luns, 15 de marzo de 2021

El color de unos ojos

 

Ramonismo [60]

'Tienes que mirar’ es un estremecedor relato sobre la intimidad de una mujer tras el dolor por la pérdida de un hijo



NO HABÍA escuchado su nombre hasta que llegó este pequeño libro a mis manos. Anna Starobinets (Moscú, 1978) es periodista y bajo esa juventud ya ha escrito varios libros que la han convertido en uno de los referentes de la literatura de ciencia ficción en su país, recibiendo por ello diferentes premios. De ahí que, viniendo de ese territorio literario, sorprende más la realista precisión de lo que se cuenta en ‘Tienes que mirar’, que la Editorial Impedimenta publica en España desde esa emoción que se percibe en ciertos editores cuando tienen entre sus manos un texto que se sabe especial.

Y así es, hasta el punto que el complejo nombre de esta escritora rusa permanecerá en mi mente durante mucho tiempo, tanto como el que estará este texto que no deja en ningún momento de estremecer ante una historia autobiográfica sobre la sensación de pérdida, de dolor, de incomprensión, ante el obligado sacrificio de un hijo enfermo. Un ser todavía cobijado en el interior de una madre a la que las dudas, las preguntas, los miedos o las frustraciones convierten ese embarazo, que debería ser un itinerario de felicidad y esperanza, en una radiografía íntima, pero, al tiempo también en la de cómo un país y su sistema sanitario responden ante este tipo de situaciones límites en la vida de las personas en las que la humanidad son siempre el mejor bálsamo ante el desconcierto primero, el pánico después y la necesidad de soluciones que ese sistema debe ofrecer a la persona.

Despliega Anna Starobinets a lo largo de estas páginas toda una exploración de ese torrente de sensaciones que se desbocan tras conocer el fatal diagnóstico que espera al hijo que lleva en su interior. Un momento que desde la camilla de un sanatorio y frente a un ecógrafo se convierte en una pesadilla que se prolonga hasta el bello final del libro, en un trayecto lleno de sombras al que se somete su vida y la de su familia. Desde ese instante hospitalario la vida de Anna Starobinets se contempla desde los ojos de una mujer que quiere respuestas, pero sobre todo salidas a un laberinto de decisiones, imprevisible tan solo unos minutos antes de que un médico, frente a un grupo de estudiantes de medicina, le diese la pero noticia posible. Una falta de tacto y de intimidad en el momento posiblemente más íntimo para una mujer, y que la escritora no deja de denunciar a lo largo de los diferentes encuentros con una maquinaria médica rusa tan fría como nos lo puede parecer por los estereotipos acuñados desde el cine o la literatura, casi siempre peligrosos, pero que aquí se confirman dentro de una sanidad que semeja moverse entre máquinas más que entre seres humanos.

La humanidad aparece fuera de ese país, siendo Alemania la que reacciona de una manera muy diferente sobre cómo entender la situación que atenúe un proceso dolorosísimo en base a cuestiones tan elementales como la cercanía, la calidez, las explicaciones o el apoyo profesional. En definitiva, una complicidad con una mujer que busca de manera desesperada la posibilidad de empatizar con quien le debe ayudar en el trance de decidir sobre la muerte de un hijo.

No elude para ello la escritora ninguna de las situaciones que surgen en ese proceso y eso, junto con la buena escritura, precisa,ágil, con un punto periodístico de reportaje, logra acercar al lector a unas situaciones ante las que es muy difícil situarse, colocándonos ante una narración dotada de ingredientes de la literatura fantástica, pero cuyo terror parte de sentirlo como real, como una posibilidad ante la que ninguno de nosotros debe ser ajeno y de la que solo el azar y su finísima línea impertinente nos separa.

Posibilidades de futuro, experiencias médicas, afectos familiares y el permanente desgarro y desconcierto dan paso al después, al vacío generado por una presencia que nunca lo fue del todo. Ese íntimo nexo de una madre con su criatura, moviéndose en su interior, alimentándose de sus propios fluidos, provoca un agujero tras la desolación que todo lo engulle y que se convierte en una sima con otra mala noticia en la familia, pero también puede ser una de esas enseñanzas que la vida propone, de una intensidad tal que invita a valorar todo aquello que se convierte en realmente importante como parte de un siempre necesario acto de resistencia. Anna Starobinets acaba por darnos una lección de coraje y valentía, de sujeción desde el círculo familiar frente a un revés que solo puede ser reconducido desde la capacidad de las complicidades y los afectos por generar esa reconciliación con uno mismo.

Tienes que mirar’ es una forma de sentirse mujer desde lo literario, de acercarnos a los demás y cómo esa parte femenina de la sociedad debe enfrentarse a un territorio de felicidades, pero también de abismos, como es la maternidad, y en el que ante tantas dudas permanecerá la de saber cual es el color de unos ojos.

 

Publicado en Revista. Diario de Pontevedra 13/03/2021

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