y el tiempo que nos resta. «Somos víctimas del tiempo que nos acecha», apunta Nélida Piñón en uno de los capítulos en el que ese tiempo se muestra como un tesoro que no solemos apreciar. Ese tiempo y el continuo deterioro de nuestros cuerpos es el que está llevando a la autora a perder la vista, a una progresiva pérdida de visión que cada vez más limita sus lecturas y su escritura.
Esa lágrima que parece recorrer todo el libro contiene también su intensa mirada hacia la cultura, hacia lo que le ha aportado a lo largo de este tiempo (¡qué hermoso su texto sobre el wéstern!), también hacia la escritura como el «salvoconducto con el que circular por el laberinto humano», pero sobre todo, su mirada hacia sus raíces, hacia ese paisaje físico y humano de Borela que ya se había volcado en su ‘Libro de horas’, pero que aquí toma de nuevo protagonismo como una de las patrias de esta «mujer, brasileña, escritora, cosmopolita, aldeana, un ser de todas partes, de todos los puertos», tal y como ella se define. Y es que ahí está siempre Borela, alojada en ese inagotable baúl de la memoria en que se convierte ese rincón de Cotobade. Y ese cofre necesario, oxígeno puro, se abre de manera intermitente, entre comentarios sobre su oficio, viajes, sueños, el rostro de Dios, su Vila Isabel natal o el determinismo, estaciones de paso de una mujer capaz de escribir esta frase estremecedora leída desde aquí: «El eco del corazón gallego me confirmaba que el mundo era narrable». Como estremece ese final donde, tras tanto vivido, la muerte de un perro, de un fiel compañero, es lo realmente importante, hasta el punto de dedicarle un libro donde todo es vida.




Publicado en La Revista. Diario de Pontevedra 23/11/2019
Fotografía. Nélida Piñón en la presentación en Madrid de 'Una furtiva lágrima'. (Zipi/Efe)

luns, 18 de novembro de 2019

Verdad

[Ramonismo. 2]
Un cofre de tesoros flamencos es el que nos ofrece Rocío Márquez en su último disco ‘Visto en El Jueves’


ALEJADA DE los estereotipos del flamenco Rocío Márquez (Huelva, 1985) pone con su voz patas arriba ese universo musical y el alma de quien la escucha. Su voz, impregnada de esa verdad tan obligada en un cante racial, es un hilo conductor desde la memoria del flamenco hasta nuestros días, reuniendo, bajo un mismo palo, tradición y renovación. Esos elementos confluyen de manera afortunada en su último trabajo, ‘Visto en El Jueves’, una exploración desde esa memoria del flamenco que sirve, como la propia cantaora apunta, como «la celebración de nuestro compromiso».
Y es que ese compromiso es el que alumbra todo este trabajo. Un electrizante recorrido por cantes y canciones del mundo flamenco: Pepe Marchena, José Menese, Manuel Vallejo, El Cabrero, Turronero, Bambino o Paco Ibáñez, entre otros, son el sustrato al que Rocío Márquez aporta su identidad, y ahí es donde se disparan estas canciones, desde una voz limpia y generosa, entornada en las más dispares emociones que hacen de esas letras una exaltación de la vida, un rasguño interno que es donde esa música alcanza todo su misterio y emoción.
En Galicia no estamos muy acostumbrados a estes sones, a esas guitarras que parecen querer hablar-¡qué maravilla en este disco la guitarra de Juan Antonio Suárez Cano!- pero simplemente, con un poco de interés y atención, les aseguro que estas canciones se les prenderán en la memoria, de la que vienen y a la que Rocío Márquez, en un ejercicio de honestidad con su trabajo, quiere reverenciar.
Está la cantaora de Huelva recogiendo los frutos de muchos esfuerzos y horas de estudio que eclosionaron de manera definitiva con su triunfo en esa universidad del flamenco que es el certamen de la Lámpara Minera en La Unión, que conquistó en 2008. Antes había estudiado piano y cante, y en Sevilla, desde los quince años, se fue adentrando en el estudio del flamenco de manera más intensa. Graduada en Educación Musical por la Universidad de Sevilla. Máster de Estudios avanzados de flamenco y con una tesis sobre la técnica vocal en la historia del flamenco. Profesora y conferenciante sobre el flamenco vemos como su aproximación a él es de una solidez abrumadora, de un conocimiento de todo ese andamiaje que durante décadas y décadas ha sostenido a numerosos cantantes y músicos desde una vertiente más basada en la experiencia de tablaos y palmas que desde el conocimiento intelectual de este género musical, como en nuestra protagonista.
Desde aquel triunfo en Las Minas se dispara su presencia en festivales y eventos musicales, también sus discos comienzan a difundir esa expresión suya donde una pasión se ve enriquecida por todo ese aprendizaje y formación desde el universo más clásico del cante jondo, pero al que Rocío Márque ha sabido generar una nueva perspectiva, la que surge de las fusiones, del propio concepto del flamenco como arte de hibridación de músicas.
En ese buscar en el pasado Rocío Márquez se echó al rastro sevillano, a un mercadillo que en la capital andaluza se celebra los jueves y allí, entre grabaciones que se pensaban caducadas, ella recuperó cantes y canciones a los que inoculó su fuerza. Esa que nos conecta con títulos como ‘Trago amargo’, ‘Se nos rompió el amor’, ‘Entorna la puerta’, ‘Luz de luna’ o un ‘Andaluces de Jaén’, junto a Kiko Veneno, que remata el disco de una manera antológica. Un trabajo en el que en cualquier canción, en cualquier parada en esas diferentes estaciones del flamenco hay algo nuevo, un pellizco que te acerca a esa dimensión de la música que, por muy poca conexión que puedas tener con ella, te acaba conquistando.
Esa conexión también se establece a partir del soporte físico con el que se presenta un disco con un diseño muy atractivo y lleno de unos cuidados dibujos de Manuel León, así como la tipografía que nos conduce a un disco moderno y atrevido, en consonancia con esa visión del flamenco cantado en 2019 y no, como si siguiésemos en el siglo pasado. Pocas bendiciones mejores puede tener el flamenco que cantaoras como Rocío Márquez, una mujer que escapa del muchos tópicos, pero que respeta, como pocas, todo lo que se vincula al universo flamenco, contribuyendo a su difusión desde el máximo respeto. De ahí la importancia de su reciente aparición en el fantástico y tan necesario programa de ‘La hora musa’ en La 2, con una actuación en la que cantó, hasta el estremecimiento, el primer tema del disco ‘Luz de luna’, y que situó al flamenco en igualdad de condiciones con otras opciones musicales, algo hasta hace poco prácticamente imposible.
Verdad, es la que se respira en este disco que, cuando uno lo escucha una vez, no puede alejarse demasiado de él, dejándose llevar por las tonalidades de una voz limpia que ejecuta esas músicas históricas mano a mano con una guitarra inmensa. Rocío Márquez coloca así las piedritas para no perderse en el camino del flamenco, la piedritas que encontró en ese mercado sevillano y que sirven para señalar toda una historia enorme, de maestros y canciones que fueron haciendo del flamenco una parte sustancial de nuestra cultura, demasiadas veces maltratada por ciertos atavismos, pero que también necesita de cierto reverdecimiento, de nuevas voces que lo aproximen más allá de sus centros neurálgicos y popularicen una manera de cantar singular y que se agarra al interior de quien lo escucha de una manera infrecuente en otro tipo de canciones con cada vez con menos esencia y también sustancia.
Sensaciones de palabras y guitarras que parten de los escenarios y se vuelcan en este trabajo más que recomendable para sentir un nuevo flamenco de memoria y el intimismo de mente y corazón de una cantaora que está llamada a ser la gran voz del flamenco en los próximos años. ‘Visto en El Jueves’ es la celebración del compromiso de una mujer con sus raíces, con una cultura y con un sentir emocionante.



Publicado en Diario de Pontevedra 16/11/2019
Fotografía: Rocío Márquez en un balcón de Madrid. (Víctor Lerena. Efe)

domingo, 17 de novembro de 2019

Guernica. Lección eterna


POUCAS leccións máis duradeiras deixou ao longo da historia a arte que a que permanece aínda hoxe chea de forza no Guernica. O cadro de Picasso, o cadro do horror da guerra, o cadro que nos fai pensar sobre as miserias do ser humano, o cadro do enfrontamento nun país. Non hai nada máis alá desta visión antibelicista, simplemente, o branco e negro da condición humana.
Impresiona, por moitas veces que un o faga, achegarse ata o Museo Nacional Reina Sofía e chantarse ante este monumental lenzo, ben rodeado de pezas que completan o seu contexto histórico. Pero non sempre é doado facelo, de aí a importancia deste tipo de iniciativas de La Caixa que achegan diferentes cuestións artísticas, culturais ou sociais a diferentes cidades e espazos da península, co fin de que o pobo poida coñecer e gozar das súas exposicións, sempre interesantes e sempre propostas dunha maneira exemplar. Recorda este tipo de aventuras aquelas Misións Pedagóxicas que na República facían da cultura un pasaporte para o coñecemento en moitas vilas e pobos lonxe das posibilidades do saber. Aquela foi unha proeza e o que fai hoxe La Caixa, noutros tempos e con moitas posibilidades, tamén o é. Como o é o seu compromiso coa cultura dende os seus proxectos e edificios culturais en varias cidades de España, e canto botamos de menos en Galicia un CaixaForum como os que hai en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Palma, Girona, Lleida ou Tarragona.
Voltemos ao Guernica, e á posibilidade que temos na pontevedresa praza de España de coñecer a súa historia, grazas a unha interesante mostra que nos leva por diferentes cuestións vencelladas a ese cadro vertebrador da arte do século XX, non só pola súa creación, senón polas súas vicisitudes e polo significado que tomou como símbolo antibelicista. Os distintos espazos da exposición lévannos por aquilo que motivou o cadro, como é máis que sabido o bombardeo de Guernika pola Lexión Condor foi o reactivo que moveu a Picasso a aceptar o encargo da II República para o Pabellón Español da Exposición Internacional de 1937. Tamén se fai unha parada nas diferentes viaxes que fixo o cadro despois da Exposición para buscar a solidaridade internacional ante o levantamento militar. Un terceiro chanzo é a súa estancia no MoMA de Nova York. O cuarto sería as negociacións para o seu retorno a España, unha vez que o país recuperou as súas liberdades perdidas, tal e como deixara disposto Picasso; e por último, temos  ese papel simbólico do Guernica convertido nunha icona de paz e así asumido por numerosos colectivos. Xa falamos antes da calidade das mostras de La Caixa e aquí temos unha boa mostra, así que xunto ao apoio técnico e de materiais do Museo Reina Sofía, sóubose compoñer unha mostra atractiva e con moitos contidos que explican ese carácter lexendario do cadro que Picasso pintou tras corenta e cinco bosquexos e cinco semanas de traballo baixo a atenta mirada da súa parella, Dora Maar, que nos deixou outro legado de vital importancia: o resumo fotográfico da construción do cadro.
Nunca está de máis achegarse ao Guernica, agora témolo ás portas da casa, como temos ás nosas portas unha preocupante involución de certos postulados políticos que poden, de non ser atallados a tempo, voltar a caer no branco e negro deste cadro. O crecemento dunha extrema dereita fagocitadora de todo o que signifique progreso e liberdade estase a converter nunha das graves ameazas a nosa convivencia. A lección do Guernica non debería facernos esquecer como rematan estas cousas.



Publicado no Diario de Pontevedra 15/11/2017
Un dos paneis da exposición 'Picasso. El viaje del Guernica' (Gonzalo García)


mércores, 13 de novembro de 2019

Pinturas de guerra

Ángel de la Calle propón unha intensa novela gráfica na que, arredor da procura de documentación sobre a actriz Jean Seberg, artéllase unha paisaxe humana, política e histórica de diferentes feitos que tensionaron á sociedade das décadas centrais do século XX


Eu quería escribir un libro cheo de cultura cinéfila, novidades e engado, resaltando a suave beleza de Jean, o seu evasivo xeito de actuar, os amoríos sen futuro, o inestable compromiso coas causas xustas e, sen saber como, atópome metido nunha historia de guerra fría, de sucidade política». Deste xeito, o protagonista da novela, o propio Ángel de la Calle ubicado nun París cheo de enigmas do pasado, explica no mesmo texto, cara onde derivou esta extraordinaria novela gráfica editada por Retranca editora e que traduce ao galego o texto que xa fora publicado en Reino de Cordelia.
Unha espléndida edición que dignifica a novela gráfica e dalle a honra precisa a esta mestura a partes iguais de relato e imaxe na que Ángel de la Calle afronta un tremendo esforzo para situar diferentes historias persoais que xorden dos numerosos procesos represores e de negación da liberdade a unha chea de vítimas en países latinoamericanos, en especial xente adicada ao mundo da creación, e que fixeron de París unha especie de oasis vital, aínda que as consecuencias físicas e mentais do sufrido xa serían irreversíbeis.
Varios elementos chaman a atención a medida que un pasa as páxinas e se deixa levar polo que lle están contando nesta ‘Pinturas de guerra’. Nun primeiro lugar o estilo gráfico, a ausencia de cores, o branco e negro, a contundencia do que alí se reflicte sen posibilidade de distracción. Tamén como o creador móvese cunha enorme liberdade á hora de empregar ou non a viñeta, de superar a tiranía do marco e espallar as imaxes, se é preciso, para unha mellor comprensión da narración. Xunto a iso a estrutura é a outra gran achega dende o punto de vista técnico por cómo Ángel de la Calle plantexa unha serie de capítulos que se poden seguir lendo de xeito continuado, tal e como son presentados, ou podemos lelos según o noso criterio. Istos sonaralles á brincadeira de Julio Cortázar con ‘Rayuela’, pois iso asúmeo o autor no capítulo final de aclaracións, no que ‘Rayuela’, ese París do Cortázar, xunto a tantos emigrantes latinoamericanos que buscaban respirar o aire da bohemia, da liberdade, do existencialismo e da creación ás beiras do Sena, son tamén parte do relato, asomando esa rayuela debuxada en varios momentos da novela.
Pero a novela é tamén unha gran paisaxe dun tempo determinado daquelas décadas de mediados do século XX, coa Guerra Fría de pano de fondo, as accións do FBI e nas que latinoamérica desangrábase co terror dos gobernos militares que afastaban calquera proxecto democrático. Uruguay, Chile, Arxentina, foron algúns deles, ou outros nos que se esmagaba calquera xeito de revolta, como a dos estudantes universitarios en México do 68 antes dos Xogos Olímpicos e, por riba de todo, como estaba perfectamente artellado todo un sistema de terror e tortura que afectaba a todo aquel que sospeitoso ou non podía ofrecer algunha información sobre aqueles colegas que podían ser perigosos para os novos sistemas. En non poucos momentos o autor consegue o arreguizo ante as diferentes formas de tortura, e como iso formaba xa parte das persoas que lograban sobrevivir a todo aquel horror e que ao tratarse dunha novela gráfica, acada un punto maior de arrepío que si se tratase dunha novela puramente literaria.
Todo iso é o que rodea a cerna da narración, a procura de información sobre a actriz Jean Seberg, un axeitado símbolo dunha época e de todo o que amosa esta novela. Ela, a actriz dun novo tempo, a referencia feminina da Nouvelle Vague, despois da súa participación en ‘À bout de souffle’ e cuxa prematura morte estivo sempre vencellada ao misterio e a incertidume por si verdadeiramente foi un suicidio ou un asasinato do que o FBI puido formar parte polas conductas desafortunadas, dende o punto de vista norteamericano, e de alguén que formara parte de Hollywood, demasiado liberais en canto a súa sexualidade, así como de compromiso con diferentes movementos de igualdade racial ou dos máis desfavorecidos.
O certo é que esta novela gráfica plantexa un amplo abano de escenarios e personaxes amosando unha guerra latente en rúas e países no envés dun mundo que non sempre é o que parece por moi fermoso que sexa o cadro que se nos queira pintar.



Publicado no suplemento cultural Táboa Redonda. Diario de Pontevedra/El Progreso de Lugo 22/09/2019
  

luns, 11 de novembro de 2019

Poesía bajo llave

[Ramonismo. 1]

La caja 1.109 de la cámara acorazada del Instituto Cervantes cobijará la poesía de Joan Margarit hasta 2038


EL 11 DE MAYO de 2038 se abrirá la caja que en el sótano de la sede madrileña del Instituto Cervantes guarda desde el pasado lunes el legado que Joan Margarit ha querido dejar para el futuro. Ese día el poeta catalán habrá cumplido cien años y es posible que no se encuentré allí, participando de ese acto tan necesario. ¡Quién sabe!
La poesía siempre es necesaria, una permanente redención del ser humano que no entiende de tiempos ni de silencios. En ese lugar tan aséptico, el autor de ‘Amar es donde’ ha depositado dos libros con sus versos, uno de ellos en catalán, el otro en español. Suturados, ambos, en su distancia actual desde el propio ejercicio de la poesía y en su posición de inconfomidad con la realidad, así como en su búsqueda de lo bello.
Está siendo un año portentoso para uno de los poetas más audaces de nuestras letras. Su último libro, ‘Un asombroso invierno’ (Proa, 2017/Visor, 2018) continúa como un diapasón marcando al lector el devenir de un tiempo que Joan Margarit calibra desde la atalaya de sus 81 años. Cada página de ese libro es un estremecimiento, un sobrecogedor poema tras otro que nos ubica ante la vida, eso tan difícil de convertir en escritura, para sentir su pellizco, a veces cruel y otras feliz. Dentro de unos días, el próximo 22 de noviembre recibirá el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el máximo galardón poético de la lengua castellana, toda una ‘entente cordiale’ desde la poesía en un tiempo de tensiones miserables que devoran nuestras identidades desde la oposición y nunca propiciando los afectos. Ese premio es la coreografía perfecta para la obra de este catedrático jubilado de cálculo de estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, una obra recogida recientemente en un volumen imprescindible ya para la poesía, ‘Todos los poemas (1975-2015)’ (Editorial Austral), en donde el naufragio se convierte en amor como el tintero imprescindible desde el que entender la poesía. Un amor que va mucho más allá de la pasión y que se mueve por los lazos con los que la vida nos va atando a diferentes personas más o menos próximas.
La caja de las letras’ es el epígrafe que corona el acceso a esa colección de cajas que diferentes autores están llenando con sus depósitos para ser abiertas en el futuro. Esa esperanza en que todavía dentro de un buen número de años la cultura siga interesando tiene algo de enternecedora inocencia, pero también hay una hermosa metáfora en eso de acaudillar la palabra en una cámara acorazada, como si fuese el último reducto de este ser humano cada vez más indolente con todo lo referido con la cultura. Allí reposarán cuadernos, textos, objetos, y los más variados elementos que fundamentan la escritura de cada uno de los allí sepultados.
«Estos versos un día os sonarán antiguos./Es la fugacidad, una palabra/ que implica, junto a la delicadeza, la indiferencia y la desolación./Pero no es más que un punto/del Universo que ahora se dispone/a salir silencioso a la velocidad/de la luz: ser fugaz es justo eso./Llamarlo esperanza tranquiliza». Las palabras de Joan Margarit en su poema ‘Si leéis este libro’, parecen anunciar lo que vendrá cuando se abra esa caja 1.109, cuando sus poemas echen a volar en otro tiempo y quizás en otra dimensión. Piensen lo que éramos hace veinte años y a lo mejor podemos entender lo que seremos dentro de otros veinte. Pero allí estará la palabra, suspendida en el tiempo, como sólo la poesía sabe fijar. Joan Margarit vuelve a aprenderlo todo, como en su ‘Relato sentimental de la memoria’, cada año que pasa, tras cada poema, tras cada palabra, en una recuperación de la memoria necesaria para establecer un nuevo contexto, un aprendizaje permanente para observar la realidad con la experiencia a cuestas. Un petate de escepticismo que crece cada año y que ahora se guarda bajo llave, como tantos textos entre las tapas de un libro, con el fin de ser abierto, de ser leído, de ser libre.
Cojan cualquier libro de Joan Margarit y entren en su poesía, se olvidarán del tiempo y la desolación, encontrarán belleza y emoción, dos monedas que colocar sobre los ojos ante cualquier viaje, ante cualquier tiempo futuro.



Publicado en Diario de Pontevedra 9/11/1971
Fotografía. Joan Margarit en el Instituto Cervantes (Ballesteros.Efe)






Más sobre Joan Margarit:
https://ramonrozas.blogspot.com/2018/01/militancia-en-la-poesia.html

https://ramonrozas.blogspot.com/2015/04/el-tiempo-hecho-poesia.html

luns, 4 de novembro de 2019

Memoria sen sustos


XORDE DAS augas da ría de Vigo como unha ofrenda da memoria, dunha memoria chea de dor e bágoas que nunca teríamos que esquecer. Unha memoria que todos nós, como colectivo, estamos obrigados a manter afouta, a coñecer e a poñer en valor como o único acougo fronte as feridas. Si, as feridas, esas das que moitos, sempre demasiados, non deixan de falar delas e de que reivindicar a memoria daqueles feitos despois dun golpe de estado fronte a un goberno lexítimo (nunca esquezamos isto) significa abrir esas feridas. Pero, cando se pecharon esas feridas? Nunha Transición que meteu baixo o veludo das alfombras das institucións milleiros de mortos, de desaparecidos, de futuros esquecidos? Isó é pechar feridas ou escoar o vulto.
Agora atopámonos, corenta anos despois, con esas feridas sen pechar, coas gabias cheas de persoas afastadas do respecto das súas familias e de todo un país, con xuízos inxustos e miserábeis cuxas condeas mantéñense aínda firmes sen revisión algunha e con espazos físicos, como o propio da Illa de San Simón, sen reivindicar como lugares de coñecemento daqueles feitos, así como de louvanza das vítimas.
A proposta de facer unha festa de Halloween na Illa de San Simón, lembremos, antigo cárcere e campo de concentración de presos republicanos, e que foi suspendida pola previsión do tempo (é qué é de risa de non falar de temas tan arrepiantes), vén a poñer sobre a mesa a total ausencia de medidas para dar a coñecer o que alí aconteceu, para que na poboación e neste caso, na empresa organizadora, agrome a sensibilidade precisa para nin tan sequera chegar ao punto de plantexar unha iniciativa deste tipo. O desenvolvemento tan cativo da Lei de Memoria Histórica, con tantas eivas e con tan pouca asignación de recursos dende os diferentes gobernos, convértese nun deses obstáculos moi complicados de superar para facerlle chegar á poboación o coñecemento preciso de todo o que rodea esa sensación de repudio que se mantén ante as consecuencias do guerracivilismo español.
Desa vizosa Transición da que tanto se nos falou como exemplo de convivencia, estes días tivemos unha boa mostra do seu engano coas manifestacións, de palabra e de corpo presente, de moitos elementos da nosa clase política e social tras a decisión do goberno (sen tempo non era) de poñer en mans da súa familia os restos do ditador. O fedor de VOX, ou as medias palabras de PP e Ciudadanos, (deixemos anotado o loábel posicionamento contrario ao seu partido de Pedro Puy en Galicia), teñen boa culpa de que non se produzan avances máis decididos na cuestión da Memoria Histórica e o desenvolvemento efectivo dos seus plantexamentos.
Só unha posíbel treboada foi a desculpa que se ofreceu para renunciar a esa festa de Halloween, só o clima que tantas veces debeu ser un pesadelo para os represaliados saiu en defensa da súa memoria. Cada día decenas de veciños espertan asomándose a esa illa na que o recordo dos seus segue a reclamar xustiza, memoria e dignidade. Tres compoñentes que pouco teñen que ver cos sustos dunha festa de pantasmas, tampouco coa firmeza duns dirixentes que terían que facer desa illa un lugar de estudo e reflexión sobre a memoria, un territorio para o coñecemento real da nosa historia, sen medos e miserias morais, asumindo os feitos e o que nela aconteceu. Cada ano que pasa sen a definición desa liña de traballo ou este tipo de lixeirezas son unha resposta máis dunha sociedade indolente consigo mesma.


Publicado en Diario de Pontevedra 1/11/2019
Concentración de familiares das vítimas e membros de Asociacións da Memoria nunha protesta en Vilaboa. (Rafa Fariña)