venres, 19 de novembro de 2021

Conexión Fortes

 


"ME ACUERDO de un guardia de tráfico con guantes blancos y salacot en el cruce de la Peregrina subido a una trona y rodeado de cestas de Navidad. Aunque a lo mejor de lo que me acuerdo es de una película italiana de Alberto Sordi". Esta es una de las entradas que conforman la memoria que Susana Fortes reúne en ‘Pontevedra. Tal como éramos’, que hoy presenta en nuestra ciudad, junto a su hermano, Xabier Fortes, quien hace lo propio con sus ‘Crónicas cancheras’, ambas editadas por Ézaro. Y es que juntos, a la limón, cual Zipi y Zape, nos proponen un travieso ejercicio literario en el que Susana Fortes vuelve a la niña a la que, afortunadamente, nunca ha renunciado, por muchos años y kilómetros que medien entre el hoy y el ayer. A través de ese ayer, y por medio de ese «Me acuerdo», que como el ‘J’accuse!’ de Zola, señala de manera directa, firme y evocadora diferentes pasajes de los vividos en aquella Pontevedra gris de los años sesenta y setenta en la que solo la familia, las amistades y esa resistencia frente al mundo en que se convirtió el rebelde Pontevedra del ‘Hai que roelo’, permitían que la ciudad respirase.

Pues una vez que se cita al equipo granate no hay más remedio que enganchar con el otro protagonista del día, Xabier Fortes, quien con sus ‘Crónicas cancheras’ nos adentra en una recopilación de artículos publicados en este Diario de Pontevedra y en el deportivo As. Textos que, con la excusa de hablar de fútbol, de cuyo conocimiento tanto presume nuestro cronista vespertino, hablan de todo un poco, de una vida que Xabier Fortes ve con los ojos del niño que en Pasarón forjó una leyenda que iba mucho más allá de la realidad, que es lo que pide toda leyenda, como nos enseñó John Ford. Un territorio mítico, de césped embarrado y ajos sembrando la portería, que, como la Pontevedra de Susana Fortes, son el fuerte vaquero en el que ambos compartieron infancia en una familia que lleva tinta en las venas. Alberto, Xabier, Susana y Belén miden los latidos de la vida a través de sus palabras y a la mínima ocasión, desde el periodismo, la novela, la historia o la poesía, convierten esa vida en una íntima conexión con el núcleo familiar, aquel que gestaron unos padres sabedores de la importancia de la cultura y la educación como las varas con las que enderezar los árboles. Esa conexión Fortes se establece de manera directa con el entorno, con ese espacio de la infancia y la adolescencia donde siempre estaremos instalados como una Arcadia feliz a la que volver una y otra vez para sentir ese pellizco vital.

«La casa en que vivimos es el primer país que perdemos», escribe Susana en la presentación y justificación de la escritura de este pequeño libro tan gigante en sus consecuencias. Porque estas son, ni más ni menos, que la posibilidad de no perder nunca ese país en el que crecimos, el de los juegos en la calle, el de los compañeros de clase, el de los comercios, el de los sabores, el de las miradas hacia un universo de adultos tan inexplicable en aquel momento como lo pueda ser ahora cuando nosotros lo protagonizamos, el de las primeras pasiones, el de los rincones de una ciudad hecha para ser aquel cruce de vidas que vimos en tantas películas en blanco y negro y al que Susana nos remite con esa alusión al neorrealismo encarnado en Alberto Sordi para confundir realidad y ficción, aunque pocas ficciones hayan sido tan reales como esa. Podía haber ilustrado este artículo con ese policía ante la Peregrina del ‘Me acuerdo’ con el que arrancamos, pero si se fijan, al fondo de la imagen, y antes de que pasen esos dos señores sobre una vespa (puro neorrealismo), unos carteles anuncian fútbol en Pasarón, y la forja del ‘hincha Fortes’, como le califica en el prólogo de su libro Santiago Segurola, acuñaría un nuevo capítulo. Demasiado tentadora como para no usar la fotografía de Camilo Gómez.

Tanto los recuerdos de Susana, como las crónicas de Xabi, son parte de una manera de ver la vida de forma lúcida, con los ojos bien abiertos y el resto de los sentidos captando el mayor número posible de sensaciones. Ellos saben bien que vivir es un regalo y que no se puede perder un minuto en las zonas oscuras. Un regalo al que esta ciudad le ha colocado un inmenso lazo que encierra lo que somos. Ambos libros deshacen ese lazo, sin nostalgia, simplemente con inteligencia, amor y felicidad.

 

 


 

Publicado en Diario de Pontevedra 19/11/2021

Un Policía Local dirige el tráfico en los años sesenta en Pontevedra, mientras, al fondo, un cartel anuncia en Pasarón un Pontevedra c.f.-Burgos (Camilo Gómez) 

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