domingo, 19 de decembro de 2010

Pontevedra en las manos de JB




En el estremecedor e imprescindible discurso de aceptación del Premio Nobel pronunciado por Mario Vargas Llosa hace poco más de una semana apuntaba entre otras ideas la siguiente: “...he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural”. Pues si algún autor ha sabido conjugar a lo largo de su obra lo natural y lo extraordinario ese ha sido Gonzalo Torrente Ballester, y en ese debate permanente entre lo real y lo irreal, entre la razón y la imaginación, una obra se erige por encima de todas en su larga trayectoria creativa. Hablamos de una obra parida en Pontevedra, injertada hasta el tuétano en un mundo ancestral de leyendas y narraciones, en un escenario de húmedas piedras y rincones señoriales, de personajes míticos y de esperpénticas figuras de un tiempo no demasiado lejano. ‘La Saga/fuga de JB’ es Pontevedra y Pontevedra es ‘La Saga/fuga de JB’.
Nunca esta ciudad tuvo un mayor acomodo literario que en la obra de un escritor que residió en ella entre el verano de 1964 y un 31 de agosto de 1966, día en el que partió rumbo a la Universidad de Albany para hacerse cargo de las clases de Literatura Española. Ambas cuestiones son imprescindibles para posicionarse ante ‘La saga/fuga de JB’, la integración del escritor con el ambiente pontevedrés, una ciudad donde personajes como Filgueira Valverde, Alfonso Zulueta o Manolo Domínguez (profesor compañero en el Instituto de Pontevedra), le acompañaron en un viaje en el tiempo en la aproximación a una realidad casi mágica de una ciudad donde los hermanos Muruáis dejaron la simiente para un tiempo nuevo, en la que Urco surgió una noche para asustar al barrio de A Moureira, donde un boticario convivía con un loro parlanchín, donde el Partido Galeguista avanzó en los postulados de la anterior Generación Nós, en la que un grupo de extraños personajes agrupados en torno a la Sociedad Arqueológica (en el libro Tabla Redonda) se empeñaron en defender las antiguas piedras de la ciudad de los arrebatos de modernidad, donde una mujer, (la Bella Otero) ‘la mujer más hermosa del mundo’ aparecía en la revista Galicia Moderna como un icono del París de las vanguardias, donde las discusiones sobre su origen y fundadores propiciaban numerosas discusiones, con unos cafés llenos de gente cultivadas amantes de la tertulia. Un extraordinario caldo de cultivo que rápidamente prendió la mecha de la imaginación del escritor ferrolano para lanzarse a la confección de la que sería su novela más ambiciosa, la más compleja, pero también, la más agradecida con una ciudad que ya para siempre se hizo eterna en manos de un escritor de talla mundial.

Desde Albany |La llegada de Gonzalo Torrente Ballester a la Universidad de Albany con las alforjas bien cargadas de las historias pontevedresas le permitió contar con algo de lo que carecía en España, tiempo. Tiempo para poder leer y tiempo para dejar de pensar en su situación económica y dedicarse a escribir. Allí, entre gélidas temperaturas, la buhardilla en la que se encerraba en su vivienda de Arzobispo Malvar abría las ventanas de su prodigiosa imaginación a las calles y plazas de la ciudad, a esa basílica de Santa María rodeada de callejuelas de piedra, brumas y ríos; o a ese café Suizo, metáfora de un café Moderno cenáculo de intelectuales, a las escrituras de cronistas locales como Torcuato Ulloa, las singulares acciones de las Mendoza y a un sinfín de localizaciones humanas y geográficas en una Pontevedra que se iba disolviendo a medida que el escritor avanzaba en su relato. Pero este avance no fue nada fácil y una lectura a ‘Los cuadernos de un vate vago’, imprescindible para conocer la génesis de la obra, nos coloca ante lo complejo de la situación, de ese entramado coral y temporal en que se convertirá ‘La saga/fuga de JB’ y donde las preocupaciones y las complicaciones se iban sucediendo a medida que la compleja estructura mental del autor se trasladaba al papel.
Evidentemente todos mis tropiezos, dificultades, vacilaciones, rectificaciones referentes a La saga/fuga de JB, obedecen pura y simplemente al hecho de que es un tema inmaduro, de que no lo he pensado suficientemente, de que todo mi esfuerzo culminó en una sola dirección, sin darme cuenta de que abandonaba caminos laterales importantes y necesarios”, comenta el escritor en febrero de 1968 para, en el mes de noviembre, de ese mismo año decir: “la otra cosa es la de siempre: seguir testimoniando no sé si mi impotencia o mi fracaso o simplemente mi crisis. Esta mañana pensé en la posibilidad de abandonar La saga/fuga y empezar primero Campana y piedra”. Estamos por lo tanto ante meses y años de dudas, encorajinados enfrentamientos con esas ideas son las que depararon la escritura de este libro que finalmente se publicó en 1972 y supuso la reconsideración del escritor dentro de un panorama literario que le había dado la espalda hasta el momento.

La obra recibió el apoyo de los lectores, algo que no acabó de entender el propio escritor, catalogado habitualmente de ‘escritor intelectual’ cuando, precisamente, esta obra en la más intelectual de las suyas, pero también por la crítica, que reconoció su aportación a la literatura española y los nuevos caminos que inauguraba esta novela centrada en la existencia de una población de nombre Castroforte del Baralla “ciudad levitante y ensimismada” recorrida durante siglos por generaciones de hombres cuyas iniciales son JB y que culminan en un profesor de gramática, feo, hambriento y desterrado a un lugar que ya nunca más quiso ni pudo olvidar.




Desde la ventana del Carabela veo pasar a Carmen Becerra junto a las ruinas del Savoy, lugar de referencia para entender a Gonzalo Torrente Ballester en Pontevedra, ciudad que quiso como pocas, universo que visitaba muy a menudo, pese al avance de la edad y en el que se refugiaba como uno se refugia en la memoria, en la búsqueda permanente de un tiempo que pudo ser mejor pero al que la vida decidió perpetuar como un espacio feliz, y con la que el escritor negó aquello de la canción de Sabina de ‘donde has sido feliz no debieras tratar de volver’.
En el Savoy estaba Torrente Ballester con mi marido el 23 de febrero de 1981”, comenta Carmen Becerra al poco de llegar a un Carabela, feudo habitual también del escritor ferrolano (como lo fuera también el ya desaparecido Café Lar), amante de los cafés, como todo buen escritor, sabedor de que en ellos se cuece a fuego lento el andar de cada ciudad. Carmen Becerra, profesora de la Universidade de Vigo, experta en la obra de Torrente Ballester y hasta hace poco tiempo directora de la Fundación Torrente Ballester, ahora en manos del pontevedrés, Miguel Fernández-Cid, compartió numerosas vivencias con el escritor, llegando a establecer una amistad que se prolonga a través de los diferentes miembros de la larga descendencia del escritor del ‘Don Juan’. Apasionada de su obra, cada contestación sobre Torrente y sus libros o su vida, parten de la admiración y el profundo conocimiento de una obra incomparable en la literatura en castellano, a la que no siempre se le ha hecho justicia, al igual que a la propia figura del escritor. Pero Carmen Becerra, decide enfrentarse con un grueso tomo bajo el brazo de ‘La saga/fuga de JB’, reeditada este año en la que es la primera edición crítica de esta novela publicada en 1972, a los innumerables actos que desde la Fundación se han programado para visualizar de nuevo al escritor tras un tiempo ‘de luto’ y que suele acontecer tras la muerte de cada gran autor, para años después rebrotar con una fuerza inusitada.

Novedades editoriales|Carmen juguetea con sus manos mientras no deja de citar llena de ilusión las nuevas publicaciones de este año del centenario del nacimiento del escritor, que no se cerrará el 31 de diciembre, sino que se prolongará hasta el próximo 13 de junio por ser ésta la fecha exacta del nacimiento de Gonzalo Torrente Ballester. “Este año ha sido muy positivo, y lo ha sido por dos cuestiones, por un lado la difusión de Torrente, su aparición de nuevo en una gran cantidad de medios de comunicación y, por otro, el alto número de publicaciones que han vuelto a poner en circulación numerosos títulos”.
A la ya comentada edición crítica de ‘La saga/fuga de JB’ se le deben unir proyectos tan especiales como una edición en cómic de ‘Fragmentos del Apocalípsis’, con guión de Cesar Lómbera y dibujos de Jaime Asensi, que acaba de ser presentada en la Feria del Libro de Guadalajara (México), o ‘El cuento de sirena’, escrito en 1978 por Torrente Ballester, donde recrea la leyenda de los Mariño y ahora ilustrado por Miguel Anxo Prado, o un facsímil de lujo entelado del libro ‘Compostela’, que vio la luz en 1948. También han tenido reediciones títulos como ‘El golpe de estado de Guadalupe Limón’ (Editorial Salto de Página), con un sugerente prólogo a modo de entrevista entre el autor y su propio hijo Luis Felipe Torrente o ‘La boda de Chon Recalde’ (Ézaro Ediciones).
Mientras, se prepara una nueva edición crítica de ‘Crónica de el Rey pasmado’ y todo ello junto al espectacular catálogo, algo más que un catálogo, en forma de doble volumen, que acompaña a la exposición itinerante ‘Los mundos de Gonzalo Torrente Ballester’, que será próximamente inaugurada en la ‘Biblioteca Pública Nacional, antes de su recorrido internacional por diferentes Institutos Cervantes del mundo, siendo Lisboa el primero de ellos. Toda esta barbaridad de trabajo sólo representa una pequeña porción del enorme legado del escritor, una prolífica trayectoria que durante el próximo año se conocerá mucho mejor al publicarse sus diarios políticos, escritos en la Universidad de Albany, y que el propio autor había impedido publicar hasta pasados diez años de su muerte ante posibles consecuencias familiares. Pero Torrente es todo eso y más, un universo condensado en un frágil cuerpo con una mente prodigiosa “Desde fuera, y sobre todo antes de operarse, con esas gafas oscuras y negras, daba la impresión de que era un hombre un poco huraño, pero una vez superada esa barrera, que no existía, que sólo se debía a esas gafas negras, te encontrabas a una persona fascinante por muchos motivos, era uno de esos seres que ya no hay, un hombre de otro tiempo, un personaje del Renacimiento que asimiló sus numerosas lecturas y las había incorporado a su conocimiento”, recuerda la doctora en Filología, “cada vez que hablabas con él era como si estuvieras escuchando a un conferenciante brillantísimo, pero además a él que le encantaba la tertulia, era muy amable,  cortés y con gran cercanía con la gente joven, yo creo que eso tenía que ver con haber estado siempre rodeado de gente de poca edad, tuvo siete hijos, era profesor de Instituto y conocía las inquietudes de esa gente, su modo de pensar, de vivir. Siendo tan mayor era un hombre muy moderno, de ahí su estar al día con las máquinas, los aparatos de grabación de los que disponía siempre de la última novedad, sus cámaras de fotografía, que eran magníficas, o el ser el primer académico en tener correo electrónico, evidencian esa circunstancia, su ausencia, desde el punto de vista de la amistad es irremplazable, estar con él era fantástico, estar en contacto con todo, con la historia, con el arte y con una persona entrañable”, comenta emocionada Carmen Becerra.

Torrente y Pontevedra | “Visitaba con mucha frecuencia Pontevedra, él lo decía, Pontevedra era como un paraíso perdido para él, la ciudad fue encontrar de nuevo la paz y el sosiego que no tenía antes, en una etapa tan convulsa como fue la de Madrid, en la que estaba incómodo, no le gustaba lo que veía, no encontraba su sitio a finales de los años cincuenta, década en la que escribe esos cuadernos depositados en Albany, y que pronto conoceremos. Al firmar su escrito en apoyo a los mineros de Asturias en 1962, el franquismo le expulsa de sus tres trabajos, como crítico teatral en Radio Nacional, en el diario Arriba y las clases de historia que impartía en la Escuela Nacional de Guerra, solicitando el ingreso en el cuerpo de catedráticos de Instituto. Mientras tanto, para sobrevivir, traduce novelas del oeste y policíacas, imparte conferencias gracias a varios amigos”, relata Carmen Becerra ante la proximidad de su retorno a Galicia.
Le dan el destino de Pontevedra y llega a una capital de provincia tan pequeñita pero que está tan viva culturalmente -no estoy segura de que los pontevedreses conozcan la cultura que tuvo y tiene la ciudad-. Él se encuentra con un ambiente muy agradable en el Instituto, con su director, Marcelino Jiménez, catedrático de Clásicas, cultísimo, con Filgueira Valverde, con un jovencísimo Manolo Domínguez, Alfonso Zulueta... Gente con la que pasea, con la que habla, con la que recupera lo que no tenía ya: las tertulias y conciliar su vida como escritor y como creador. Descubre algo que no conocía, la historia de Pontevedra, y muchas otras historias de Galicia, que le transmiten esos amigos. Hay un estado anímico de sosiego paz y tranquilidad que él necesitaba para volver a escribir y un acopio de materiales importantísimos e interesantísimos para que él los transforme en sus ficciones”, añade Carmen Becerra tras apurar un sorbo de té, para continuar:  “Aunque estuvo poco tiempo fueron dos años y pico decisivos, como hombre y como escritor. Para él Pontevedra es una ciudad emblemática. Siempre soñó con volver a ella, aunque era muy difícil con tantos hijos y era complicado trasladarse hasta aquí. Pero volvía con mucha frecuencia, aquí o a Bueu, a ver a sus amigos, a Fina y a Manolo Domínguez,  a Alfonso Zulueta, a los sitios donde él vivió, en el sentido que esto tenía para él, no sólo habitar un espacio, sino vivirlo profundamente.Él se involucraba en la vida de la ciudad, era muy activo”. Y esa ciudad se fijó para siempre en su obra, en la que Carmen Becerra coincide que es su mejor novela, ‘La Saga Fuga de JB’. “Lo que está dentro de ella, no sólo lo humano, las piedras, la arquitectura, todo eso es Pontevedra, esa novela no hubiera surgido de la pluma del escritor si no hubiera estado en Pontevedra. Debemos a Pontevedra la mejor novela del siglo XX”, sentencia Carmen Becerra, quien ante el clamoroso silencio de la ciudad durante este año en torno a la figura del Torrente Ballester, no se rasga las vestiduras.
Ella no habla de una ciudad desagradecida, como podemos decir otros y así lo argumenta con cierta resignación: “Pontevedra no se enteró. Hay muy poca gente que haya leído ‘La saga/fuga de JB’, en primer lugar, y, en segundo lugar, si no conoces la historia, o la trayectoria y amistades de Torrente, quizás no identifiques a los personajes que tienes delante. Pontevedra, en general, no sabe que la ciudad es deudora con Torrente de eso, y que le ha dado la mejor de sus obras y ha puesto a la ciudad en el mundo, a la ciudad y a su historia”.

El sentido del humor, la sátira, la parodia, la ironía o los mitos-elemento clave y vehicular a lo largo de toda su obra- llenan las páginas de esta saga/fuga, la novela que se convierte en Pontevedra y que convierte a la ciudad en un magma creativo sin igual en la historia de la literatura.





Publicado en Diario de Pontevedra 19/12/2010
Ilustración: Amelia Vázquez-Palacios
Fotografía: Rafa Fariña



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