luns, 30 de xuño de 2014

Vivir y escribir


Pocas inspiraciones más importantes para un escritor que la propia vida. Vivir y escribir son las almas de cualquier persona que quiera hacer de la literatura ese cauce de emociones tan difícil de explicar. Luis García Montero, reconocido poeta, regresa al territorio de la novela y de nuevo nos muestra su afortunada mano para componer una historia apasionante, de personas, de seres humanos inmersos en un marco muy definido e importante dentro del latido general de la novela, como es el que palpita en la Granada de los años sesenta, con esa capa de espesura que rodeaba todo lo que sucedía en este país durante el franquismo.
Conoce bien el autor Granada, es su tierra, su casa, y de su propia vida habrán salido muchas inspiraciones para narrar la historia de León, un joven estudiante que durante un verano entra a trabajar en una editorial dedicada a la venta de enciclopedias. Un verano de numerosos aprendizajes y de compromisos, pero sobre todo de compromiso con la vida.
Luis García Montero logra dotar de vida cada una de sus páginas, alcanzando ese fluir de situaciones y personajes que rápidamente se aproximan al lector, empatizando con ellos, y convirtiéndonos en cómplices de sus peripecias. Es quizás su percepción poética de la realidad, la que sirve de inmejorable tamiz para captar los sentimientos de los protagonistas. Ese «hablar a media voz» al que se refiere en algún momento del relato, en una frase que podría estar perfectamente extraída de alguno de sus poemarios, es el matiz preciso para componer una historia llena de humanidad, en la que no es necesario acudir a un tono épico o glorioso, simplemente dejar pasar los días en la existencia de cada uno de los protagonistas para que ellos mismos vayan componiendo su propio poemario vital. La gesta surge del día a día.
Es la literatura entendida como un ajuste de cuentas, el mecanismo necesario para salir indemne de todo lo que nos sucede en el deambular de nuestras existencias. León escribe su verano como el propio Luis García Montero escribe una novela para intentar despejar la selva de la vegetación que nos puede llegar a asfixiar y ahí es donde la cultura emerge como gran salvoconducto para el ser humano, siendo un elemento siempre presente a lo largo del relato, no solo por la dedicación del protagonista a la venta de enciclopedias o por ser un universitario de Letras, sino por la presencia de la lectura a lo largo del relato, citas o títulos que van componiendo esa luz dentro del mundo gris.
«Un país sin cultura es una selva, una tierra sin honor», y en eso estamos. León y su mundo en los sesenta y Luis García Montero hoy, donde tan necesario es para hacernos compartir vida y escritura. En definitiva, para vivir.

Publicado El Progreso de Lugo y Diario de Pontevedra 29/06/2014

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