luns, 13 de decembro de 2021

La ambición de ser feliz

 

[Ramonismo 93]

'Un día llegaré a Sagres’ nos muestra la inagotable fuerza narrativa de Nélida Piñón en un relato lleno de humanidad



LLEVABA quince años Nélida Piñón (Río de Janeiro, 1937), sin publicar una novela, pero sí dejándonos libros tan maravillosos como su ‘Libro de horas’ o ‘Una furtiva lágrima’, todos ellos, y como el que nos ocupa, ‘Un día llegaré a Sagres’, publicados en Alfaguara. Tras esos textos, llenos de recuerdos, de vivencias y cariños, muchos de ellos ligados a ese Cotobade de su familia emigrante y que tan firme sigue en ella, anclado como una irrenunciable patria, tanto en su alma como en su corazón. Pues ahora nos llega esta novela fascinante, que nos muestra a una mujer pletórica en cuanto al talento y la capacidad para narrar, para gestionar ese acto tan primario como necesario para el ser humano que no es otro que el de contar historias.

Un día llegaré a Sagres’ es también un compromiso con el ser humano, con los más débiles, aquellos desfavorecidos por una historia tan agradecida con los poderosos como injusta con quienes realmente la conforman. Seres anónimos que palidecen ante las grandes gestas de reyes y navegantes, en el caso de un Portugal en el que Nélida Piñón sitúa a un personaje que formará ya para siempre parte de la literatura, de su literatura, como es el caso de Mateus. Este hombre, nacido en la miseria, y que nunca la abandonará, fija su horizonte en Sagres, donde también hizo lo propio el Infante Enrique, que en su mente se convierte en una obsesión tras la educación recibida en su infancia en el norte de Portugal, a orillas del Miño.

La novela, por lo tanto, narra todo ese periplo vital y geográfico en el que Mateus, dotado para las letras, y la imaginación, parte cara el sur de su país, haciendo escala en Lisboa. Todo ese itinerario será un devenir de anécdotas y encuentros con diferentes personas que servirán tanto al protagonista como a la propia autora para reflexionar sobre la condición humana, sobre la condena que puede significar una vida, en función de donde hayas nacido, y como las posteriores conductas de las personas balizan todo ese camino, modificándolo, creando diferente meandros que ralentizan nuestra misión. Finalmente entendemos que todo en la vida es una búsqueda, la de esa ambición por ser feliz, por encontrar un hábitat en el que vivir de la mejor manera posible e intentando sortear esa «materia sucia» que llena nuestro mundo. Sucede hoy en día como también ocurría en los tiempos de este Mateus en un siglo XIX en el que la realidad de la vida se enfrentaba a toda una serie de conquistas sociales que a ciertos territorios llegaron con cuentagotas. Ante esa negrura de nuestra sociedad Nélida Piñón nos aporta la imaginación como dique de contención frente a aquello que nos puede arrastrar a la perdición y a lo que suma la capacidad de soñar, que, como escribe en este libro, haciendo un guiño a Cotobade, pronuncia un gallego, de nombre Xan, afirmando que «merecía más la pena soñar que vivir», como «fórmula para soportar la vida y compensar las penurias».

Mateus se mide en ese periplo con la humanidad desde su mirada sobre el Tajo lisboeta, pero también sobre los acantilados del Algarve. Portugal ha hecho de su horizonte marítimo una observación permanente de su destino, tanto del pasado como del futuro. Las gestas del infante Enrique y las palabras de un Camões que recorre toda esta novela como la figura mítica que narra una gesta que configura a toda una nación, son el relato paralelo a la vida de los desconocidos, a ese ser que solo anhela la felicidad, una caricia en el fin de sus días que sosiegue una infancia llena de dolor y frustración y al que la vida no ha dejado de poner un obstáculo tras otro.

Ese valor de la gente común, de la que se mueve por las calles de ciudades y pueblos, la que frecuenta tabernas y campos, la que no logra encontrar un lugar en los libros de historia, es el sustento de una vigorosa narración con la que Nélida Piñón muestra su amor por las personas, por una nación que le ha dado una lengua y la posibilidad de ser escritora. Una escritora que no deja de sorprender por su calidad y lucidez, sin atender al paso de los años, sin renunciar al viaje. Un día llegaré a Sagres...

 

 

Publicado na Revista. Diario de Pontevedra 11/12/2021


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