Rue Saint-Antoine nº 170
Arte ▶ ‘Los instantes’ es el título de la exposición que hoy inaugura la
pontevedresa Rosa Úbeda en Taller Abierto. Una muestra de una semana de
duración en la que la artista ofrece una selección de piezas de pequeño formato
en las que se condensa su peculiar universo lleno de lecturas que se superponen
para ofrecer un trabajo lleno de posibilidades
No es habitual ver la obra de Rosa Úbeda en su ciudad, Pontevedra. Mientras
en Portugal su trabajo está muy presente en diferentes galerías y en
numerosas exposiciones colectivas a lo largo de estos últimos años, la Pontevedra en la que se
establece su taller y en la que se origina un universo repleto de elementos
singulares, no parece ofrecerle muchas posibilidades. Pero algo parece que está
cambiando, tras participar este año que finaliza en la exposición celebrada en
el Café Moderno, ‘Unha mirada. Dous Tempos. Pintores de Pontevedra II’, ahora,
una selección de su obra, fundamentalmente de pequeño formato, se exhibirá a lo
largo de esta semana navideña en el espacio dispuesto por Taller Abierto, en la
plaza de la Estrella
y que bien puede servir de previo a la gran exposición que protagonizará en el
mes de otoño en el Pazo da Cultura de Pontevedra, junto a la artista Yolanda
Dorda, en una nueva edición de ‘Na beira do río. Diálogos na Pintura’.
Inteligentemente dispuesta en un espacio con muchas posibilidades, pero
también con muchas complejidades, la exposición de Rosa Úbeda se abre con un
gran lienzo, la pieza más grande de la exposición, y a partir de ahí, en
diferentes espacios, sus obras se van disponiendo en una serie de conjuntos.
Pequeños lienzos o dibujos sobre papel, todos ellos inéditos, van
presentándonos el imaginario que se esconde tras una obra consolidada a lo largo
del tiempo y con una dirección muy clara a la que, pese a las dificultades que
de aproximación al público pueda ofrecer, la artista nunca ha renunciado,
sabedora de que esa es la gran apuesta que debe hacer todo creador, la del
camino en el que uno cree. «Algunas historias están en el papel y otras en la
vida», esta frase, recogida en el panel que presenta a la artista y su obra en
la entrada de la exposición, sintetiza esa doble inspiración que se condensa e
interpreta en su trabajo, lecturas y vivencias que se van depositando en
diferentes capas en sus obras, produciendo así un collage visual repleto de
imágenes, pero también de textos, pistas que se van depositando para que las
sigamos y conducirnos así a eso tan complicado, sobre todo para muchos, pero que
solo el arte es capaz de provocar de una manera tan firme, como es la reflexión
y el pensamiento.
Ayudada por el empleo del color sus figuras se disponen en espacios
imaginarios, ausentes en muchos casos de referencias espaciales, tan solo
figuras entre lo real y lo irreal, entre lo soñado y lo inventado, seres
pertenecientes a una realidad paralela a la nuestra en la que la artista
plantea la fragmentación de lenguajes y significados, una barrera creada
conscientemente para dar rienda suelta a sus percepciones, a una libertad de
acción que le otorga a sus piezas una suerte de genialidad propia de corrientes
surrealistas o de grafismos relacionados con la infancia. Pero a través de ese
aparente engaño o simulación de la ingenuidad, Rosa Úbeda genera en su obra una
importante carga de reflexión, en gran parte alrededor del universo femenino,
de la posición de la mujer en un ecosistema que claramente no le es propicio,
ni ahora, ni mucho menos a lo largo de los siglos. Para ello la artista no duda
en recuperar imágenes o textos inscritos en registros de nuestra cultura más
ancestral para, desde ellos, propiciar un nuevo lenguaje y una nueva
interpretación de lo que sucede en nuestros días a los que no deja de asomarse
Rosa Úbeda como creadora que no debe renunciar a su tiempo para interpretarlo y
analizarlo desde su obra.
En todas sus piezas se aprecia una frescura que llena su trabajo de una
especie de lectura primitiva que dota de mayor fuerza a su lenguaje y ahí la
mujer es la gran protagonista, la que con su imagen (y en muchos caso con la
propia artista autorretratada) indaga en el papel de madre, amante, la
pertenencia a una clase social, la relación con los hombres... y propiciar así
una suerte de imaginario a través del cual, y desde esos pequeños instantes,
ofrecer «fogonazos que la intuición pura aporta a nuestro autoconocimiento»,
como afirma la artista, y es que hay mucho también de esto, del conocimiento de
uno mismo, de hacer del arte una especie de terapia para intentar exortizar
esos miedos que todos tenemos en nuestro interior. Fragmentos que no dejan de
ser parte de un todo con muchos momentos en blanco, narraciones que se
interrumpen en una discontinuidad que requiere de nuestra presencia para que
desde nuestra experiencia hagamos nuestros esos huecos, esos abismos ante los
que nos deja la artista para que exploremos también nuestra propia posición y
encontremos la salida a esta especie de bestiario de la sociedad.
Instantes que no durarán demasiado tiempo. Destellos artísticos que tendrán
solo una semana de duración, hasta el día 5 de enero, en horario de 18.00 a 21.00 horas, y que
forma parte de una serie de exposiciones puntuales que Taller Abierto programa
como complemento a un amplio número de actividades que realiza a lo largo del
año siempre en torno a la creatividad y la cultura. Arquitectura, cine y
fotografía protagonizan diferentes iniciativas que, junto con los fecundos
talleres artísticos para niños, han ido calando en la ciudad de Pontevedra y
convertido un espacio lleno de historia, como es la Casa de las Caras, en un
activo cultural que no deja de incrementar la apuesta que ha hecho la ciudad y
muchos de sus actores por la cultura. A las exposiciones de Susana Lorente o
Antón Sobral, ahora le sucede la de Rosa Úbeda, todo un derroche de imaginación
que, como en un cuento de princesas, tiene un final abrupto y precipitado, no
esperen mucho tiempo para visitarla, para sumergirse en un universo lleno de
singularidades originado en esta misma ciudad llena de pequeños instantes, de
fragmentos de una vida.
Publicado en Diario de Pontevedra 28/12/2015.
Fotografía: Javier Cervera-Mercadillo