mércores, 18 de marzo de 2020

Déjà vu artístico


Rue Saint-Antoine nº 170
Arte. La presencia de alumnas de la Facultade de Belas Artes de Pontevedra realizando una intervención artística por las calles de la ciudad el pasado jueves recuperó aquella sensación, tristemente perdida desde hace unos años, de tener un foco activo de creación que interactuaba con los espacios públicos para mostrar su talento ante los ciudadanos


JUEVES, doce del mediodía. Un sol de primavera calienta unas calles en las que el bullicio de lo cotidiano impedía intuir la distópica situación en la que nos encontraríamos tan solo 24 horas después. Otro hecho al que habíamos dejado de estar acostumbrados llamaba la atención de los paseantes que, en ese momento, cruzaban por delante del viejo Concello de Pontevedra, al tiempo que nos permitía recuperar una imagen de un pasado feliz, en el que la Facultade de Belas Artes de Pontevedra mantenía un hilo directo con lo que sucedía en el exterior de los gruesos muros del viejo cuartel de San Fernando. Años en los que era habitual ver y sentir a promociones de alumnos de ese centro académico realizando clases prácticas en el entramado urbano, desafiando, y en ocasiones retando, a los habitantes de una ciudad que hace un par de décadas eran muy diferentes a lo que son hoy, con sus intervenciones artísticas.
Estudiantes dibujando o pintando en la Ferraría, alumnos yendo y viniendo por la calle Michelena cargados con sus soportes artísticos, performances ante el santuario de la Peregrina, intervenciones en la Alameda... la ciudad se había convertido, pocos años después de la instalación de la Facultad en Pontevedra en 1990, en parte activa del proceso de aprendizaje y de creación de los futuros artistas. Calles y plazas fueron, en no pocas ocasiones, el taller de aquellos jóvenes que se iban integrando en la ciudad de una manera muy participativa. La proposición inicial de quien fue el primer decano de la recién establecida titulación, Juan Fernando de Laiglesia sobre que su reto «era crear un clima de creatividad en el ámbito gallego», en Pontevedra comenzaba a conformarse de manera plena.
A esa situación también comenzó a ayudar una ciudad en una completa transformación, sacudiéndose polillas del pasado y descubriendo el espacio público como un ámbito vital que sería desde entonces ya irrenunciable para sus ciudadanos. Aquellas ilusiones de las primeras promociones encajaban a la perfección con las de una ciudad que también era pura ilusión por lo que sucedía sobre su renovada piel.
Es por ello, que cuando 25 alumnas de la Facultade de Belas Artes desarrollaron el jueves una instalación artística efímera bajo el título de ‘Inside Out: Mulleres [Rur]Urbanas’, reflexionando dentro de un proyecto internacional de gran calado sobre el papel, y como homenaje, a la mujer en el rural, abrieron una caja de Pandora que nos llevaba a pensar en aquel inicio de la novela de Mario Vargas Llosa, ‘Conversación en la Catedral’ en la que Santiago Zavala se preguntaba «¿En qué momento se había jodido el Perú? Pues ¿en que momento se jodió la relación entre la Facultade de Belas Artes de Pontevedra y la ciudad que los acoge desde 1990?
Serían muchos y diversos los motivos, y desde el interior del centro académico se manejarán numerosas claves que expliquen ese mayor enclaustramiento de los alumnos entre las paredes del centro. Pero desde fuera sí que se pueden poner sobre la mesa algunas consideraciones al respecto. Por un lado tenemos el elemento tiempo, el desgaste que el paso de los años provoca en cualquier ilusión y cómo ese tiempo ha ido desgastando muchas de las proyecciones de futuro de un centro universitario que, como el resto de la Universidad en España ha pasado en los últimos tiempos un complejísimo itinerario de recortes económicos, cambios de planes de estudio y una pérdida de confianza por parte de muchos gestores públicos.
En ese marco general es posible que muchos profesores hayan dejado de activar en el alumno ese interés por lo que sucede fuera, por convertir a la ciudad en parte de sus materias, tanto como modelo de representación como escenario de sus iniciativas artísticas. La adaptación curricular al llamado Plan Bolonia también puede ser un reciente acicate para el cambio de modelos de trabajo, valorando una serie de actividades por encima de otras que requieren una mayor libertad y tiempo de ejecución. La preferencia del alumnado por una serie de géneros artísticos que se alejan de otros, más tradicionales, como el dibujo o la pintura, que les obligan a trabajar con elementos tecnológicos en talleres o en sus viviendas.
En definitiva toda una serie de modificaciones que el tiempo ha ido sumando para que Pontevedra y la Facultade de Belas Artes se hayan distanciado, por lo menos, en cuanto a su presencia diaria, en ese ver a las promociones de la Facultade haciendo del espacio público aula de trabajo. Sí que se mantienen vínculos entre instituciones como con el Concello de Pontevedra o el Museo de Pontevedra para plantear exposiciones que recogen el trabajo de alumnos y docentes, pero lo que se echa mucho en falta es ese latido diario, esa savia nueva que participó del empuje a esta ciudad y que ahora se ha quedado perdido a saber en que aula o en que taller. Pontevedra no puede permitirse el lujo de perder a quienes la eligen como estancia durante varios años, más todavía cuando en esa gente reside el germen del talento.



Publicado en Diario de Pontevedra 16/03/2020
Fotografía: Javier Cervera-Mercadillo


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