domingo, 16 de outubro de 2022

Tres mujeres

 

[Ramonismo 126]

Lara Moreno concibe un excelente texto desde el que mostrar tres perspectivas de la vida de la mujer en la sociedad



OLIVA, Damaris y Horía, son los nombres de tres mujeres. Las tres protagonistas de la novela de Lara Moreno, ‘La ciudad’, que, bajo la edición de Lumen, nos ofrece un extraordinario relato sobre tres vidas que coinciden en un edificio de viviendas en el madrileño barrio de La Latina. Un ecosistema urbano que se condensa en esos pisos y escaleras desde donde se puede observar cómo nuestra sociedad todavía deja mucho que desear en cuanto al tratamiento que ofrece a determinadas realidades de la mujer, cuando se encuentra en diferentes situaciones límite.

Abismos frente a los que te coloca la vida de la manera más inesperada en ocasiones, aunque en otras, esa situación surge en base a una especie de cocción lenta de diferentes ingredientes personales y colectivos que llegan a un punto en el que, como en una olla a presión, todo salta por los aires. Una situación de malos tratos en la pareja, y la vida de dos inmigrantes con diferentes procedencias, colombiana y marroquí, respectivamente, generan una suerte de líneas paralelas que, por la vida en la ciudad, se entrecruzan ante la mirada inconsciente de sus protagonistas y de un lector que rápidamente se suma a querer conocer el destino de estas tres mujeres y cómo se enfrentan a esas situaciones, condicionadas por un entorno rara vez comprensivo con ellas, y que hace del anonimato de la masa una suerte de dique de contención que no entiende de solidaridades o afectos, mientras la vida de la ciudad no se detiene.

Hablaba anteriormente de miradas que se cruzan y si algo llama la atención en este libro son las miradas que brotan de cada una de sus protagonistas. Miradas hacia su situación, pero también las miradas que ellas mismas dirigen a esa sociedad ausente en su sentido cooperativo y, finalmente, las miradas que todas ellas sienten de ese colectivo hacia su situación. Una mirada de indefensión, de vergüenza, cuando no de miedo ante el desvelo de su intimidad. Capítulo a capítulo el círculo se va estrechando en torno a cada una de ellas, la sensación de asfixia se hará mayor hasta el desenlace final. A todo ello ayuda la escritura de esta autora sevillana de frases cortas que sintetizan lo esencial y eliminan lo que sobra, dejándonos ante una literatura esencial, que retrata de manera abrupta pero necesaria esa hibridación de lo íntimo y personal con lo colectivo, y que nos muestra un amplio abanico de realidades vinculadas con la violencia que esta sociedad de manera más o menos descarada ejerce sobre la mujer y que va desde la violencia de género, hasta la laboral con un trabajo de corte esclavista en territorios agrícolas del sur, la separación de los hijos, la dificultad para encontrar vivienda de las extranjeras, la economía sumergida o el acceso a la sanidad. En definitiva, la evidencia de que todavía hay muchas fisuras en nuestra sociedad que, como un bloque de viviendas, acoge diferentes realidades, muchas de ellas próximas entre sí, aunque separadas por una simple puerta cerrada o una ventana entreabierta. Tras ellas no pocas veces se esconden frágiles vidas a punto de ser derrotadas por quienes ejercen diferentes tipos de violencias ancladas en lo más profundo de una sociedad en la que todavía queda mucho por hacer, por orear esos espacios llenos de una herrumbre que no solo destroza lo particular sino que evidencia la falla del grupo.

Lara Moreno logra articular un relato admirable en su fondo, pero también en una forma que muestra su potencial literario al integrar en un mismo pasillo tres realidades alejadas entre ellas, pero que unidas generan un poderoso retrato de tres mujeres que no paran de luchar para hacer de cada una de sus vidas no solo un acto de amor y sacrificio hacia los demás, olvidándose de su propia libertad, sino un acto de resistencia ante el olvido colectivo, ante la tensa relación con una sociedad en la que nunca, y estando tan intensamente conectados, nos sentimos dolorosamente aislados.

Esa dialéctica entre el exterior y el interior se acrecienta gracias a la conquista que la escritura de Lara Moreno realiza de lo físico, desde la recreación de acciones cotidianas en nuestras viviendas, de los objetos que manejamos cada día, de nuestros movimientos, en apariencia irrelevantes, pero que, como en su poesía, son el rastro de una vida, en este caso el rastro de tres mujeres.

 

 

Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 24/09/2022


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