venres, 5 de marzo de 2021

Naturalmente urbano

  Saga/Fuga


TRAS PERDER la audición de un oído al paso de una ambulancia, Gabi Martínez se preguntó cómo afecta el entorno urbano a nuestra salud». De esta manera es como se nos propone el ensayo del también novelista Gabi Martínez ‘Naturalmente urbano’ (Editorial Destino) en el que se reflexiona sobre como las ciudades deben adaptarse a la filosofía humana más que a las dictaduras automovilísticas o de aquellas actividades que generan una contaminación contraria a nuestra propia salud. Un pequeño y ameno texto lleno de propuestas sobre una ciudad pensada en base al ser humano, al ciudadano y no al peatón, como se nos ha bautizado a los inquilinos de las urbes en base a una mirada planteada sobre cuatro ruedas.

Gabi Martínez parte de experiencias llevadas a cabo durante los últimos años en Barcelona, Vitoria y sí, claro que sí, nuestra Pontevedra, para legitimar la necesidad de que las ciudades se conviertan en espacios sostenibles en las que cada vez ámbitos se piensen desde nosotros y en nuestras necesidades y no en las de quienes hasta ahora reinaban en calles y aceras. Elementos ajenos que colonizaron nuestra cotidianeidad de manera insolente y que ahora parece que tomamos consciencia de todo lo que supone. Escribe Gabi Martínez que el espacio público «O lo ocupas o te lo ocupan», de ahí la importancia de ocuparlo en base al individuo y bajo las decididas acciones de los políticos que apuesten de manera firme por erradicar esos malos hábitos de las últimas décadas. Los miedos de muchos a implantar diferentes medidas son el gran freno para que nuestras ciudades evolucionen.

A orillas del Lérez sabemos bien a que se refiere el autor con esos miedos, aquí desterrados rápidamente gracias a quienes actuaron sabedores de las posibilidades de un modelo que ahora está siendo un referente mundial. No hace falta recordar como comenzó todo hace veinte años, con solo pensar en unas semanas atrás con una nueva humanización de una calle como la Avenida Reina Victoria, ya podemos entender como todavía hoy, desde ciertos sectores, en Pontevedra se quiere negar un proyecto global en el que el automóvil debe ser periférico e interferir lo menos posible en los espacios de movilidad, allí donde personas o bicicletas reclamen su reinado sobre ese asfalto del que, como nos ofrece en un dato estremecedor Gabi Martínez: «el polvo que levantan el paso de las ruedas es casi la mitad de la contaminación por partículas que respiramos».

Así podríamos afirmar, como un grito de esperanza, aquello de menos asfalto y más verde, ya que ese «naturalmente urbano» del título también es un llamamiento a la integración en la ciudad de la vegetación, creada de manera intencionada, pero también permitiendo que la propia ciudad genere su naturaleza, tantas veces limitada por nuestras acciones que afectan a la fauna y la flora urbana, que la hay, aunque no siempre la apreciemos. Desde ámbitos de trabajo como los de la manzana urbana asociada a Barcelona, ya no solo desde los tiempos del mítico Cerdá, sino las hoy en día convertidas en supermanzanas de la mano de Salvador Rueda, se nos sitúa ante esos espacios, desde los que la ciudad se llena de oportunidades para una vida más sana, en la que el silencio se imponga al ruido, en la que el aire que respiramos sea cada vez mejor, en las que se impulse un comercio de proximidad, en la que las víctimas por atropellos sean cero, en la que los niños jueguen al balón en las calles y vayan solos al colegio, en definitiva, una ciudad en la que la vida sea eso, vida.

 

 


Publicado no Diario de Pontevedra 5/03/2021

Fotografía: Gonzalo García 

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