martes, 1 de agosto de 2023

El dilema de la belleza

 

[Ramonismo 163]

El debut narrativo de Mercedes Corbillón nos sitúa ante un texto repleto de emociones y pasiones, humanas y literarias



LIBRERA. Corazón apasionado de Cronopios dividido entre Compostela y Pontevedra. Letraherida a tiempo completo. Libros, pasiones y bellezas que se encabalgan y que sólo podían dar lugar a un libro como este: ‘La belleza debe morir’, editado por Espasa en castellano y en gallego por Galaxia. Una novela que emerge como un valiente ejercicio literario en el que Mercedes Corbillón aúna su pasión por la vida, su deseo permanente por conquistar la belleza (aunque diga que esta debe morir), y sus gustos literarios.

Pocas ciudades condensan tanta belleza como Venecia, condenada a su propia autodestrucción natural, pero también por la sobreexposición a la globalización turística. Hasta esa geografía humana y artística se dirige la protagonista del libro, quien, como Venecia, siente ese agotamiento físico y mental, para, junto a su madre, convertir esa estancia entre canales e imponentes destellos artísticos, en una revisión a sí misma y a su estado vital a partir de aquello que la ha hecho sentirse viva, una intensa historia, entre el amor y el deseo, con un hombre casado, siendo la descripción de esos momentos la mejor manera de mostrarse a sí misma.

Una escritura que aparece salpicada por numerosas referencias literarias, por citas de libros y autores que son también un itinerario que seguir para los lectores, desde quien lleva años trabajando su gusto literario, siendo intachables cada una de las que asoman por estas páginas y que nos invitan también a buscar en esos libros nuevos horizontes relacionados siempre con los temas que aborda Mercedes Corbillón a lo largo de su texto.

Y esos temas son numerosos a lo largo de un libro en el que podemos adentrarnos en diferentes capas que le otorgan mucha más importancia de la que pueda parecer en una primera aproximación, incluso si escuchamos a la propia autora hablando de él y restándole méritos, también al poder distraernos por la abundancia de escenas sexuales pero que no dejan de ser una puerta de acceso a otro tipo de situaciones mucho más necesarias para conocer a la protagonista de la novela y, porque no decirlo, a la propia escritora, cuya figura no puede alejarse demasiado de la mujer retratada. Más allá de lo erótico, de lo sugerente de esos encuentros, toda esa acumulación de sentimientos de los que se nos hace partícipes a la hora de entender cómo una mujer afronta diferente momentos de su vida en un instante muy determinado, como el de una plena madurez el que se cierran puertas y se abren otras, proponiendo todo un carrusel de dudas, muchas de ellas necesarias para hacer que todo avance, y que incluso la llevan a dudar de la belleza, seguramente de lo único que no podemos dudar en esta vida como bálsamo, como elixir para seguir con la cabeza alta cuando todo parece venirse abajo, y pensando que incluso los momentos más hermosos entre dos personas deben ser cenizas.

El libro ofrece también dos recorridos repletos de una belleza que Mercedes Corbillón describe de una manera maravillosa, ambos mis preferidos en el interior de la novela. Uno de ellos su visión de Venecia, la descripción portentosa de escenarios y vivencias, de brumas y colores, de palabras y sensaciones entre Pallazos, Giorgiones y Tizianos, de sabores y contactos con personas de una ciudad que te pide a gritos que hables de ella, como de una Compostela entre cuyas piedras rebotan los sonidos de una Berenguela que nos sitúa en lo más real y físico de su protagonista. El otro, es la relación llena de complicidad y ternura con la madre, la convivencia con ese espejo propio en que se convertirá dentro de unos años, seguramente ya demasiado cercanos, pero a los que se llega con una enorme dignidad, sabedora de que lo vivido, lo sentido y lo leído, convierten a esta mujer en un ser en construcción tras, como diría Annie Ernaux, «vivir una pasión que rompe las costuras de nuestro propio yo». Las puntadas que se dan para esa sutura brotan de la pasión y de la permanente belleza a la que, pese al título y a los vaivenes del corazón, no debemos renunciar.



Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 8/07/2023

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